ólo faltan cinco meses para que –según las bases normativas– comience a operar la nueva industria eléctrica. Sí, con una división formal y real en generación, transmisión, distribución, control y suministro de electricidad. A partir del primero de enero de 2016 tendremos generación y suministro competitivos. Y transmisión y distribución bajo control estatal. Asimismo control estatal de la operación del Mercado Eléctrico Mayorista (mercado) y del acceso abierto y no indebidamente discriminatorio a la Red Nacional de Transmisión y las Redes Generales de Distribución. El primer esbozo oficial del futuro próximo –15 años– se plasmó en el ya publicado Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2015-2029 (Prodesen). Es importante una revisión muy rigurosa de él. Y –con todo el cuidado que merece– del radical cambio en lo que fue la industria eléctrica nacional. He sugerido la necesidad de analizar y reflexionar con detalle no sólo el proyecto sino la implantación de esta compleja experiencia.
Finalmente, el cambio debe reflejarse –reza la ortodoxia que lo guía– en mejoría para los consumidores. Suministro y factura. Lo veremos. Sorprende que aún no se publiquen las bases del mercado, las disposiciones administrativas de carácter general que contienen los principios de diseño y operación del mercado, incluido las subastas de potencia para asegurar abasto y confiabilidad del Sistema. Un borrador de estas bases se presentó a consulta pública desde el 24 de febrero pasado por la Sener. Hubo un buen número de comentarios y opiniones. Algunos de gran calidad. Pero aún no se publica su versión definitiva. Faltaría también la publicación de las llamadas disposiciones operativas del mercado: criterios, guías, lineamientos, manuales y procedimientos que emitirá el Centro Nacional de Control de Energía sobre los procesos operativos del mercado mayorista. Junto con las bases forman las legalmente denominadas reglas del mercado. Supongo que en unos días más se publicarán. Los tiempos oficiales planteados no parecen dar tregua. A partir del primer día de 2016 tendremos definiciones fundamentales. Una nueva estructura con diversos generadores. Pero –atención– habrá dos tipos de generadores: 1) el titular de uno o varios permisos para generar en centrales eléctricas en el país; 2) el titular de un contrato de participante en el mercado que representa en el mercado eléctrico mayorista (justamente el que debe iniciar en 2016) a las centrales eléctricas con permiso para generar electricidad en México o –en su caso– ubicadas en el extranjero con interés en proporcionar electricidad al mercado de México.
A decir de la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) –en el país hay dos tipos de centrales eléctricas: 1) Legadas, es decir, las que a la entrada en vigor de la LIE (11 de agosto del 2014) no se incluían en permisos para generar bajo la modalidad de autoabastecimiento, cogeneración, pequeña producción, producción independiente o usos propios continuos; y –en consecuencia– era (son) propiedad de los organismos, entidades o empresas del Estado y operaban (operan) o estaban (están) autorizadas o en construcción bajo la modalidad de inversión directa inscrita en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF); 2) Externas legadas, es decir, las que a la entrada en vigor de la LIE tenían permiso para generar bajo la modalidad de productor independiente; y –también en consecuencia– y operaban (operan) o estaban (están) autorizadas o en construcción bajo la modalidad de inversión condicionada, también inscrita en el PEF. Pero no olvidemos que existen los llamados generadores exentos, que no requieren permiso para generar electricidad en términos de la nueva ley. Incluidos, por cierto, los de la cada vez más importante generación distribuida. Pues bien, esos dos tipos de generadores (titulares de uno o varios permisos para generar o titulares de un contrato para participar en el mercado mayorista como generador) serán participantes del mercado. Y ahí se encontrarán con comercializadores que, a su vez, podrán ser suministradores (de servicios básicos, de servicios calificados, de último recurso), o no suministradores. También se encontrarán con usuarios calificados, es decir, usuarios finales que cuentan con un registro ante la Comisión Reguladora de Energía (CRE) para adquirir electricidad como participantes del mercado (lo que también les exigirá establecer un contrato con el Cenace, precisamente como usuarios calificados) o, alternativamente, a través de un suministrador de servicios calificados (lo que no les exigirá establecer un contrato con el Cenace para participar en el mercado mayorista). Esta visión de los generadores participantes en el mercado nos remite –evidentemente– a los diversos tipos de usuarios que exigirán suministro eléctrico. Los usuarios calificados ya señalados que –en este primer año de operación del mercado mayorista– están ligados a pequeños productores en términos de la ley anterior o cuya demanda sea mayor a tres megavatios y soliciten ser registrados como tales. También los usuarios del suministro básico, es decir, los que no son usuarios calificados y que solicitan ese suministro básico. Y –atención– cuya tarifa será regulada. Esta sería una primera síntesis de lo que muy probablemente veremos el próximo año en este nuevo marco de una industria. Con generación bajo régimen de competencia. Suministro bajo régimen de competencia (aunque no todo por la existencia del suministro básico). Y con transmisión, distribución y manejo operativo bajo control estatal. Veremos sus primeros resultados. Lo más, sí, lo más está por venir. Creo que así decía Jaime García Terrés de honorable memoria.
NB: Me preocupa muchísimo que nuestra UNAM –estudiantes, profesores e investigadores– conjunte y desarrolle capacidades para analizar –en una perspectiva multidisciplinaria y crítica– los cambios derivados de la reforma energética. Sin duda de novedades, como la del mercado eléctrico mayorista. Pero también de otras, como la de la ronda petrolera uno. A manera de ejemplo, el artículo de La Jornada de ayer del ingeniero Javier Jiménez Espriú –ex director de la Facultad de Ingeniería– abre muchas pistas de reflexión obligadas en el terreno petrolero que escuelas, facultades, programas, centros e institutos de nuestra UNAM pudieran retomar. Entre otras.