El candidato del FpV obtiene 36.33% por 34.80% de Cambiemos, con 92.30% de escrutinio
El oficialista sostiene que la población no quiere volver a la devaluación, el ajuste y la deuda
Estos resultados cambian la política del país, asegura el aspirante de la fórmula derechista
Lunes 26 de octubre de 2015, p. 26
Buenos Aires.
Sorpresivamente el candidato del oficialista Frente para la Victoria (FpV), Daniel Scioli, llevaba la madrugada de este lunes mínima ventaja, con 36.33 por ciento de los votos, sobre el abanderado de la fómula derechista Cambiemos, Mauricio Macri, con 34.80 por ciento, en la elección presidencial celebrada este domingo en Argentina, con el escrutinio de 92.30 por ciento de los sufragios, lo que abrió la puerta a una histórica segunda vuelta a realizarse el 22 de noviembre.
En tercer lugar, se encontraba el peronista disidente Sergio Massa, de Unidos para una Nueva Alternativa (UNA), quien lograba 21.27 por ciento, al cierre de esta edición.
Todas las encuestas a boca de urna anticiparon el triunfo del FvP, por lo que sorprendieron los resultados preliminares cuando, al filo de la medianoche y con 67 por ciento de votos escrutados, las cifras favorecían a Macri con 36.24 por ciento contra 34.70 puntos de Scioli, aunque a medida que avanzaba el escrutinio y se integraban más resultados de provincia la brecha se fue cerrando y Scioli lograba una ventaja muy ligera.
En la sede de Cambiemos comenzaron desde temprano los festejos mientras, a raíz de los pronósticos de diferentes encuestadoras, continuaba la certeza del triunfo oficialista y la duda era si habría o no segunda vuelta.
Otra sorpresa fue el triunfo de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, donde la candidata María Eugenia Vidal se imponía sobre Aníbal Fernández, del oficialista FvP, por 39.12 por ciento contra 34.54.
Vale pensar en un escenario de segunda vuelta con el rearme de las alianzas y hacia dónde van a ir los votos de los peronistas que sufragaron por Massa o en algunas provincias por alianzas opositoras.
En estas elecciones acudió a las urnas 80.86 por ciento del padrón de 32 millones 37 mil 323 ciudadanos.
La jornada arrojó otras sorpresas, como en la provincia de Córdoba, donde el gobernador José Manuel de la Sota, quien triunfó recientemente, se unió a Sergio Massa y esperaban ganar en esa provincia. Datos extraoficiales indicaban que la alianza de Macri con la Unión Cívica Radical y otros partidos habría ganado en ese lugar, lo que sería una de las razones para la buena elección que está logrando Macri, el dirigente derechista de Propuesta Republicana (PRO).
Los representantes de todos los partidos y alianzas que participaron en estos comicios se comprometieron con la Cámara Nacional Electoral a respetar los tiempos antes de hacer anuncios, pero no lo hizo Cambiemos, que instaló antes de cualquier resultado oficial la idea de la segunda vuelta.
La posibilidad de una segunda ronda electoral cobró fuerza con un discurso de Scioli ante sus seguidores y previo a la divulgación de resultados. El candidato oficialista se dirigió a los indecisos y reafirmó sus propuestas al señalar que los argentinos no quieren volver al ajuste, la devaluación y el endeudamiento.
Más tarde, y también antes de que se conocieran las primeras cifras oficiales, Macri dijo que los resultados cambian la política del país, y alabó las banderas del peronismo, el socialismo y la izquierda, en un sorprendente discurso.
El FvP enfrentará su mayor desafío después de 12 años de gobierno y en un contexto en el que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se retira con más de 50 por ciento de aprobación. Estas elecciones se realizaron en el contexto de una de las campañas más sucias en la historia argentina, con injerencia externa –como la pública permanencia de una fuerza de tarea de los fondos buitres de Paul Singer repartiendo grandes sumas de dinero a la oposición política y sus poderosos medios de comunicación–, como denunció en su momento Fernández de Kirchner.
Pero también como informaron los escasos medios locales que no responden al poder mediático hegemónico, una red de organizaciones no gubernamentales que trabaja para fundaciones de Estados Unidos, o la constante actividad de algunos representantes republicanos contra el gobierno argentino, han operado en los últimos años para debilitar al Ejecutivo.
La situación hace crecer la incertidumbre política porque el sistema de segunda vuelta, consagrado en la carta magna de 1994, nunca se utilizó en los hechos; debió haberse aplicado en 2003, pero entonces Carlos Menem retiró su postulación
y asumió Néstor Kirchner, recuerda el diario Ámbito Financiero.
Aún falta determinar el resultado en la elección de legisladores para ver cómo queda conformado el nuevo Congreso, ya que se eligieron también 24 senadores y 130 diputados nacionales.
Falta definir las gubernaturas en las provincias de Santa Cruz, Chubut, La Pampa, San Luis, San Juan, Entre Ríos, Catamarca y Jujuy. Hubo grandes festejos, curiosamente en todas las sedes de los contendientes, especialmente de Cambiemos, pero también en UNA. En el lugar donde se encontraba el FvP, también con festejos, los primeros resultados cayeron como balde de agua fría.
Los análisis más generales coinciden en que la muerte de Néstor Kirchner (2010) y la imposibilidad de una segunda relección de su esposa y sucesora obligaron a tratar de asegurar el proyecto nacional-popular no sólo sin un Kirchner al frente, sino sin que lo encabece alguien del núcleo duro kirchnerista.
Este es el escenario menos esperado que se hubiera podido imaginar.
Argentina no es sino una metáfora del reflujo del cambio de época en nuestra América. Metáfora que nos remite a una discusión amplia que debemos dar en las izquierdas sobre la cuestión de los liderazgos; la importancia de la vía electoral pero también la del trabajo territorial y la formación política; la necesidad de reactualizar el proyecto para seducir a las clases medias y la juventud sin perder la esencia original ni el núcleo duro que ha llevado adelante cada proceso; la unidad en la diversidad pues ningún país va a poder profundizar las conquistas logradas frente a una nueva derecha recargada y golpes blandos que no apuntan a un solo proceso sino a todos los del campo de la izquierda, sean estos revolucionarios o reformistas
, señala un análisis de Katu Arkonada en la Agencia Latinoamericana de Información.