De poco le sirvió ganar el campeonato del mundo a Arely Muciño. Lo tuvo durante nueve meses pero inactivo, como un objeto valioso guardado que nadie puede apreciar. Arely no tuvo ofertas interesantes de su promotora para exponerlo como campeona y prefirió ser una campeona sin peleas y, como ella dice, no sirve de nada tener un título guardado en un cajón.

Nueve meses en los que se distrajo con otros trabajos relacionados con su carrera en ciencias del ejercicio. Aunque no dejó de entrenar, no estaba concentrada por completo en su carrera de boxeadora.

Por eso cuando desempolvó el cinturón mosca del CMB, con una oferta repentina para exponerlo ante Kika Chávez, tenía todo en contra.

Estaba incómoda con mi promotora, no me pagaron el dinero que me ofrecieron. Es difícil trabajar en esas condiciones, dice Arely.

Todo le resultó adverso esa noche del 19 de septiembre en Ecatepec, el territorio de Kika Chávez. Un grupo de personas que no supo identificar –según el relato de Arely– se encargó de hostilizar a su familia y a su equipo.

A pesar de ser la campeona, la ex campeona confiesa que el entorno la hizo sentir en desventaja. El apoyo que recibió Kika de la promotora –a la que también pertenece Arely– y del gobierno del estado de México se notó en el ambiente.

“La promotora tiene sus beneficios con Kika porque el gobierno (del estado de México) está soltando dinero; yo no tengo respaldo gubernamental económico; el de Monterrey no va a dar dinero”, dice.

Después todo lo hizo mal –lo admite–, porque nada de lo que planeó en los meses previos resultó sobre el cuadrilátero.

Fui muy pasiva y cuando vi las tarjetas me desmoralicé, recuerda Arely. No me intimidó la gente de Ecatepec, me intimidé yo misma, pero si me dieran la revancha no me gustaría que fuera en su casa, sino en un territorio neutral.