Estará hoy en el Cervantino y mañana en el Plaza Condesa
Sábado 24 de octubre de 2015, p. 9
La banda rumana Taraf de Haïdouks continúa con su fiesta cíngara en México. Sólo restan sus presentaciones en la 43 edición del Festival Internacional Cervantino y El Plaza Condesa, este 24 y 25 de octubre, respectivamente, a las que asistirán con su insistente propósito: difundir las tradiciones gitanas al público occidental.
Entre aplausos y vítores, el grupo ofreció un concierto lleno de fuerza y energía, con el que cautivó la noche del pasado miércoles a decenas de jóvenes en el Foro Hilvana, donde bailaron incesantemente con los ritmos de la tradicional música de los Balcanes.
Los asistentes se llenaron de una vibra irreconocible al escuchar la constante improvisación de trompeta, clarinete, saxofón, violín, acordeón y un contrabajo, acompañados de una potente voz femenina, como si estuvieran en una vieja taberna o celebraran un tradicional cumpleaños en Bucarest.
Casi 26 años de trayectoria
Con una trayectoria de casi 26 años, la banda contó sólo con la participación de Viorica Tudor, Roger Manole, Marin Manole Marius, Filip Simeonov, Constantin Costica Lautaru, Robert Georghe y Gigel Neagu.
La banda telonera fue Nabuzenko, que interpretó el son istmeño La zandunga y contaron con colaboraciones de algunos de los músicos romaníes.
Tras su participación en la segunda edición del festival jalisciense Coordenada, Stéphane Karo, productor de Taraf de Haïdouks, expresó el pasado martes en conferencia de prensa: Esperamos que estos conciertos gusten al público para venir pronto y seguir con nuestras presentaciones en México
.
Karo destacó que, a pesar de los nuevos ritos e influencias occidentales en los Balcanes, conservamos la tradición oral (otari) que ha pasado de generación en generación. Nadie tiene notas musicales, improvisamos y tocamos de oído, por lo que nadie repite con exactitud la misma melodía
.
El ensamble se presentará exclusivamente en el país y regresará a Europa, ya que los procesos para salir a otras partes del mundo son complicados, como Estados Unidos, Canadá o Sudamérica, a pesar de tener invitaciones en festivales.
Su anterior aparición en México fue en 2005, con la presentación del disco Banda de gitanos, bajo el sello de Discos Corason.
Desde sus inicios, en 1989, la agrupación lautari (músicos tradicionales) se caracterizó por tener hasta 40 músicos de edades diferentes: desde 20 hasta 80 años. Sus actuales integrantes representan a tres generaciones; la primera tocaba piezas medievales. Una de sus principales tradiciones es aprender del padre, abuelo o hermano mayor.
Su nombre se inspira en una especie de Robin Hood de los Balcanes y podría traducirse como la banda de los bandidos honorables
. En sus cantos se pueden escuchar ritmos búlgaros, macedonios, griegos, turcos y hasta indios.
El proyecto, ganador del premio al mejor grupo de Europa 2002 otorgado por la BBC, mezcla parte del sonido gitano con ritmos y estilos diversos. Cuenta con estilo propio en el que logra incorporar a su música danzas tradicionales de los Balcanes.
De ahí que su propuesta sea difícil de definir en un solo género, lo cual no preocupa a los integrantes, pues sólo se enfocan en hacer lo que más les gusta: música.
El folclórico ensamble solía amenizar bodas y bautizos y presentarse en funerales en su pequeño pueblo de Clejani, cerca de Bucarest, y sus alrededores, hasta que en 1990 los descubrieron los músicos belgas Stéphane Karo y Michael Winter, responsables de que sean conocidos en Occidente.