Toronto.
na de las varias ventajas del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF, por sus siglas en inglés) es que comparte varias de las selecciones del festival de Venecia y, en esta ocasión, ha permitido apreciar buen número de las películas premiadas en esa competencia.
La imaginativa mente del cineasta Charlie Kaufman ha creado algunos de los guiones más ocurrentes que han surgido de Hollywood, una apuesta por el metacine, en la cual las diferencias entre la realidad y la ficción son el meollo de sus reflexiones. Luego Kaufman dirigió una elaborada opera prima, Synecdoche, New York (2008), cuyos múltiples niveles eran susceptibles de provocar una jaqueca.
Ganador en Venecia del Gran Premio del Jurado, su segundo largometraje, Anomalisa, es una película de animación cuadro por cuadro en la que Kaufman ha codirigido con Duke Johnson. De corte realista y lineal en su desarrollo, la película describe el viaje del conferencista motivacional Michael Stone (con la voz de David Thewlis), enajenado hombre de familia, desesperado por no pasar solo la única noche que dormirá en Cincinnati. Por azar, conoce a una mujer llamada Lisa (doblada por Jennifer Jason Leigh) y se enamora de ella de manera casi instantánea.
El guión de Kaufman pinta un mundo desencantado y cínico, donde todas las personas tienen –en la percepción de Michael– los mismos rasgos y voz (debida a Tom Noonan). De hecho, Lisa es la primera mujer que se distingue y habla como tal. En el ambiente impersonal de un hotel de lujo, donde todos los cuartos son iguales, con el mismo decorado anodino, el protagonista encuentra el amor de forma inopinada, pues la propia Lisa se describe como una persona sin cualidades. Sin embargo, para Michael ella es una anomalía (de ahí el juego de palabras del título).
La escena en que ambos hacen el amor después de que Lisa ha entonado Girls Just Want to Have Fun, de Cyndi Lauper, es de un tierno erotismo que seguramente no hubiera sucedido en una película hollywoodense de acción viva de manera tan gráfica. Aunque los intérpretes son muñecos, la secuencia no es motivo de chacota. Es, quizás, el momento más extático que Michael ha experimentado en mucho tiempo. Sin embargo, es efímero. Kaufman, el pesimista, devuelve a sus personajes a la realidad de la que pretendieron huir.
Un enamoramiento muy distinto es el ocurrido en Desde allá, coproducción entre Venezuela y México que acaba de ganar el León de Oro en el festival de Venecia. Dirigida por el debutante Lorenzo Vigas, la película describe la extraña relación que se da entre Armando (el chileno Alfredo Castro), hombre solitario, fabricante de prótesis dentales, y el joven hamponcete Élder (Luis Silva), quien golpea y asalta al primero cuando lo contrata para sus singulares prácticas sexuales. Lejos de llamar a la ley para acusar a su agresor, Armando se vuelve una figura protectora de Élder hasta ganarse totalmente su confianza… y algo más.
Vigas no parece primerizo por la manera sobria y distante con la que retrata a sus personajes y desarrolla su relación en secuencias cortas pero expresivas de un malestar. Al mismo tiempo, el cineasta mantiene una importante ambigüedad. Ésta no será una previsible historia de amor gay entre clases sociales distintas. Sino algo más inquietante que parte de las neurosis de Armando y su conflictiva relación, también sugerida, con su padre.
Nomás para la estadística, la productora mexicana Lucía Films, en la que son socios Michel Franco y Gabriel Ripstein, ha conseguido premios importantes en los tres principales festivales del año: con 600 millas, en Berlín; Chronic, en Cannes, y ahora Desde allá, en Venecia. No está nada mal para una compañía joven.
Twitter: @walyder