Cantantes y actores admiraron exposición sobre Miguel Ángel
Miércoles 2 de septiembre de 2015, p. a10
Un anhelo de compartir la belleza fue el sentir común de un grupo de artistas, entre cantantes y actores, que se dieron cita el pasado lunes en el Palacio de Bellas Artes para recorrer la muestra Miguel Ángel Buonarroti, un artista entre dos mundos, cuyo eje temático es la influencia del genio italiano en el arte de México.
Un total de 18 histriones e intérpretes respondieron a la invitación para conocer la exposición. Algunos ya han visto la concreción del trabajo de Miguel Ángel en Europa, pero no quisieron dejar de vivir la experiencia, el privilegio, de un rencuentro en el Palacio de Bellas Artes.
Ya se fue la síntesis artístico-científica de Leonardo Da Vinci y dejó un vacío eterno. El espíritu de Miguel Ángel deambulará aún, hasta el 27 de septiembre.
Acudieron Laura Zapata, Carlos Bracho, Alejandro Tommasi, Arcelia Ramírez, Azela Robinson, Cecilia Toussaint, Pilar Pellicer, Maricruz Nájera, Fernando Becerril, Emilia Carranza, Marta Zamora, Zaide Silvia Gutiérrez, Arlette Pacheco, Luz María Jerez, Francesca Guillén, Tiaré Scanda, Miguel Balbi y Mauricio Islas.
Pilar Pellicer comía ansias porque ya quería ver la muestra. Con parsimonia, Carlos Bracho hablaba de pintura, arte con el que ha estado en contacto de manera permanente. Arcelia iba con dos niñas que denotan la libertad y el cariño con los que han crecido. Laura Zapata se acomodaba los lentes para enfocar cada una de las piezas.
El guía explicó que la muestra está dividida en cinco módulos. Hay pantallas que ejemplifican casos concretos de la influencia del creador en la pintura y la arquitectura de México.
Lo primero es un busto de Miguel Ángel hecho hacia 1566 por Daniele da Volterra. Se puede observar en la nariz la fractura y el desvío por el golpe de un rival estudiantil. Miguel Ángel era un genio, y humano, muy humano. El busto fue hecho a partir de la máscara mortuoria del artista.
El encuentro con cada pieza sorprende por la perfección, la talla, el cuidado de cada cincelazo, de cada pincelazo o trazo o línea en un boceto.
Se ve el Cristo Portacroce, desnudo, con las manos con huellas por la tortura del viacrucis. Las sombras de los omóplatos marcan el estudio de la anatomía, de la condición humana.
Una copia de La Piedad, universal, y la Virgen cargando a su hijo muerto, ya tan sólo un cuerpo. La contemplación crea silencio y cada quien se sumerge en sus sensaciones más íntimas.
Los bocetos para su obra en la Capilla Sixtina denotan la escala, la proyección del ojo y el cerebro en la bóveda. Con todo, entre los florentinos había pugnas y envidias. Un comentario negativo al papa Julio II fue que había demasiados desnudos.
Arcelia comentó: Esta muestra es como un aperitivo, como un bocadito, pues no están las grandes obras, monumentales, de Miguel Ángel, pero sí nos podemos percatar de la grandeza de su obra. Podemos disfrutar, sobre todo, del proceso de trabajo, desde los bocetos; toda la investigación de la anatomía humana para poder acceder a un trazo, a un movimiento, a estas figuras de las que tenemos la sensación de que están a punto de moverse.
Pilar Pellicer: ¡Qué bueno poder ver esta muestra, aunque ya la hayamos visto en Europa! Aquí la pudimos apreciar con todo detalle. Está muy bien montada, a pesar de que son muy pocas cosas. Es maravilloso que ya hayan venido decenas de miles de mexicanos, porque el arte es para ser visto; no es una cosa lejana. ¿Un cuerpo desnudo? Yo fui bailarina y para mí el cuerpo expresa cosas. Aquí hay un movimiento del cuerpo que no existía antes y eso me parece de un erotismo natural. ¡Bellamente natural! Afuera hay caos y creo que el arte sí puede salvar, de alguna manera, al ser humano.
Cecilia Toussaint: Me gusta todo, pero me da un poco de pesar que de pronto no tengamos recursos suficientes para la cultura de este país, para que lo que se traiga sea mejor. No obstante, es una buena oportunidad para acercarse al trabajo del artista.