El tema migratorio divide a precandidatos en el cuarto debate; Trump y Carson, adelante
Bush se mofa de la propuesta del magnate de deportar a 11 millones de indocumentados
Jueves 12 de noviembre de 2015, p. 29
Nueva York.
Los aspirantes a la candidatura presidencial del Partido Republicano están encabezados, por ahora, por un bufón peligroso poco gracioso, un doctor mentiroso, y un hijo hasta ahora fracasado de una dinastía política, seguidos de un par de cubanoestadunidenses conservadores recientemente entrampados por posibles engaños en las versiones de sus vidas pública y personal, incluso en la revolución cubana.
Este elenco participó el martes en el cuarto de los debates republicanos, donde Donald Trump reiteró que desea deportar a 11 millones de indocumentados y construir un muro en la frontera con México (pagado por los mexicanos). Afirmó que “los muros funcionan… pregúntenle a Israel” (no se sabe si eso implica que los mexicanos serían tratados como palestinos).
Sin embargo, el tema migratorio dividió a los precandidatos: el ex gobernador de Florida, Jeb Bush, y el gobernador de Ohio, John Kasich, expresaron su oposición a la deportación masiva y propusieron una solución que incluye una suerte de legalización, mientras otros rechazaron lo que llaman amnistía
para los indocumentados.
Están aplaudiendo en la campaña de Clinton ahorita mismo
, advirtió Bush en el debate, al responder a la propuesta de Trump sobre migración. Un vocero de Hillary Clinton respondió con un tuit que sí, en efecto, estaban aplaudiendo.
Varios, incluidos el multimillonario Trump y el ex neurocirujano Ben Carson, se pronunciaron en contra de un incremento al salario mínimo con el argumento de que daña a las clases trabajadoras y a las minorías, y que ni modo, los trabajadores estadunidenses tendrían que competir con el resto del mundo.
Todos coincidieron en que el terrorismo islámico
es la principal amenaza que enfrenta Estados Unidos y compitieron para ver quién sería el más macho ante ellos, Rusia y China.
A la fecha, Trump ha logrado mantenerse a la cabeza de las encuestas nacionales, junto a Carson, a pesar de múltiples pronósticos de que su campaña se vendría abajo cada vez que afirmaba alguna barbaridad. Sin embargo, un amplio sector de ese partido continúa entusiasmado con el outsider (alguien que nunca ha sido político, y dueño de una fortuna que le permite sacarles la lengua a los otros precandidatos y acusarlos de ser títeres de sus donantes ricos).
Su retórica antimigrante y su oposición a acuerdos de libre comercio es bienvenida por un sector de blancos de clase trabajadora que se siente cada vez más vulnerable y enajenado económica y socialmente, y sigue brindando resultados positivos a su campaña.
Trump fue el anfitrión huésped del popular programa de comedia en vivo Saturday Night Live, de la cadena nacional NBC, el sábado pasado, a pesar de protestas de grupos y legisladores latinos, y defensores de inmigrantes, entre ellos figuras artísticas que afirmaron que el racismo no es chistoso
. En el programa –que según críticos fue un fracaso– Trump y los escritores intentaron jugar con la controversia, pero sin éxito. En un sketch en el que Trump ya está instalado en la Casa Blanca y goza de una presidencia exitosa, llega un visitante, Enrique, el presidente de México, con un cheque para pagar el muro de la frontera y para ofrecer disculpas. Trump, ante las protestas, respondió: “qué bueno, eso incrementará los ratings” del programa. Así fue, y el programa le sirvió de publicidad política gratis.
Por otro lado, el neurocirujano Carson, quien como Trump está a la cabeza de las encuestas entre republicanos, también se beneficia con su imagen de outsider, ya que tampoco ha ocupado un puesto de elección popular. Conocido por decir cosas espeluznantes con voz tranquila y mesurada –Hitler hubiera matado menos judíos si éstos hubieran estado armados
, y más recientemente, cuando afirmó que las pirámides de Egipto fueron originalmente empleadas como almacenes de grano (declaración a la que el ministro de antigüedades de Egipto comentó que ni ameritaba una respuesta–, Carson fue atrapado en uno de sus propios mitos.
El pasado viernes, el sitio de noticias Político reveló, después de una investigación, que Carson aparentemente mintió sobre uno de los detalles más resaltados de su biografía: que de estudiante de prepa fue invitado a ingresar becado en la universidad militar West Point. La universidad no tiene registro de Carson en sus archivos y se aclaró que no ofrece becas, ya que, como todas las academias de las fuerzas armadas, es gratuita si uno es aceptado.
No es la primera vez que surgen dudas sobre su muy exaltada (por él y otros) biografía, versión del cuento clásico de la mitología estadunidense del sueño americano. Tal vez la más notable es un episodio donde Carson, en su autobiografía, cuenta que de joven casi mató con un cuchillo a un amigo (después dijo que era más bien un familiar), como uno de varios ejemplos de su temperamento violento que finalmente superó. Ninguno de sus contemporáneos ha podido corroborar estas versiones a periodistas, mientras Carson criticó a los medios por no creerle. Como comentó el comediante Trevor Noah de The Daily Show, es quizá la primera vez que un candidato insiste en que la gente debería votar por él porque casi mató a uno de sus familiares.
Bush, quien al arrancar este ciclo electoral se consideraba favorito –casi en automático– entre los republicanos, sigue muy por detrás de Trump y Carson. Con ello, la dinastía política de su familia está en riesgo y, si no muestra señas de vida pronto, continuará la hemorragia de sus donantes y simpatizantes. No le ayudó que su padre y ex presidente George H.W. Bush publicó un libro en el que calificó a los colaboradores de su hijo presidente, George, de imprudentes y arrogantes, y cuestionó el argumento de su hijo para invadir Irak, ya que eso también resucitó un tema espinoso, políticamente, para el aspirante al trono de la familia.
Mientras tanto, el senador Rubio, a quien algunos consideran ahora posible salvador
de su partido y la estrella emergente en esta contienda, se encontró en apuros cuando se descubrió que cuando era legislador estatal por Florida usó una tarjeta de crédito oficial de su partido para gastos personales, incluidas remodelaciones de su casa y un viaje a Las Vegas, algo que encubrió. Afirmó que devolvió todo y que fue un error.
El otro cubanoestadunidense en la contienda, el senador Cruz, de Texas, también enfrenta preguntas sobre las versiones promovidas por él y su padre en la campaña –quien es un pastor y principal promotor de la campaña de su hijo ultraconservador– sobre su participación en la revolución cubana. Según cuentan, su padre fue combatiente en las fuerzas de Fidel Castro, y estaba con Frank Pais el día que éste fue abatido. Según historiadores y testigos consultados por el New York Times, Pais murió siete meses más tarde en otro lugar, y nadie recuerda al padre de Cruz como combatiente, aunque tal vez era un joven que se dedicaba a hacer pintas anti-Batista, y que fue un ojalatero, aquellos que estaban a favor de derrocar a Batista pero que no hacían nada para lograrlo.
Matt Taibbi, el reconocido columnista político de Rolling Stone, concluyó que todos los precandidatos republicanos son incompetentes mentales, y el mundo sería un lugar más seguro si se cayeran en una mina de cobalto y se canibalizaran
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