Escenografía chilango-jarocha
Filtraciones y ‘‘declaraciones’’
Texto de Andrés Timoteo, exiliado
Impunes, crímenes en Veracruz
iez días después de los asesinatos en la capitalina colonia Narvarte, el Gobierno del Distrito Federal ha decidido acercarse a la fuente de sospechas y acusaciones más insistentemente mencionada desde que se conocieron los hechos: el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, quien hoy recibirá en Xalapa a un subprocurador de justicia y a agentes del Ministerio Público de la ciudad de México para desahogar una diligencia protocolaria cuyos términos no son solamente previsibles, sino que ayer mismo fueron anunciados, a las 7 de la mañana, ante reporteros seleccionados y con ausencia de los que hubieran podido protestar, sin preguntas de ningún tipo, en una ‘‘conferencia de prensa’’ en la cual el autor de la célebre frase preparatoria ‘‘pórtense bien’’ hizo saber que cuida y defiende la libertad de expresión en aquella entidad y que no hay impunidad alguna en cuanto a agresiones y asesinatos de periodistas.
El arreglado asomo de Duarte a escena se produce justamente cuando las investigaciones oficiales han ‘‘cuadrado’’ cierta versión que deposita el asunto en los terrenos de la delincuencia común, con un ex recluso, un viene-viene y un malabarista callejero como presuntos responsables de los cinco asesinatos, según las filtraciones dadas a conocer este lunes. Las filtraciones han sido sistemáticamente utilizadas desde la procuraduría capitalina (a cargo de Rodolfo Ríos, hombre de todas las confianzas de Miguel Ángel Mancera) para ir asentando hipótesis que luego han sido desmentidas, pero en su momento ayudaron para imputar a los muertos conductas que de manera prejuiciosa habrían ‘‘explicado’’ los hechos como meramente circunstanciales, supuestamente sin implicaciones políticas y sin atender la vertiente natural de indagaciones relacionada con Veracruz. Ya redondeada la versión de simple nota roja, con una chilanga versión extraoficial exculpatoria, Duarte apareció para hacer declaraciones de estudio y hoy cumplirá con un artificio judicial que sumará a su propaganda de inocencia general.
Andrés Timoteo dejó México en septiembre de 2012, luego de que un país europeo le dio asilo a causa de las amenazas y presiones del crimen organizado y del gobierno de Duarte. Era corresponsal de La Jornada en Veracruz y publicaba en el diario Notiver su columna Texto irreverente. Ante lo que sucede, así escribió a Astillero:
‘‘Lo sucedido en la colonia Narvarte es un caso terrible, como terribles han sido los casos de los otros 14 reporteros que han sido asesinados en el sexenio del gobernante fallido Javier Duarte. Ninguno ha recibido justicia, todos los crímenes están impunes.
‘‘Hay algunas personas detenidas, pero como producto de confesiones bajo tortura, fabricación de escenarios y contratación de ‘chivos expiatorios’, que son la especialidad de la fiscalía veracruzana encomendada a uno de los favoritos del gobernante, Luis Ángel Bravo Contreras, quien estará en el cargo durante nueve años, de acuerdo con la reforma legal que el propio Duarte hizo para beneficiarlo con una permanencia transexenal. Para cubrirle las espaldas cuando se vaya, pues.
‘‘Leyendo tu columna me acordé de dos expresiones que retratan los sentimientos de Duarte de Ochoa y de sus funcionarios cada vez que es asesinado un periodista. El 20 de junio de 2011 fue acribillado en su casa el columnista y subdirector de Notiver Miguel Ángel López Velasco junto con su esposa, Agustina Solana Melo, y su hijo menor, Misael López Velasco, quien también era fotorreportero y colaboraba en Notiver. Con los homicidios de ellos comenzaron los asesinatos en serie de periodistas en Veracruz.
‘‘Durante el velatorio que se realizó en la funeraria de la Armada de México, en el centro histórico de Veracruz, la entonces vocera del gobierno estatal, María Gina Domínguez, comentó a reporteros con una sonrisa: ‘Ya ven, para qué escriben lo que escriben’. De ahí vino una campaña mediática orquestada desde el mismo gobierno estatal para ligar a Milo Vela –acróstico de su nombre y apellido con el que firmaba la columna Va de Nuez en el periódico porteño– con el crimen organizado.
‘‘Un mes después fue secuestrada y asesinada la también reportera de Notiver Yolanda Ordaz, cuyo cadáver desmembrado apareció el 26 de julio cerca de las instalaciones de otro periódico en Boca del Río. El gobierno de Javier Duarte le aplicó la misma campaña mediática para ligar los hechos al crimen organizado.
‘‘Un par de meses más tarde, en la ciudad de Xalapa, una compañera reportera decidió suspender su tradicional fiesta de cumpleaños que realizaba de forma vasta y con la asistencia de políticos y funcionarios públicos. La decisión de la periodista fue por respeto al luto que tenía la comunidad reporteril tras el asesinato de los compañeros de Notiver. Sin embargo, el gobernador Duarte de Ochoa la encontró en un evento público y le reclamó la suspensión del festejo al que, dijo, tenía planeado asistir. La periodista le explicó que lo había suspendido por el asesinato de los integrantes de la familia López Solana y de la compañera Yolanda Ordaz, a lo que Duarte le respondió, también con una sonrisa enfática: ‘Ese no es motivo suficiente para suspender una fiesta’.
‘‘Ese es el gobernante en Veracruz, quizás el que no sea el autor material de los crímenes, pero el que festina cada vez que un compañero periodista cae, el que garantiza impunidad a todo aquel que agreda a un comunicador, el que ha permitido que la violencia contra la prensa sea una de las reglas de su administración, el que difama a los compañeros aun cuando están muertos y no pueden defenderse. En Veracruz cualquiera puede amenazar, secuestrar, torturar, desaparecer y asesinar a un periodista porque no hay consecuencias, sino un gobierno permisivo y aplaudidor de esos ataques. Duarte de Ochoa, junto con su antecesor, hizo de Veracruz una tierra sin ley donde la criminalidad, la violencia, la corrupción y la impunidad es lo cotidiano, y donde hacer periodismo es ganarse una condena de muerte. Te lo digo con conocimiento de causa’’. ¡Hasta mañana!
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