Opinión
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Los de Abajo

Lucha por el agua

H

ace un año lo acusaron de privación ilegal de la libertad y robo de vehículo. No hubo entonces, como no lo hay ahora, argumento jurídico válido, pues Mario Luna Romero, secretario y vocero de la tribu yaqui, no participó en delito alguno. En la tribu se aplicaron las normas y leyes internas a una persona que se dijo yaqui y que además resultó un conocido operador político de Guillermo Padrés, gobernador del estado.

Luna advierte desde el penal de Hermosillo, Sonora, que lo que se avecina para el país es el despojo aún más fuerte de los recursos naturales de los pueblos indígenas, por lo que tienen que mantenerse alertas y unidos. Y asegura que si el gobierno pretendía con su encarcelamiento apagar la lucha de la tribu yaqui contra el Acueducto Independencia, no lo consiguió, pues las autoridades indígenas y el resto de la tribu han seguido defendiendo su agua y exigiendo la integridad territorial de su pueblo.

El procedimiento de su detención y encarcelamiento fue manoseado y por eso hasta el momento no se le han podido fincar responsabilidades. Ganó ya todos los amparos, al igual que su compañero Fernando Jiménez, quien también fue encarcelado, pero a él lo liberaron hace unas semanas. Chicanadas legales son las que hoy lo mantienen tras las rejas.

Desde su encierro, Mario Luna sigue las noticias y, cuando hay oportunidad, sostiene reuniones con las autoridades de la tribu. Por ellos se entera que continúa operando el Acueducto Independencia, megaobra impulsada por el gobierno de Guillermo Padrés Elías, para arrebatarles el agua del río Yaqui y entregarla a los empresarios de Hermosillo.

Los días en prisión para Mario son lentos y, a veces, desesperantes. Aquí, dice el ex vocero yaqui, de 44 años, padre de familia, se revalora todo. Anímicamente he estado bien, he tenido el acompañamiento y aliento de la sociedad civil, de los líderes, de los medios libres que han sido pilar fundamental para difundir nuestra lucha. Pero para una persona libre, que es indígena, el encierro es difícil, aunque ya sabíamos que esto podía suceder.

Incansable en la defensa del agua, Luna asegura que la justicia está de su lado. Vamos a ganar, dice, a pesar de que el impugnado acueducto ya está operando, desviando el agua del río hacia la zona industrial de Hermosillo, pues nunca pensaron conectarlo a la red y ni siquiera construyeron una planta potabilizadora, con lo que queda claro que el agua no era para consumo humano, como dijo siempre el gobierno, sino para las empresas automotrices, cerveceras y refresqueras.

Un año tras las rejas y, desde ahí, Mario grita: ¡Namakasia!

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