La tolerancia, la aceptación del otro, el multiculturalismo y el proceso de globalización son algunos de los temas que emergen del libro El jardín de las identidades: la comunidad y el poder, de Héctor Díaz-Polanco (San Pedro de Macorís, República Dominicana, 1944), publicado por Grupo Editor Orfila Valentini y presentado la noche del lunes en Casa Lamm.

Javier Guerrero, quien participó junto con Katu Arkonada, Héctor Vasconcelos, Ángel Guerra y el autor, subrayó que esta obra renueva el pensamiento político de izquierda.

Mientras tanto, retomó Héctor Díaz-Polanco, el sistema globalizador está destruyendo todos los días, a cada minuto, nuestras comunidades y, a la par, está individualizando nuestras sociedades, porque lo que interesa al capitalismo –mucho más en su fase neoliberal– es el consumidor. Y este individuo, añadió el antropólogo, está vinculado a la sociedad del espectáculo.

Es un hecho, sostuvo el también sociólogo e investigador, que la naturaleza humana no puede vivir sin identidad, porque es parte de lo humano el sentido de pertenencia y, si vivimos sin eso, estamos ante una especie de enfermedad social.

El autor precisó: Nadie tiene una sola identidad, sino un conjunto simultáneo y jerarquizado de pertenencias e identidades. Por esta razón, ¿cuál es el jardín de las identidades? Son las comunidades. Esto es de lo que trata el libro. Y, ¿dónde crecen las identificaciones?... en el cementerio de esas mismas comunidades.

Díaz-Polanco, tras comentar que dedicó el libro a Rodolfo Stavenhagen y a Pablo González Casanova, dijo que con este título busco incentivar el rescate del pensamiento latinoamericano que hemos ido perdiendo, porque la globalización también ha establecido que las grandes ideas sólo vienen de Europa y de Estados Unidos, es decir, de los centros llamados metropolitanos.

Para el contenido del libro, prosiguió, tomé un conjunto de nudos problemáticos, sobre lo cual tengo la idea, quizá peregrina, de que si logro que alguien le interese más de uno de estos nudos, sólo con eso podría pasar al lado del pensamiento complejo de izquierda.

Uno de esos nudos, destacó, “es el multiculturalismo, el cual es la trampa, el engaño más formidable creado por el pensamiento de derecha en los últimos tiempos, probablemente el más grande del siglo XX, porque consiste en hacernos creer que una teoría particular –la de ellos– es la solución de uno de los problemas centrales de la humanidad, que es el problema de la diversidad”.

A propósito del libro, Arkonada puntualizó que nos ayuda a entender la realidad mexicana y del mundo que vivimos.

Sin embargo, el texto tiene su carga teórica, pero, a la vez, está descrito desde la perspectiva antropológica, y muestra un aterrizaje práctico y muy claro para pensar en la construcción de un proyecto político de izquierda.

Alguno de los ejes del libro, retomó Arkonada, es que la diversidad implica la tolerancia, una no puede darse como plenitud humana sin la otra, es una de las orientaciones básicas de esta obra; como veremos el problema es que aparte de las posiciones y prácticas que son una negación brutal de cualquier identidad, a menudo la intolerancia se viste de tolerancia o de una tolerancia que sólo funciona si el otro renuncia a su otredad fundamental.

Lamentablemente, prosiguió el intelectual vasco, este es el caso de la tolerancia neoliberal que hoy inunda al mundo en trance de globalización frente a formas de vida diferentes, como por ejemplo el ámbito socio-cultural islámico y el de los pueblos indígenas.

En su oportunidad, Vasconcelos alentó al público a leer este importante libro, el cual me parece central para los temas que enfrentamos todos los días tanto nacional como internacionalmente.

Ejemplificó con el actual momento histórico de las olas de migraciones de Medio Oriente que van hacia Europa Occidental y eventualmente hacia otras partes del mundo; que estamos atestiguando uno de los grandes dramas del siglo XXI.

Qué relación tiene este ejemplo con el libro de Díaz-Polanco, expuso Vasconcelos: tiene que ver con todo, porque el autor alude a dos cuestiones centrales involucradas con este drama actual: la necesidad del reconocimiento del otro y aceptar a los migrantes con su diversidad cultural y desarrollo económico.

Para resolver esta gran crisis actual –continuó– si no existe un grado importante de tolerancia y de aceptación del otro, no solamente en los gobiernos de los países europeos, sino en las poblaciones de esos países, este drama de ninguna manera va a tener un buen final.