anal 11 transmite la serie Los otros mexicanos, que muestra historias de éxito de connacionales que emigraron a Estados Unidos. Nos permite ver la lucha que llevan a cabo los mexicanos para salir adelante ante múltiples adversidades en un medio básicamente hostil. Factor fundamental es la solidaridad que existe entre familiares y grupos de origen común, que forman comunidades sólidas que se apoyan y protegen.
Esto lo pudimos apreciar recientemente en una visita a Chicago para conversar sobre las mujeres de la Independencia en el Museo Nacional de Arte Mexicano.
Está ubicado en el barrio de Pilsen, corazón de la comunidad mexicana en la ciudad. La encantadora arquitectura del rumbo nos traslada a los albores del siglo XX, cuando se establecieron en la zona inmigrantes checos. Su nombre se deriva de la palabra Pizen, nombre de la ciudad checoslovaca de la región de Bohemia, donde nació la cerveza tipo pilsener. De este lugar salieron miles de emigrantes que se establecieron en la zona este de Chicago.
Curiosamente, al igual que la ciudad de México, Chicago es una ciudad de barrios, cada uno con una personalidad distintiva. Muchos guardan la historia de una o varias migraciones; ésta se advierte en el nombre mismo de los barrios, en sus iglesias y centros comunitarios, sus leyendas, el trazado de los parques y sus escuelas.
Inmigrantes irlandeses y alemanes habitaron el barrio en el siglo XIX, pero fueron los checos los que lo bautizaron con el nombre de Pilsen, el cual conserva hasta la fecha. Otras migraciones se establecieron a lo largo de siglo XX: polacos, croatas, lituanos y a partir de la segunda mitad de esa centuria los mexicanos lo han hecho suyo y han marcado su huella en los anuncios en español, como tlapalerías, tamales, puestos de chicharrones, tacos, churros y carritos de paletas de los que se acostumbraban en la ciudad de México en los años 50. Coloridos murales en espacios públicos dan una personalidad única al barrio, cuya antigua arquitectura es sobria.
La cultura mexicana se expresa cotidianamente en el periodismo cultural y radiofónico, la literatura, tradiciones, fiestas, arte y cocina tradicional y nueva. Anclas fundamentales son el Museo de Arte Mexicano y el consulado de nuestro país, que preside Carlos Jiménez Macías, quien mantiene lazos cercanos con la comunidad mexicana. La sede se encuentra en el barrio.
Durante mi estancia se realizaban los preparativos para el Grito, que se celebra en un gran parque de Pilsen; se esperaba la asistencia de 17 mil connacionales. Una fracción del millón y medio que viven en Chicago, pero un gentío si lo comparamos con el número de personas que asisten a las ceremonias en las delegaciones del DF, que tienen ese número de habitantes.
Nuestros cálidos anfitriones Len Domínguez y Patricia Carlos, nacidos en Estados Unidos de padres mexicanos, tienen grabadas en el alma las raíces culturales de sus progenitores y son los mejores embajadores que podemos tener. Constantemente invitan, con el apoyo del consulado, a escritores, artistas, historiadores, músicos y cuanto hay, para que vayan a compartir sus artes con los compatriotas, que no obstante el tiempo y la distancia, guardan a México en su corazón.
Y no podíamos dejar de dar un paseo por el centro de Chicago, con sus impresionantes rascacielos, museos, restaurantes y un hermoso río que lo cruza por la mitad. Éste permite disfrutar de maravillosas vistas de arquitectura urbana, que se aprecian durante un paseo en barquito.
Han conservado construcciones antiguas de ladrillo rojo, restaurándolas y adaptándolas al uso actual. Estas conviven armoniosamente con los rascacielos, que en el horizonte brindan un paisaje impresionante, que poco le pide al neoyorkino.
Ciudad hermana del Distrito Federal, comparten varias semejanzas; conformadas por migraciones, posee una variada riqueza cultural y tiene un centro prodigioso, donde conviven armónicamente el pasado y el presente.
Para Hugo Gutiérrez Vega,
imperecedero