Brasilia.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, afirmó este miércoles que aprovechar la existencia de una crisis en el país para derrocar al gobierno en turno y acceder al poder es una versión moderna de golpe de Estado.

Brasil tiene solidez institucional. De todos los países que pasaron por dificultades, no se vio a ninguno proponiendo la ruptura democrática como forma de salida de la crisis. Ese método, de utilizar la crisis como un mecanismo para llegar al poder, es una versión moderna de golpe, declaró la mandataria a una radio del interior de Sao Paulo.

Sus declaraciones, reproducidas en el blog de la Presidencia, tienen como telón de fondo el surgimiento de movimientos de la derecha y ultraderecha que defienden su destitución.

Además de varias iniciativas populares en ese sentido, legisladores opositores lanzaron la semana pasada el Movimiento parlamentario pro impeachment (juicio político), que basa sus argumentos en un pedido de destitución de Rousseff presentado por el jurista Hélio Bicudo, fundador del gobernante Partido de los Trabajadores (PT).

El jurista, de 93 años, ex vicepresidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, acusa a la mandataria de haber incurrido en el delito de Responsabilidad Fiscal al haber maquillado las cuentas públicas de 2014, y afirma que ella estaba al tanto de los desvíos de fondos en la estatal Petrobras.

Rousseff afirmó: infelizmente, hay personas que no se conforman con que Brasil sea una democracia sólida, cuyo fundamento mayor es la legitimidad dada por el voto popular.

A la crisis política por la que atraviesa la presidenta se suma una severa crisis económica que llevó a que la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor’s quitara a Brasil el grado de inversión la semana pasada.

Al respecto, la mandataria dijo que trabaja intensamente para que Brasil vuelva a crecer.