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Mañana actuará con la sinfónica de la nación andina en el FIC

Quequezana toca lo que sea con su propio abecedario: la música peruana
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 13 de octubre de 2015, p. 6

Guanajuato, Gto.

El músico y compositor Lucho Quequezana (Lima, 1974) viene del ámbito popular; además es autodidacta. Entonces, casi le dio un infarto hace dos años, cuando un día recibió una llamada de Fernando Valcárcel Pollard, director de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) de Perú, quien lo invitaba a tocar una obra suya en el 75 aniversario de la agrupación.

Valcárcel le propuso orquestar una obra suya que resultó todo un reto; sin embargo, Quequezana se encerró y me zambullí un poco en el manejo de las texturas de la sinfónica. A partir de allí surgió la idea de seguir con su exploración e insistir en que el público vea la música como una sola.

La única diferencia entre un músico popular y uno clásico es que los instrumentos son diferentes, pero el lenguaje es el mismo y lo que queremos transmitir, también. Esto es un poco la búsqueda de mis proyectos, expresa el entrevistado.

De allí que una de las cosas que se buscan con la sinfónica es que los instrumentos tradicionales de Perú se puedan ver como universales: Estamos orgullosísimos de tenerlos y los usamos para la música tradicional, pero son instrumentos como cualquier otro, que se pueden utilizar en distintas formas. Universalizar los instrumentos tradicionales de Perú nos importa en la medida en que el mundo pueda ver que los hay con diferentes sonoridades y texturas, que los puedan acoger e incluir en su propuesta, sea del género que sea, que de pronto un siku o una quena pueda conmover tanto como un oboe o un corno.

Esa primera colaboración, Kuntur, es precisamente una de las obras que la OSN interpretará durante su actuación del 14 de octubre en el 43 Festival Internacional Cervantino (FIC), para el que Perú es país invitado de honor junto con Chile y Colombia. En Kuntur se emplean la quena y el charango, y está orquestada en un ritmo que hace mestizaje también de la influencia africana. Es como una especie de zamacueca con aires andinos, sin regionalizarse.

Un mundo sonoro nuevo y delicioso

A partir de entonces a Quequezana, como músico, se le abrió un mundo sonoro nuevo y delicioso. Además, en los conciertos que hace con la OSN le gusta que haya mucha interacción con el público, algo en lo que lo ha apoyado Valcárcel Pollard, quien ha demostrado total apertura para que las personas se acerquen a la música.

Quequezana descubrió que podía tocar un instrumento musical a los 11 años de edad, cuando su familia se mudó a la provincia de Guancayo, en la sierra central de Perú, en ese entonces muy afectada por el terrorismo. No obstante que quería jugar futbol, como cualquier chico de barrio, descubrió que allí todos los niños tocaban el sicu o zampoña, instrumento que al poco rato también hacía sonar. De allí se pasó al charango y la quena.

De regreso a Lima se enamoró de la música en general: “Como cualquier adolescente me gustaba el rock; fui baterista de un grupo, bajista de una banda de jazz, pero nunca dejé de tocar la música tradicional. Empecé a componer a los 13 años sin darme cuenta. Me salían melodías que compartía con mis amigos de grupo.

¿Fusión? No me gustan las etiquetas. Digo que mi música es un reciclaje de todo lo que ha pasado por mis oídos durante toda mi vida, pero con mi abecedario que es la música peruana.

En 2006 Quequezana ganó una beca de la Organización de Naciones Unnidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura para realizar el proyecto Sonidos Vivos, para el que postuló que cualquier persona, en cualquier lado, podía enamorarse de la música peruana e incluirla en su cultura. Viajó por el mundo en busca de músicos para formar una banda y hacer un concierto. Encontró un chino, un vietnamita, un turco, dos canadienses, un japonés, un venezolano y un colombiano, que aprendieron a tocar los ritmos peruanos con sus propios instrumentos.