l presidente de Francia, François Hollande, está convencido de que la Cumbre del Clima, que se celebrará en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre próximos, es uno de los acontecimientos más importantes de este siglo. Sostiene que marcará el futuro de la humanidad debido a los problemas que ya existen, fruto de la generación de gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global del planeta. Tomar los acuerdos urgentes y suficientes para evitar lo peor es el reto de la comunidad de naciones, afirma Hollande. Y adelanta que su país estará al frente de las propuestas de carácter obligatorio para lograr frenar el incremento de la temperatura en el mundo, lo cual ocasionaría aumento del nivel del mar, inundando ciudades, puertos y actividades agropecuarias e industriales ubicadas en la franja costera, además de la desaparición de islas; también provocaría sequías y lluvias fuera de lo común y nuevos retos en el campo de la salud ante la aparición o expansión de epidemias viejas y nuevas.
En fin, un panorama nada alentador, especialmente para las futuras generaciones y los países pobres. Además, Hollande refrendó el compromiso de hacer realidad el prometido apoyo monetario y técnico de los países industrializados (100 mil millones de dólares), con el propósito de remediar y prevenir los efectos del cambio climático en el mundo subdesarrollado. En tanto, la calificadora Moody’s rebaja un escalón la nota de deuda del país galo, por la continuada debilidad
de las perspectivas de crecimiento a medio plazo.
Y mientras abundan las promesas de los grandes generadores de gases de efecto invernadero para garantizar el éxito de la Cumbre de París, la población mundial sumará 10 mil millones en 2050. Ahora es de 7 mil 300. El crecimiento demográfico en 35 años hará de India el país más poblado de la tierra, seguido de China, que lo es hoy y donde continúan las medidas para reducir la natalidad, aunque no tan estrictas como cuando el Gran Timonel ordenó parar la procreación. Será notable también el aumento en África, lo que le traerá severos problemas por las migraciones debidas a la falta de agua y pobreza en el sector rural. Esas migraciones se dirigirán preferentemente a Europa.
No hace falta esperar a que el cambio climático ocasione en África más problemas de los que ya padece por los resabios que dejó la ocupación colonial y que continúan con la explotación salvaje de sus recursos por las grandes potencias. Ahora la obtención de café y azúcar, productos de exportación muy importante para Kenya, Tanzania y Uganda, por ejemplo, disminuye por el fenómeno de El Niño. Y a esto se suma otro que parece simple, pero no lo es para miles de personas: existen en el mundo alrededor de 600 serpientes cuyo veneno es mortal. Quienes son mordidos por ellas pueden salvarse si reciben oportunamente el antídoto adecuado. Cada año 100 mil personas mueren por la mordedura de las serpientes venenosas. Decenas de miles más logran salvarse por la aplicación inmediata de curaciones tradicionales en boga entre algunos pueblos. Pero a costa de severas alteraciones físicas, como la amputación de un brazo o una pierna.
Uno de cada tres decesos por ataque de serpiente ocurre en África. Esa proporción aumentará debido a que Sanofi-Aventis, uno de los tres gigantes farmacéuticos del mundo y el más importante de Europa, dejó de producir el año pasado el antídoto contra el veneno mortal. Las dosis existentes se agotarán el año próximo. Otro biológico estará nuevamente en el mercado en 2019. La dimensión del problema social y económico que esto representa lo denuncia la organización Médicos sin Fronteras, al señalar lo que cuesta a quien sufre la mordedura de una serpiente venenosa salvar la vida con los productos de las trasnacionales farmacéuticas: entre 250 y 500 dólares. Cifra enorme para la mayoría de los que enfrentan el problema, pues viven en el medio rural y son muy pobres.
En México también tienen problemas quienes cultivan no sólo café, sino maíz y otros productos agrícolas. Parecen no existir, de acuerdo con el optimista discurso oficial de que ahora sí caminamos por la senda del progreso social y económico.