os números suelen ser elocuentes. La ONU cuenta con 193 estados miembros. De ellos, 191 votaron el 27 de octubre a favor del proyecto de resolución cubano: Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba
. Solamente la potencia imperial y su impresentable secuaz sionista votaron en contra. No hubo abstenciones. Nunca en la historia de la ONU una cuestión litigiosa planteada por un Estado recibió un apoyo tan contundente de los demás estados miembros.
Con esta van 24 resoluciones semejantes votadas favorablemente en igual número de años desde 1992. En la primera, 59 países apoyaron a Cuba y 71 se abstuvieron. Pero en 2014, cuando los sufragios a favor ya ascendían a 188, hubo todavía tres abstenciones. Huelga nombrar los dos que votaron en contra.
Sin embargo, en esta ocasión hasta los más débiles y dependientes Estados insulares del Pacífico respaldaron la resolución cubana. Ello muestra el repudio unánime que concita el genocida bloqueo y confirma el aislamiento y la pérdida de prestigio y hegemonía internacionales que sufre Estados Unidos. Pues, con ser contencioso, el tema dista mucho de ser el único en que la otrora potencia unipolar no puede evitar que se le salgan por todos los poros la arrogancia, la prepotencia y el lamentable y belicista síndrome de excepcionalidad.
Por otra parte, esta contundente victoria de La Habana, que los pulpos mediáticos han tratado de minimizar, es un conveniente y oportuno recordatorio a quienes ya lo dan por concluido, de que el conflicto entre Cuba y Estados Unidos no ha llegado a su fin. Sí, ha sido muy positivo el restablecimiento de relaciones diplomáticas; ha abierto para bien un fluido canal de diálogo entre las partes, que no existía. Como también que Obama haya pedido al Congreso el levantamiento del bloqueo. Pero como el gobierno cubano reitera es sólo el comienzo de un largo y complejo proceso
hacia la normalización de relaciones.
Dicho proceso concluirá únicamente cuando Estados Unidos ponga fin al virtual estado de sitio económico, cese sus injerencistas transmisiones radiales y televisivas hacia la isla, liquide sus planes subversivos contra el sistema socio-político cubano y devuelva el territorio ocupado de la base naval de Guantánamo. Nada de eso ha ocurrido.
El bloqueo ha sufrido un tímido relajamiento en algunos aspectos pero, una vez más, fue recrudecido este año, particularmente en todo lo concerniente a la persecución y castigo implacables de las operaciones financieras de Cuba. Sigue en pie en lo fundamental por cuanto a la isla le está prohibido el uso del dólar en sus transacciones internacionales y únicamente puede comprar a Estados Unidos alimentos, pero en efectivo, pagando por adelantado y sin poder transportarlos en buques cubanos. Quitando esa única excepción, no existe apenas relación comercial entre los dos estados.
Recientemente, Washington ha impuesto multas de 1116 y 1710 millones de dólares a los bancos francés Credit Agricole y alemán Commerzbank por realizar transacciones con Cuba. Ni soñar que la isla pueda adquirir medicamentos del vecino del norte.
El nombre de la niña cubana Noemí Bernárdez lo recordó el martes 27 cuando fue evocado en el hemiciclo de la ONU, en el vibrante discurso del embajador del Estado Plurinacional de Bolivia. La vida de Noemí depende de un citostático de exclusiva producción estadunidense al que –como muchos otros fármacos– la isla sólo puede acceder a través de terceros países, a precios muy altos y en plazos que pueden ser fatales para los pacientes.
En cuanto a la colusión en este tema del racista y colonial Estado hebreo con Estados Unidos, además de estar asociada al habitual desprecio que muestra por la opinión internacional, se debe principalmente a otra razón muy poderosa: Israel no podría subsistir sin la cuantiosa e incomparable ayuda económica y militar que recibe de su aliado yanqui.
Como tampoco sin su apoyo político incondicional. Este le permite conservar el nutrido e ilegal arsenal nuclear que posee, continuar la ocupación del Golán sirio, los bandidescos asentamientos de colonos judíos y los impunes crímenes contra la población palestina, incluyendo la profanación de sus lugares de culto.
Palestina, como Cuba, resiste heroicamente, y también vencerá.
A Nestor Kirchner
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