Opinión
Ver día anteriorMartes 11 de agosto de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Cruzada contra el Hambre: tropiezos en el DF

Controlar a la gente con televisores

Elecciones en el PRD

A

l principio del sexenio se discutió la idea de que la Secretaría de Desarrollo Social federal entrara a las diferentes delegaciones de la ciudad de México con un programa diseñado, según se dijo allí, para enfrentar el hambre de la gente de menos recursos. Estaban, por el Gobierno del Distrito Federal, el secretario Héctor Serrano; la delegada en Gustavo A Madero, Nora Arias; el delegado en Iztapalapa, Jesús Valencia; el de Álvaro Obregón, Leonel Luna, y la de Tlalpan, Maricela Contreras. Por el lado federal, Rosario Robles, secretaria de Desarrollo, y algún otro funcionario de la misma dependencia.

Se trataba de anunciarles la imposición de la Cruzada contra el Hambre del gobierno federal, pero, después de enterarse de la imposición, la delegada Arias pidió algo imposible a la funcionaria federal: que le dijera cuáles serían las reglas de operación del programa. La secretaria de Desarrollo no tenía idea de cómo se podría establecer el mentado programa en las delegaciones, y al no tener respuesta clara se negó a permitir que cualquier programa se instalara en Gustavo A. Madero, y expresó una duda que casi termina con la reunión: más bien se trata de un proyecto con fines electorales, señaló.

Es más, en algún momento, y bajo mucha presión, Nora Arias parecía haber aceptado que el programa aterrizara en Gustavo A. Madero, pero puso una condición que sirvió para dar mate a la controversia. Arias le dijo a Rosario Robles que estaba bien, que ella llenaría de niños pobres los comedores que se instalaran para que el programa les diera sus tres comidas. El efecto fue devastador.

No se trataba de niños, esos no votan. La idea era llegar a quienes sí pueden ejercer el derecho al voto; los niños eran otra cosa, asunto tal vez de algún otro programa, algún otro día, pero no de éste. Las dudas se sembraron en casi todos los asistentes. El programa ya no era una cuestión de servicio social. Ya no se tendría que preguntar, mas el asunto estaba claro.

Tanto Valencia como Luna, que parecía que habían dudado, respaldaron la postura de la delegada porque la propuesta de Rosario Robles no tenía ni pies ni cabeza. La delegada en Tlalpan, por su parte, no tuvo empacho en ponerle alfombra roja a los proyectos federales, aunque allí había quedado muy claro que se trataba de un asunto con miras a las elecciones. La señora Contreras simplemente dijo .

Frente a la postura de los tres delegados, Robles exigió ver entonces al jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, pero Héctor Serrano le explicó que esas reuniones eran de pares y él sería quien se encargaría de ver, entender y encaminar las decisiones. El programa, entonces, no pudo penetrar en el Distrito Federal, salvo en Tlalpan.

Hoy no queda más que indignarnos por el trato al que el gobierno de Enrique Peña Nieto ha sometido a una buena parte de los habitantes más vulnerable de la capital. El intercambio de televisores digitales por los datos personales de cada uno de los beneficiarios, a quienes se ficha, es la más clara demostración de las formas de control que pretende el gobierno federal.

No hay ningún argumento que pudiera explicar el fichaje. Además del evidente control de la gente que recibe los televisores, y que debería ser una preocupación para todas las autoridades, federales y locales, se ha humillado a los defeños, se han aprovechado de sus carencias, de su pobreza, y eso debería estar ya en la agenda de los derechos humanos, también en el ámbito local y federal.

¿Por qué, además de tomar fotografía de las credenciales de elector, se les ficha? ¿Qué uso puede dar el gobierno federal a los datos que obtiene de la gente más pobre de la ciudad de Mexico? ¿Qué pretende? Cuidado: dentro de los trabajadores contratados para tomar los datos personales de quienes buscan un televisor, se dice que en las demarcaciones donde los delegados se negaron a prestar sus instalaciones para el fichaje, se recurrió al gobierno central, desde donde se arregló el asunto. ¡Qué barbaridad!

De pasadita

En el PRD capitalino todo está listo para que cambie la presidencia del organismo, y eso no está nada mal, lo malísimo es que un chucho, corregido y aumentado, pero de tercera división, Julio César Moreno, es quien pretende apoderarse de esta parte fundamental del sol azteca ¡Qué pena!