El maliense cantará en el Teatro de la Ciuda
Viernes 16 de octubre de 2015, p. 9
En varias culturas africanas, como la mandinga, ser albino es representación de mala suerte.
En 1949 nació en Djoliba, Malí, un hombre más blanco que la arena del desierto, a quien por su traslúcida piel la sociedad, incluso su familia, marginó.
Sin embargo, destacó por su inteligencia. Fue un alumno aventajado que logró estudiar, con grandes esfuerzos, hasta el magisterio. Otra característica le impidió ser profesor: su débil vista.
Reviró su camino hacia lo único que lo rescató del abandono: la música.
De su pueblo emigró a la capital Bamako, donde comenzó su historia: más de 40 años como uno de los pioneros en decirle al mundo, con su discurso sonoro, que todo comenzó en África.
Es Salif Keïta, embajador de la llamada world music, quien este domingo ofrecerá sus acústicas auras boreales en color blanco en el Teatro de la Ciudad.
En África, los griot por casta familiar son depositarios de la tradición oral; narradores de historias que cantan, recitan, declaman, actúan. Son juglares.
Salif es griot por decreto cultural más que por linaje: ha comunicado de forma bella los asuntos que aquejan a su pueblo. Su historia de marginación lo llevó a reflejar su cultura fuera de los confines del continente.
Profesionamente comenzó con la Rail Band, banda patrocinada por el gobierno que, sin embargo, hizo que el grupo Le Ambassadeurs, que reunía a una pléyade de destacados músicos del continente, lo acogiera. Fue su primer trampolín.
Keïta pertenece a una segunda corriente de grandes artistas africanos que, con su arte, brincaron las fronteras, como Miryam Makeba, Hugh Masekela y Manu Dibango.
Irrumpió en festivales franceses en el tiempo en que artistas del tercer mundo comenzaban a ser reconocidos por músicos del primero, como Peter Gabriel, impulsor del concepto de música global.
De hecho, en 1987 Soro fue uno de los discos que inauguraron los estantes de la sección world music en las tiendas.
Decenas de archivos sonoros, como La difference –dedicado a la tolerencia–, son parte de la excelente discografía de Salif, embajador de la música de Malí, quien ahora trae a México Talé, hermosa placa producida por Phillipe Cohen Solal, de Gotan Project.
El bello griot blanco, en el Teatro de la Ciudad, en un show imperdible, el domingo a las 18 horas. La cita es en Donceles 36.