Danzas del guajolote
l interés de Andrés Medina Hernández por la presencia del guajolote en distintas ceremonias, nació tras la invitación a una boda en Zapotitlán, uno de los pueblos originarios de Tláhuac en el Distrito Federal. Ahí pudo ver cómo llegaba la familia del novio a entregar a la familia de la novia dentro de un cesto un guajolote sancochado, esto es, a medio cocer, cuya cabeza asomaba a través de una servilleta. Junto con el guajolote regalaron cestos con tamales, arroz y botellas de licor.
Cada cesta llevaba una servilleta adornada con el nombre de los distintos familiares de la novia o algún motivo alusivo. Los parientes bailaron la cesta con el guajolote, con pasos semejantes a los que se usan en la zona durante los desfiles de carnaval. A partir de ese momento los padres de la pareja se convirtieron en compadres y la familia de la novia adquirió la obligación de dar una fiesta dos semanas después y ofrecer el ave preparada en mole. Así se va tejiendo la relación comunitaria y se establecen lazos de reciprocidad, comenta Andrés Medina.
Luego de esta experiencia, localizó en otras fuentes, danzas similares. Como ejemplo, se puede ver un interesante video filmado en Tehuitzingo, Puebla. Ahí los familiares llevan un ave adornada que le entregarán al final al padrino de velación, y una palangana o charola con pan, que será entregada a la molera, cocinera experta que preparó la comida de bodas.
Ella tiene un papel importante en la danza. Se sienta al centro con una cazuela con mole sobre un anafre; tiene en la mano una cuchara de madera y simula cocinar. Los invitados danzan en círculo a su alrededor y pretenden invitarla a tomar; ella, para defenderse, lanza mole con la cuchara. El ciclo es largo y termina con una danza también muy antigua que es la de los panderos. La danza del guajolote en las bodas también está presente en los estados de México y Oaxaca.
Andrés Medina fue invitado por Francisco Javier Rivas a otra celebración en Dzitás, población ubicada en el centro-norte de Yucatán, cerca de Quintana Roo. Aquí los guajolotes forman parte de la fiesta patronal de la localidad, el 20 de enero, día de santa Inés. Dura 10 días; para dar de comer a las personas se preparan cerca de 30 pavos diarios. La organizan 11 gremios o asociaciones de voluntarios; cada uno tiene un carguero o kuch.
El gremio de Labradores o gremio 20 participa el día principal; le corresponde llevar a cabo la danza de los pavos. Del contexto y los pormenores de la celebración nos habló largamente el doctor Medina, en una muy grata reunión; la compartiremos pronto.