as elecciones del 27 de septiembre en Cataluña despertaron mayor atención internacional y más participación local que otras veces. Votamos más de 77 por ciento del censo. Estamos en una situación sin precedentes, en marcha hacia la independencia, lo que en otras épocas hubiera desencadenado una reacción del ejército español en las palabras y los hechos. Por ahora, esa reacción no se ha producido. Estas elecciones han tenido lugar 10 meses después del “ensayo de referéndum” del 9 de noviembre de 2014, que el gobierno de Madrid consideró ilegal, lo que está llevando ahora mismo a procesar por vía penal al presidente Artur Mas y a dos de sus ministras, Joana Ortega e Irene Rigau.
El 27 de septiembre, de los 135 escaños del Parlamento catalán, yendo de derecha a izquierda, el PP español de Mariano Rajoy ganó solamente 11 diputados; el nuevo partido Ciudadanos (neoliberal y anticatalanista), 25 diputados; la alianza de Convergencia Democràtica y Esquerra Republicana, 62; el Partido Socialista, 16; la alianza de Podemos y los post comunistas de ICV-EUiA, 11, y las CUP (Candidaturas de Unidad Popular), 10.
En la divisoria nacionalista están por la independencia Convergencia Democràtica, Esquerra Republicana y las CUP, que llegan a 72 diputados. Están en medio, dubitativos, Podemos y los post comunistas, que apoyan un futuro referéndum de autodeterminación. Están en contra los socialistas y el PP, que en Cataluña han ido de baja, y Ciudadanos, que sube.
Las CUP ocupan el lugar más a la izquierda y más independentista. Es un partido asambleario, a favor de la soberanía alimentaria y la soberanía energética, de una gran banca pública y una auditoría de la deuda, un partido que ha denunciado la corrupción. Es un partido feminista y ecologista, con muchos jóvenes pero con viejas raíces desde 1975 entre quienes rechazamos las concesiones que la izquierda hizo a los post franquistas durante la Transición. Entre ellas, la no admisión del derecho de autodeterminación que propuso en 1978 en el Congreso en Madrid el diputado vasco Francisco Letamendía. Un protagonista de este rechazo del derecho de autodeterminación fue Jordi Solé Tura, comunista catalán, uno de los redactores de la Constitución. Algunos candidatos en las listas de las CUP, Julià de Jòdar (que salió elegido), Blanca Serra, August Gil Matamala, proceden de esa época. La posibilidad real de que Cataluña obtenga la independencia recompensa 40 años de fidelidad y también de rabia contra una Transición que incluyó la escandalosa autoamnistía que los franquistas se dieron a sí mismos en 1977, una ley de punto final.
Al haber ganado los independentistas las elecciones este domingo pasado, se abrirá un periodo constituyente para una república catalana con Artur Mas de presidente o con otro presidente o presidenta de la Generalitat. Al mismo tiempo, se negociará los términos de la independencia con un nuevo gobierno del Estado español (donde hay elecciones generales en diciembre de 2015), y tras ese periodo de dos años se proclamaría la independencia si la nueva Constitución catalana es ratificada en referéndum. La hegemonía en este proceso no le corresponderá a las CUP sino a la alianza entre Convergencia Democràtica y Esquerra Republicana, que tienen seis veces más diputados que las CUP. Sin embargo, el apoyo de las CUP es esencial para tener mayoría en el Parlamento.
La llamada hoja de ruta
hacia la independencia incluirá también negociaciones con la Unión Europea, donde la aparición de un nuevo Estado de solamente 7 millones de habitantes no sería una novedad tras la escisión amistosa de Chequia y Eslovaquia y el ingreso de países bálticos y balcánicos (Letonia, Lituania, Estonia, Eslovenia, Croacia). El proceso en el caso catalán es distinto, una secesión de un Estado miembro. En Cataluña se esperan apoyos de esos países pequeños de la Unión Europea, también de partidos en Irlanda, Bélgica, Suecia, Dinamarca... El Parlamento Europeo tendrá que debatir la secesión catalana teniendo en cuenta los resultados de este domingo favorables (pero sin gran mayoría) a los separatistas.
Si Escocia, que se encamina también lentamente a la independencia dentro de la Unión Europea, hubiera votado sí
en su referéndum hace un año, la ruta europea sería más fácil para Cataluña. En cualquier caso, el presidente Rajoy consiguió en las últimas semanas el apoyo explícito de Merkel, Cameron y Sarkozy (este último como eventual candidato a la presidencia de Francia) contra la independencia de Cataluña. No son políticos muy populares en Cataluña (ni en España). A Merkel se le identifica con las políticas económicas austericidas. Las CUP (con su juventud) son más bien contrarias a la Unión Europea, aunque suelen moderar esta postura pidiendo otra Europa
. Son también contrarias, y en esto concuerdo, a una eventual entrada de una Cataluña independiente en la OTAN.
* ICTA-Universitat Autònoma de Barcelona