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Más que el abandono, la cinta aborda la ausencia provocada por la falta de comunicación

La vida después, un filme pausado, contado con silencios: David Pablos

En ciertas escenas son muy importantes los tiempos, porque parte de lo que construye ese ritmo aletargado es lo que le da tensión, afirma el director

Ya se exhibe en las salas del país

Foto
Rodrigo Azuela, Américo Hollander y María Renée Prudencio protagonizan la película, que tuvo su estreno internacional en la Mostra de Venecia en 2013. Narra la historia de dos hermanos que luego del abandono de la madre tienen que ser autosuficientesFoto tomada del cartel oficial
 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de octubre de 2015, p. 7

La vida después, que desde este viernes se exhibe en salas de México, es la historia de dos hermanos que luego del abandono de la madre tienen que ser autosuficientes, valerse por sí mismos, explica a La Jornada David Pablos, director del filme, que recibió bendición de la audiencia desde su estreno en la Mostra de Venecia en 2013.

María Renée Prudencio es la protagonista que encarna a una madre perdida en la ausencia y en la depresión tras la muerte de su padre. Las consecuencias: la ruptura de ésta con sus hijos (interpretados por Rodrigo Azuela y Américo Hollander).

David Pablos, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica y cuyo segundo largometraje (Las elegidas) se estrena por estos días en el festival de cine de Morelia, habla de la ausencia: Ya ni siquiera hablamos del abandono de la madre. La ausencia, en esta historia, tiene que ver más con la no presencia, con el vivir en el mismo techo con un completo desconocido, pese a que sea de tu familia... Tiene que ver con la falta de comunicación, conexión.

En La vida después la ausencia también se da en los diálogos: son pocos, pero contundentes. Sus secuencias largas y su ritmo hacen que las revoluciones de narración sean lentas. No obstante, los silencios son el espacio para la contemplación de la historia.

Es una cinta pausada. Antes pensaba que no, pero sí lo es. Creo que en ciertas escenas son muy importantes los tiempos, porque parte de lo que construye ese ritmo aletargado es lo que le da tensión, comenta Pablos.

Agrega: Lo más importante es que el filme se cuenta con silencios. Es muy poco dialogado. En la edición cortamos gran porcentaje de líneas y creo que hay dos razones: la primera, porque los rostros y los silencios pueden ser muy expresivos; dicen muchas cosas que en ocasiones son más interesantes. Y la segunda, es que el silencio vuelve a la historia tensa. La película se construye de eventos sutiles que se van sumando. Los silencios vuelven más ambigua a la cinta pero también pueden permitir que el público llenen esos espacios.

Bien recibida

La vida después ofrece, además de una excelente fotografía de José de la Torre, un gran trabajo actoral.

Sobre ello, David argumenta: Con los chicos fue algo más simple, en el sentido de que no tuvimos que hacer un trabajo intelectual. Fue sólo explicarles cosas de acciones del momento. Pero con Reneé hubo un trabajo exhaustivo. Fue, fragmento por fragmento, mostrarle qué era lo que buscaba, cuál era la sensación, la atmósfera... tengo la cinta trazadas de principio a fin en planos, en un desglose. Por eso, con ella, se trataba de llegar a un acuerdo para saber a dónde estábamos yendo, y dale rienda suelta. Ella es intuitiva, pero había dejarla trabajar con una guía clara.

Como su ópera prima de largometraje, La vida después –cuyo guion fue escrito por el propio director junto con Gabriela Vidal– fue para Pablos el primer paso que, para otros, es aterrador. Fue una cinta bien recibida y un regalado de la vida, además de un aprendizaje. Ha sido un largo proceso para llegar a la pantalla comercial.

La película se proyecta desde el 23 de octubre en la Cineteca Nacional, La Casa del Cine, Cinemex Reforma, Cinépolis Diana y a partir de noviembre en Le Cinema IFAL y Cine Tonalá.