s casi secreto de Estado lo que de nuestros impuestos disponen los funcionarios públicos, jueces y legisladores para el pago de asesores. Se supone que son personas con capacidad para auxiliar en sus tareas a quienes tienen la obligación de trabajar en bien de la ciudadanía y del país. Ocasionalmente nos enteramos de que algunos de tales asesores no tienen mérito alguno para cumplir dicha labor. Son amigos o familiares del funcionario en turno.
Menos sabemos lo que gastan las dependencias de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en encargar estudios sobre algunos de los problemas críticos del país. No ha faltado quien los mande a hacer con empresas creadas al vapor para favorecer de esa manera, nuevamente, a amigos y familiares. O que de algunas de ellas sean dueños o socios los mismos funcionarios. Divina transparencia oficial. Por supuesto, también los realizan instituciones de investigación con bien ganado prestigio. Aunque no han faltado las que hacen su trabajo a gusto del cliente.
Se supone que los resúmenes ejecutivos (así les llaman) de los estudios y las recomendaciones que hacen los asesores y los despachos especializados en un determinado tema de interés público, llegan a las manos de los funcionarios. Y que luego de leerlos, les sirven a la para tomar decisiones que afectan a la población, la seguridad, la salud y el medio ambiente, por ejemplo.
De no ser así, solamente la corrupción y la impunidad explican lo que ha pasado en la zona de Santa Fe, en el poniente de la ciudad de México. Se entiende por qué las autoridades de los más diversos niveles han permitido un crecimiento desmesurado, sin planeación alguna y, además, muy peligroso, en beneficio de influyentes desarrolladores
urbanos con excelentes relaciones con el sector público y a los que nada les importa las consecuencias que con el paso del tiempo tienen sus magnos proyectos.
Santa Fe pertenece territorial y administrativamente a las delegaciones Cuajimalpa y Álvaro Obregón. Se ubica en la parte alta de una serranía que va del cerro de Chapultepec a la Sierra de las Cruces, la cual sirve de límite a los valles de México y Toluca. En esa serranía se estableció durante la Colonia uno de los asentamientos utópicos-humanistas de don Vasco de Quiroga. Pero un plan de modernización de la zona instaurado hace 25 años por el gobierno de la ciudad terminó por arrollar y marginar aún más de lo que estaban a sus antiguos habitantes.
Una parte muy importante de donde vivían estos miles de personas se compone de suelos arenosos o sumamente erosionados fruto de la antigua actividad minera y porque allí esuvieron un buen tiempo los tiraderos de basura citadina. En cinco lustros los intereses del gran capital unidos a la burocracia que los cobija o está asociada con ellos, transformaron ese espacio en uno carente de humanidad en el sentido amplio de la palabra. Donde reina la especulación inmobiliaria y brotan rascacielos, centros comerciales, un moderno hospital y una universidad, la Iberoamericana, ahogada por un modelo de ocupación salvaje del territorio que quiso emular las nuevas áreas financieras de las grandes urbes. Donde el caos vial es permanente, el transporte público de sexta y en detrimento de quienes no poseen un coche, la mayoría de los que trabajan en esta falsa muestra del México del siglo XXI.
Sobre el Santa Fe de rascacielos donde tienen su sede empresas trasnacionales o torres de lujo con departamentos para la clase media o muy pudiente, hay documentados estudios que muestran la forma en que, en unos cuantos años, una zona de pobreza y marginación se transformó en una de exclusión social y económica y con graves fallas por la ocupación descontrolada del suelo. Como los textos críticos de Margarita Pérez Negrete, Gustavo Kunz y María García Holley, por citar apenas tres de los muchos otros que existen.
Sobre los deslaves recientes en una de las áreas de Santa Fe, autoridades y desarrolladores
tratan de salvar el pellejo. Pero lo han hecho tan torpemente que no se dan cuenta de que esos deslaves develan una forma de hacer muy buenos negocios a la sombra del poder. Como en otros casos, la corrupción y la impunidad se acompañan.