La banda se cae
BMV: privatizar la educación
El fantasma de AMLO
Premios por Casa Blanca
a banda presidencial estuvo en ruta de caer al suelo. No sucedió durante el personalísimo espot gigante rodado ayer en uno de los patios de Palacio Nacional. Fue antes, mientras Enrique Peña Nieto se preparaba en términos indumentarios, en una habitación privada, para salir a escena en función del tercer Informe de labores entregado un día antes a un Poder Legislativo tan complaciente que aceptó imponerse una mordaza de 24 horas para no difundir los términos de ese informe y así dejar al titular del Ejecutivo el privilegio de dar a conocer ciertas líneas especiales, sobre todo la relacionada con la privatización educativa por la vía de bonos para la infraestructureichion.
El concesionario en exclusiva sexenal de la preciada tira, Enrique Peña Nieto, la había tomado de una mesa para mostrarla al camarógrafo que en ese momento transmitía para la aplicación de Internet en vivo Periscope (https://goo.gl/qhdaKM). Pero al momento de regresarla al mismo mueble la colocó de tal manera (no a lo largo de la madera, como estaba originalmente, sino en posición transversal, con una parte hacia el vacío del que luego diría EPN que tres años atrás el país se salvó) que la sedosidad representativa del máximo poder en México se deslizó de manera natural, previsible, por una ley de la gravedad a la que el mexiquense se opuso con un súbito golpe de mano que frenó el conato de caída tricolor, ante el descontrol del tomador de imagen que, contra cualquier reacción natural que habría tenido alguien con formación periodística, no tomó los traspiés del poderoso y su banda (se habla de la textil), sino que apartó el ojo maquinal hacia un punto ciego, un túnel de imagen, de tal manera que no se pudo saber si la franja bordada tocó el suelo o la caída pudo realmente ser frenada.
Tales impericias menores no son infrecuentes (en la misma grabación para Periscope, arriba mencionada, se ve a EPN advirtiendo a un asistente, quien pregunta sobre la ubicación escénica de una fotografías, que la cámara les está tomando y que todo lo dicho ahí estaría difundiéndose). Hace poco se le cayó a Peña Nieto un pedazo de pastel en una reunión festiva con beneficiarios asistenciales, y es tal la credibilidad colectiva en la pifia como distintivo sexenal que uno de los más significativos esclarecimientos enriquistas fue para demostrar que se había puesto correctamente unas calcetas deportivas.
Pero también es posible decir que la fiesta personal del Informe de gobierno se le cayó a Peña Nieto, se le deslizó entre las manos y la retórica, convertida la fiesta de Palacio (con las camionetas de los más poderosos estacionadas afuera de ese inmueble, ya no sobre la plancha del Zócalo, pero sí en la vía pública, donde los mortales no pueden detenerse ni por equivocación) en una repetición de cifras y de trucos de presentación que le permitieron acomodar (casi) lo mismo de antes en un decálogo de resonancias huecas (otra de las manías de Peña y su equipo ha sido la de reciclar programas y metas dándoles presuntas nuevas formas numeradas).
Arengas de segunda mano, nueva provisión de promesas condicionadas al advenimiento del paraíso económico que nos espera luego de las penurias en curso, magnos objetivos históricos por alcanzarse un día de estos y, entre el reconocimiento de pasada de los grandes problemas nacionales, como la desaparición de los 43, la fuga de El Chapo y las acusaciones de corrupción marca Higa, el profesor Peña Nieto soltó las líneas que había reservado para su difusión ante los mil quinientos invitados especiales: la conversión de las escuelas públicas mexicanas en negocio privado (¿Mexicanos Primero, con Claudio X. González como inversionista triunfador?), mediante la emisión de bonos que serán colocados en la Bolsa Mexicana de Valores y servirán para mejorar la infraestructura educativa pero también, obviamente, para dar derechos y ganancias a quienes metan su dinero al mercado de la educación pública-privada.
Todo el teatro de la llamada reforma educativa
queda de manifiesto como mero forcejeo por el control administrativo y político del profesorado nacional para abrir paso al negocio que desde Televisa y organizaciones como Mexicanos Primero se ha estado impulsando. Los trabajadores de la educación, formados en el nacionalismo revolucionario, defensores de la escuela pública como conquista popular, son un obstáculo, sobre todo las secciones más politizadas y combativas agrupadas en la CNTE, para otro de los grandes negocios del sexenio. Por ello se tumbó a la cacica Elba Esther Gordillo, que habría exigido porciones grandes del pastel. Por ello se ha mantenido una guerra abierta contra los profesores disidentes, sobre todo los de Oaxaca. Por ello se nombró a Aurelio Nuño secretario de Educación, para que administre los 50 mil millones de pesos que se pretende obtener de aquí a las elecciones de 2018 mediante los citados bonos bursátiles y emprenda la vistosa obra de combinar tal inversión privada con fondos públicos para una colosal dignificación de las escuelas públicas
(convirtiéndolas progresivamente en propiedad privada). La banda (sobre los ojos) se cae.
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para apoyar obras de infraestructura y negocios energéticos, y la contradictoria creación de una secretaría de cultura, a partir del próximo presupuesto bajo cero, son otros de los anuncios dados en el mensaje
peñista que cerró con tambores de guerra electoral contra el populismo, la demagogia y la intolerancia, en una descuadrada alocución que hizo ver a Andrés Manuel López Obrador como el fantasma que asusta los sueños de negocios dorados y de continuidad en el poder de la banda que cae.
Todo ello al mismo tiempo que la investigación sobre la Casa Blanca, hecha por Rafael Cabrera, Daniel Lizárraga, Irving Huerta y Sebastián Barragán, coordinados por Carmen Aristegui, ganaba el Premio Nacional de Periodismo y se incluía entre los diez trabajos finalistas del premio Gabriel García Márquez. ¡Hasta mañana!
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