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Bajo la Lupa

Los cinco máximos riesgos globales de Goldman Sachs: la bursatilización de las catástrofes

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Residentes observan el sitio de un ataque suicida perpetrado el pasado 18 de julio en Khan Bani Saad, al noreste de Bagdad; los megabancos de Wall Street han intentado bursatilizar el terrorismo, y ahora los desastres naturalesFoto Reuters
L

a patología financierista de la desregulada globalización neoliberal de la bancocracia de Estados Unidos llevó a que el Pentágono colocase una oficina bursátil –a cargo del almirante John Poindexter, tránsfuga del grupo criminal Irán- contras– para cotizar los previsibles atentados terroristas, lo cual hubiera sido un excelente negocio, dada la precisión de sus tan acertados pronósticos.

Cuando se expuso la magnitud de su proyecto macabro, la oficina fue desmontada y el polémico almirante fue obligado a renunciar (http://goo.gl/C2D0Hu).

Llama la atención la preocupación samaritana de los misántropos megabancos de Wall Street por los riesgos globales: desde Bank of America Merrill Lynch (BAML) pasando por Citigroup hasta Goldman Sachs, quienes soslayan el superlativo: la letal bomba de los derivados financieros (http://goo.gl/WJ2kEB).

Dejo de lado el siniestro papel implosivo en Grecia de Goldman Sachs, así como las otras travesuras bursátiles de BAML y Citigroup.

De la fracasada fase previa de la bursatilización del terrorismo del Pentágono, los megabancos de Wall Street se preparan a bursatilizar las catástrofes globales.

El pasado 2008, a menos de dos meses y medio de la quiebra del banco Lehman Brothers, que impactó a los mercados globales, Goldman Sachs convocó –en colaboración con la London School of Economics and Political Science (LSE) y la Escuela de Administración Guanghua de la Universidad de Pekín– a una conferencia sobre Los máximos cinco riesgos: críticas perspectivas sobre la economía global (http://goo.gl/Wrgcq0).

Son muy debatibles los cinco riesgos de corte reduccionista financierista de Goldman Sachs, uno de los megabancos tan vilipendiados de Wall Street, por carecer de una holística visión humanista.

Sus cinco paneles:

1) La escasez de los recursos: competencia por el agua, alimentos y energía en la era del cambio climático. Ya abordé sus hallazgos sobre la crisis global del agua (http://goo.gl/C2O6Ue);

2) La desigualdad del ingreso: las implicaciones de la exclusión del crecimiento;

3) La integración financiera;

4) El manejo de la transición demográfica; y 5) El proteccionismo creciente: del comercio a las inversiones.

El resumen ejecutivo de Goldman Sachs vaticinaba ya en forma premonitoria, a dos meses de la quiebra de Lehman Brothers, las presentes (¡supersic!) dificultades de la crisis en los mercados globales de crédito y las disrupciones de los mercados de materias primas.

Los panelistas admitieron que las economías emergentes, como los países del BRICS, no estaban bien representadas en las instituciones existentes, pese a su dramático impacto a escala planetaria.

Sobre la escasez de recursos, a la par, en ese entonces del precio de las materias primas, desde los alimentos hasta la energía, está(ba) íntimamente vinculado a los déficit de varios años en construir nuevos suministros y sistemas de distribución que, además, reflejan cambios estructurales como el crecimiento poblacional y la creciente demanda per cápita, por lo que los precios continuarían creciendo. Se calcula(ba) que 800 millones de personas enfrentan inseguridad alimentaria.

Sobre la desigualdad del ingreso, dentro y entre los países: se ha aminorado debido al desarrollo económico de China e India, cuando las brechas de los ingresos se han ensanchado en varios países, incluyendo varias economías desarrolladas, detrás de las cuales se encuentran los cambios tecnológicos y los giros en la creación de empleos. Uno de sus factores contribuyentes radica en el acceso desigual a la educación, que perturba la estabilidad política.

A mi juicio, los panelistas eludieron el defecto consustancial al lado oscuro de la globalización financierista (http://goo.gl/DAGbjN), que tiende por su naturaleza propia a los oligopolios y luego a los monopolios sectorizados, lo cual empeora con la automatización/robotización que deja de lado a inmensos segmentos de la población global y sin considerar, al final del día, en una visión biosférica, que los supuestos triunfadores acaban suicidándose.

Todavía los panelistas no se enteraban del portentoso libro El capital en el siglo XXI, sobre la desigualdad, del economista francés Thomas Piketty (http://goo.gl/vv3QNU), ni de la excelsa crítica del capitalismo salvaje como estiércol del diablo del primer Papa jesuita argentino (http://goo.gl/eXviGT).

Sobre la integración financiera, ni vale la pena detenerse con las recomendaciones que formaron parte de la grave crisis global que se produjo dos meses más tarde con Lehman Brothers y que aún no acaba de resolverse, a grado tal que uno de los temas nodales de la campaña presidencial de Hillary Clinton versa sobre una reforma del capitalismo salvaje, calificado ahora de capitalismo trimestral (http://goo.gl/fCIpDX), cuando los megabancos de Wall Street suben artificialmente las acciones mediante recompras gracias a los créditos regalados de la Reserva Federal, pero que no tienen el mínimo impacto en la productividad ni en las inversiones ni en la creación de empleos.

El sicótico financierismo de Wall Street, donde prevalece Goldman Sachs, no sólo ha desquiciado el planeta, sino que, peor aún, ha desembocado en un fracking geopolítico entre el G-7, en franco declive, y el pentapartita BRICS, que desde el punto de vista geoeconómico, mas no financierista, lleva ganada la partida global.

Sobre la transición demográfica predomina la mentalidad fiscalista neoliberal del manejo impúdico de los pletóricos fondos de pensiones, trampa mediante la cual los medievales megabancos explotan los ahorros para especular en forma desenfrenada sin la anuencia de los afectados, lo cual constituye una expropiación de facto de los fondos de retiro de los empleados, que ni siquiera son consultados sobre el destino de sus activos.

Es entendible que los panelistas no estuvieran actualizados con los recientes hallazgos perturbadores de Pew Research sobre la prevalencia del mundo islámico polígamo y juvenil como la suprema mayoría global, lo cual redundará en dramáticos giros geopolíticos y geoeconómicos (http://goo.gl/5dfYYo).

Sobre el creciente proteccionismo, los fracasados del librecambismo desregulado de ayer pretenden perpetuar su modelo disfuncional para mañana: 2015 no es más 2008, cuando se agudizan los estertores de la agónica globalización financierista.

Ya en 2008 la conferencia temía algunas señales emergentes de nacionalismo económico y otras medidas proteccionistas, cuando nadie practica más la soberanía y el nacionalismo económicos que el propio Estados Unidos, lo cual no es malo ni bueno, sino una de sus características definitorias.

El grave defecto de Goldman Sachs, en colaboración con la LSE –donde reaparece el blairiano fracasado Anthony Giddens, teórico de la fallida tercera vía fiscalista, que ni fue, ni es, ni será–, es su ultrarreduccionismo financierista.

Como en el deslumbrante Renacimiento, a los misántropos banqueros usureros/agiotistas/anatocistas tipo Shylock –paradigma de los mercaderes de Venecia de ayer y de Wall Street hoy– se les combate con el arma del humanismo y su bien común.

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