Ofrece emotivo y tridimensional concierto
Jueves 19 de noviembre de 2015, p. a11
Desde que el mundo es mundo han sido tiempos de guerra... y de compasión, de piedad, de clemencia, por lo que el grupo inglés Muse dedicó su canción Mercy a las víctimas del terrorismo del pasado viernes en París, Francia, en uno de los momentos más emotivos de su concierto del pasado martes, en el Palacio de los Deportes, convertido en un gran domo tridimensional.
La letra de esta oración roquera dice: Ayúdame, he caído dentro. Intenté cambiar el juego. Intento infiltrarme, pero ahora estoy perdiendo. Hombres con capas parecen estar al mando. Sálvame de los fantasmas y sombras antes de que se coman mi alma. Clemencia, clemencia. Muestra clemencia conmigo. De los poderes que son muestra clemencia conmigo. ¿Puede rescatarme alguien? Dioses ausentes y tiranía silenciosa. Entramos en trance. Hipnotizados por otro titiritero. Y dime por qué los hombres en capas siempre tienen que hundirme, escapando de los fantasmas y las sombras. El mundo repudia. Clemencia, clemencia (fragmento)
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Velocidad, cadencia y poder
Muse se sumó a Metallica y a U2 en presentar un escenario 3D, que permite una visión panóptica, con multiplicación de imágenes, la posibilidad de apreciar en conjunto a los integrantes de la banda. La intensidad de la luz se controla y coordina con la velocidad de la música, y con su cadencia o poder.
Veinticinco mil personas se reunieron en el primero de tres conciertos que los británicos ofrecerán en el domo de cobre, para después causar coros catedralicios en el Corona Capital este fin de semana. Será, para México, la semana Muse.
En las pantallas de la estructura, la imagen de John F. Kennedy en uno de sus discursos, cuando la guerra fría se calentaba y el riesgo de una conflagración mundial estaba en el clímax. Se recordaban las palabras de Albert Einstein de que después de la tercera guerra mundial la cuarta sería a pedradas. Así está de peligrosa la grilla grande, de los ostentadores del poder, que saben que su modelo económico ha caducado y ni su ideología neoliberal los convence ya de que tengan futuro. Y no regalarán el control.
En ese contexto llegó Muse, que tenía dos años de no actuar en México. Su nuevo disco se titula Drones y como parte del espec-táculo varios de esos desarrollos tecnológicos volaron en el Palacio de los Deportes, al ritmo pesado, seco y meco, del trío integrado por Matt Bellamy en las voces, guitarra y piano; Chris Wolstenholme, bajo y voces, y Dominic Howard, batería. Otro músico fue Morgan Nicholls, teclados, sintetizadores y guitarra.
El grupo telonero fue The New Regime, que hizo un buen trabajo con su rock electrónico.
A las 10 de la noche floreció la tocada del Drones World Tour y el escenario comenzó a girar. Los drones esféricos volaban sobre la pista. Hubo un instante de nerviosismo porque tres parecía que se iban a caer, pero sólo fue un susto.
Los muchachos asistentes se saben todas, incluyendo las nuevas rolas, como Dead inside. Los clásicos, obvio. ¡Esa es la que yo quería escuchar!
Un jovencito estaba emocionado y cantaba con todo su ronco pecho cuando su papá le dijo que se tenían que ir. Se fue. Se lo llevaron. Unos abusados que tuvieron la mala suerte de que el de enfrente fuera un gordote alto que no los dejaba ver de plano se pararon en los pasillos, en las escaleras al grito y al amparo del dios Wilson.
No faltó la cooperacha para la chela comunitaria. Ya después se vería la forma de regresar a casa.
Unos riquis presumían sus camistes de 500 varos de Muse, ahora un souvenir. Había camisetas de 100 pesos, pero nada que ver.
Desde arriba se veía a los privilegiados que rodeaban el escenario, miles que semejaban una alfombra uniforme. En los conciertos también hay clases y en las clases hay clases.
Como quiera que sea, desde arriba se veía un espectáculo. Por el rock, México es bilingüe y todos saben inglés. Corean y se inspiran, y viceversa.
Los originarios de Devon, Inglaterra, demostraron que son virtuosos en sus instrumentos en The Handler, Interlude, Hysteria, Supermassive black hole. Howard se reventó un solo de batería que lo semejó con un pulpo.
Prelude, Starlight, Apocalypse please, Munich jam... hasta la emblemática Madness, el amor que es locura, una tautología.
Undisclosed desires, Revolt, Time is running out, Uprising, Mercy y Knights of Cydonia fueron un continuum. Por lo pronto, sigue la semana Muse.