El antropólogo ofreció una charla en el Centro de Estudios de Migraciones y Exilios
Me interesa la relación afectiva que establece la gente con las fotografías de la familia y cómo ayudan a revelar cuestiones sobre un sistema político que se vivió en España
, dice
Viernes 23 de octubre de 2015, p. 5
¿Qué pueden revelar un peine, un botón, una fotografía o una carta de despedida de un sistema político? ¿Qué dicen las pequeñas cosas? De esas preguntas partió hace cinco años la investigación Todos los nombres de la represión de posguerra, que ha escarbado entre las fosas clandestinas, los archivos velados y las voces de familiares de miles de desaparecidos durante el franquismo en España.
Jorge Moreno Andrés, antropólogo, documentalista y fotógrafo, conversa en entrevista sobre su trabajo, realizado como parte de su tesis doctoral en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
En España, afirma, no se ha hablado mucho del tema. “Sientes mucho agradecimiento de las personas. Hay investigación que se queda en la academia, pero ésta no, porque existe mucha necesidad de hacer público su duelo y el relato que se ha quedado escondido.
Me interesa mucho la relación afectiva que establece la gente con las fotografías de la familia y cómo esas pequeñas cosas ayudan a revelar cuestiones sobre un sistema político que se vivió en España.
Moreno Andrés ofreció la conferencia Las pequeñas cosas: fotografía familiar y resistencia política durante el franquismo, en el Centro de Estudios de Migraciones y Exilios, sede la UNED en México, donde también se exhibieron los documentales que codirigió, Lo que queda y Objetos personales.
Una España teñida de rojo en un mapa que indica con puntos las fosas clandestinas es lo que ha encontrado esta investigación que comenzó en 2010. Hasta ahora hay una lista de 118 mil desaparecidos, cifra que sigue aumentando. El propósito no sólo es hacer un conteo y una lista de nombres, sino buscar en los archivos oficiales, luego acudir hasta los pueblos para entrevistar a los familiares.
Ahí, fotografías, cartas y pequeños objetos se resguardan como contenedores de afectos, elementos de resistencia política, generadores de memoria y olvido, o como lugar para hacer posible el proceso de duelo.
Vengo de un lugar de La Mancha
, habla ante el micrófono el investigador y cineasta, después de mostrar en pantalla su trabajo documental en el que transporta hasta Ciudad Real, en el sur de Castilla. Vemos entre los campos áridos a los antropólogos limpiando acuciosamente entre estas tumbas perdidas sin nombres. Un tacón, un pañuelo o restos óseos son la clave para revelar identidades. Luego, con gesto de amargura Angelita habla ante la cámara, recuerda a su tío Daniel, uno de los cuerpos localizados en el pequeño pueblo de Abenójar.
En el segundo documental, un hombre cuenta que se saltó la tapia del cementerio para comprobar que habían fusilado a su tío. Al verlo, metió la mano en el bolsillo. Cuando llegamos, 70 años después
, relata Jorge Moreno, al preguntarle qué había, sacó un viejo pañuelo que envolvía las cosas que había guardado su madre y estructura el relato a partir de esas pequeñas cosas
.
El antropólogo español se encuentra en México para investigar sobre el exilio y la vida social de las fotografías. Desde julio se ha dedicado a la búsqueda de exiliados españoles para entrevistarlos. He encontrado bastantes archivos familiares donde se observa esa relación trasatlántica entre los exiliados españoles y las familias que se quedaron allá. Me interesa la gente anónima, más que los personajes famosos
.
En México ha encontrado una memoria totalmente distinta. “En España se nota que la dictadura ha pasado por la gente que se quedó ahí. Es una memoria acomplejada; las fotografías de quienes protagonizaron la revolución de los años 30 no habían aparecido. Por ejemplo, una que encontramos en mi pueblo, la mujer la llevaba envuelta en un trapo, como quien lleva un secreto, como algo malo.
Aquí es de manera completamente distinta. Incluso la terminología, se habla de guerra civil allá y aquí de revolución social. Aquí los exiliados hablan de manera muy lúcida y tranquila sobre lo que ocurrió. Allá cuesta más trabajo. Se nota mucho que la gente que vino mantuvo determinados valores, cuestiones como el colegio Madrid, donde todavía se alza la bandera republicana y hasta hay un himno.