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Ver día anteriorLunes 26 de octubre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Un poco más sobre las colonias Condesa y Roma
M

e llovieron insultos por mi artículo del lunes pasado, donde comenté la corrupción que impera en la delegación Cuauhtémoc y el caos en las colonias Condesa y Roma. Lo menos que me atribuyen en algunos mensajes enviados a mi correo es que estoy al servicio de López Obrador y su partido, Morena. Que generalizo al criticar a quienes han gobernado dicha demarcación. Y que no mencioné otros graves problemas que afectan a los vecinos de ambas colonias y a la Cuauhtémoc en general.

Reconozco que en esta y otras delegaciones citadinas ha habido y trabajan funcionarios honestos, que cumplen con su deber. Uno de ellos, Jorge Legorreta, cuando gobernó la ciudad el ingeniero Cárdenas. Pero Legorreta nunca militó en el PRD, no robó, ni de la nómina chuparon familiares y amigos. Mas no pudo vencer el cáncer de la corrupción y la impunidad. Un líder del vicio se lo dijo: ustedes duran tres años, nosotros seguimos existiendo y negociamos con el que viene. Aclaro que los datos que ilustran sobre la corrupción en la Cuauhtémoc no son míos, sino de su actual titular, Ricardo Monreal, a quien en los mensajes que recibí critican por nombrar a personas indeseables. Y por falta de espacio no mencioné otras fuentes de ingreso ilícito citadas por él y que engordan el patrimonio de funcionarios diversos. Ni el lamentable estado en que, aseguró, recibió su cargo. Igual que pasó en otras delegaciones donde gobernaba el PRD.

También por falta de espacio no mencioné la falta de cultura de los dueños de perros que los pasean sin correa y no recogen las heces que dejan por doquier. Las camionetas que con altoparlante a todo volumen anuncian comprar lavadoras, refrigeradores, licuadoras, microondas, y todo hierro viejo que vendan. O el que anuncia en las noches ricos y calientitos tamales oaxaqueños, que carecen de todo eso y no son de la tierra del maestro Toledo. Tampoco de cómo en las zonas de la Condesa-Roma sin parquímetros, la calle sigue en poder de los valet parking. O que los responsables de las gruas se ceban con vecinos y visitantes, pero toleran los coches mal estacionados de los guaruras que acompañan al funcionario que llega a comer a esas colonias. Y que la costosa remodelación del Parque México está mal hecha, inconclusa, con andadores que son un lodazal.

Cierto, se me pasó comentar que, pese a un servicio público de limpia eficiente que recibe la basura de casas y departamentos, abundan los desechos que dejan quienes compran alimentos y comida chatarra en las tiendas de conveniencia o en los puestos antihigiénicos de comida que cada vez más invaden la vía pública. Como no hay dónde depositar esa basura, contribuye a tapar las coladeras que recolectan el agua de lluvia y son una de las causas de los encharcamientos e inundaciones en la ciudad.

De pasada cité un tema crucial: ambas colonias carecen de un programa consensuado por autoridades, legisladores locales y vecinos para lograr la sana y necesaria convivencia entre residentes y negocios diversos. Todo se ha hecho sin la mínima planeación. Gracias a don dinero en terrenos donde antes había una casa se levantan edificios de departamentos que sobrepasan la altura y densidad aprobadas para cada zona. Si los vecinos logran parar las obras por ilegales y carecer de las licencias requeridas, un despacho de abogados obtiene de un juez la orden que ampara a los que están violando las normas de zonificación. Lo mismo pasa con los cambios de uso del suelo al convertir casas en restaurantes; o el local del zapatero o la papelería tradicional en mezcalería o cantina al aire libre.

Algunos lectores me dicen en sus mensajes que las irregularidades y el desgobierno de los últimos años en la Condesa-Roma son nada comparado con lo que sucede en el Centro Histórico, Iztapalapa, Benito Juárez o Coyoacán. Denuncio apenas lo que pasa en la colonia donde vivo (desde 1959) y en la que deseo terminar mi existencia. Pero sin la impunidad y la corrupción ocasionados por el mal gobierno. Y por la falta de participación activa de los ciudadanos. Con nuestra pasividad hemos permitido y padecemos esos y otros problemas. Es hora de actuar y de exigir un cambio de rumbo. Todos juntos.