Nadie está preparado para el éxito tan repentino. Raúl Potro Gutiérrez, entrenador que hizo campeón al Tri Sub-17 en 2011 y que hace unas semanas conquistó con la Sub-22 el boleto a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, lo ha meditado luego de triunfar con jóvenes de dos categorías.

Por sus manos desfiló una selección Sub-17 que repitió la hazaña de aquella que se coronó por primera vez en Perú 2005. Logros similares, aunque con lógicas distintas, explica el Potro.

No es que quiera demeritar lo que consiguieron aquellos muchachos con Jesús Ramírez en 2005, advierte. Pero aquella selección fue una generación espontánea.

La que se coronó en México en 2011, en cambio, es producto de un proceso y una planeación que ya han dado resultados, sostiene el técnico. Es un proceso que comenzó en 2009 –continúa– y que dio el segundo título Sub-17, que tiene a la actual selección de esa categoría en octavos de final en Chile 2015 y que con la Sub-22 ya ganó su boleto para refrendar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Aunque cada categoría es diferente, nuestras bases son muy claras y cada vez que los equipos se apegan a éstas, la mayoría de las veces los resultados son favorables, señala.

Uno de los mayores problemas de estas nuevas generaciones con éxito temprano –reconoce– es que ese triunfo no siempre culmina en la primera división.

Ninguna persona está preparada para un éxito así, dice el Potro. Un muchacho de 17 años menos, porque está en desarrollo como deportista y persona. A veces pierden el piso más de la cuenta y creen que ya llegaron cuando ni siquiera han arrancado.

Después hay otros factores. No sólo en la manera que el jugador afronta su destino, sino en cómo lo conducen en su club: si le proporcionan elementos para que continúe con su maduración, si el entrenador le da oportunidades o si queda relegado.

Es una mezcla de factores por las que estos jugadores no llegan a primera división en el número que quiséramos, indica Gutiérrez. Los clubes deben tomar consciencia para que sean mejores activos para ellos; es en los equipos donde falla un eslabón para que esos muchachos reciban proyección y un empujón para convertirse en elementos importantes.