os veces única, título alusivo a la novela La única, de Lupe Marín, es la condensación elegida por Elena Poniatowska para su narración biográfica sobre la que es la más famosa de las hermanas Marín. Quien lo empieza a leer no lo suelta hasta que lo termina, sea o no que conozca algunos de los episodios referidos a Diego Rivera. Para quienes conocen poco acerca de Jorge Cuesta, encontrarán allí una introducción que puede redundar en el inicio de un interés irresistible por el autor de Canto a un dios mineral y de los numerosos sonetos aparte de los ensayos. El método le implica a la autora no sólo revisar sus propias entevistas, sino también dar hilo a las relatorías, confrontarlas con otras fuentes y dotarlas no sólo de verosimilitud, sino de fascino. Es una escritora que investiga antes de dar a luz una biografía convertida en libro y al hacerlo, conserva la frescura que la ha caracterizado desde hace décadas.
En una de las entrevistas que le realizó a Lupe Rivera Marín, hija mayor de Diego y de su actual heroína, hay por parte de la entrevistada un error que proviene de una creencia errónea que ha mantenido la ex diputada acerca de la separación de sus padres y en este libro esa creencia aparece tal cual. Dice Lupe Rivera: Jorge ya no vivía con nosotras, quería sacarnos a la calle, pero (yo) seguí odiándolo porque por él perdimos a mi papá
(es decir, la hija de Diego parecía creer que Lupe Marín realmente se enamoró de Jorge Cuesta y que dejó a Diego para irse con él), la verdad es que Diego se había liado en forma por demás evidente con Tina Modotti sin hacer el menor esfuerzo por ocultarlo. En el hermosísimo desnudo de la germinación (Chapingo), el pintor inteligentemente canceló el único rasgo que choca en la fisonomía de Tina. Ella tenía la frente además de bajísima, muy estrecha, cosa que se percibe en todas las fotografías en las que aparece su rostro. En Chapingo la belleza de Tina es perfecta, el pelo oculta la frente hasta los párpados dejando visible el resto de su rostro que remata en un cuerpo redondeado y tierno, evidentemente contrapuesto a la imponente figura de Lupe Marín, como La tierra preñada. Impactante y poderosa, pero no sensual, sino atemorizante. La figura domina hacia el ábside, mientras Tina preludia el coro, no se necesita interpretar nada, no hay modo de eludir estas figuras femeninas.
Joge Cuesta no es comparable a Diego Rivera ni en lo físico ni en lo mental. Y menos aún lo fueron como figuras de su tiempo, Jorge Cuesta era conocido sólo por los todavía futuros Contemporáneos cuando Lupe Marín decidió casarse con él, después del regreso de Diego de la URSS, donde el más famoso pintor de México no encontró lo que quería. Toda esta sección de la narración depara un medio narrativo de introducir al lector en las vicisitudes del Movimiento de Pintura Mural, pero la valía de Jorge Cuesta en relación con Lupe Marín a mi modo de ver queda un poco trunca porque en La única, Lupe vitupera y parece vengarse de Jorge Cuesta a quien ella, dígase lo que se quiera, no estimó. No calibró ni su inteligencia ni su quehacer ni se percató o no quiso percatarse de su problemática, además de que propició que Diego lo decapitara desde la viñeta que orna la portada. Poniatowska es obviamente profunda admiradora de Jorge Cuesta, pero pienso que tuvo que pasar por alto algunas cuestiones debido a que no resultaría legítimo enturbiar demasiado la figura de su heroína principal cuya belleza y prestancia exalta al igual que sus capacidades de modista y de creadora culinaria.
Canto a un dios mineral fue publicado por primera vez el 15 de septiembre de 1942, un mes después de la muerte de su autor, ocurrida en el Hospital Lavista de Tlalpan el 13 de agosto de 1942. Son 37 estrofas. A Cuesta lo ganó su autodestrucción antes de que pudiera revisar lo que había venido escribiendo desde 1938. Adolfo Castañón ha anotado que “el poeta y el poema como campos de batalla de la historia son ajenos a este proyecto literario… (es una) constelación de nuestros ritmos literarios”, aunque Cuesta como poeta haya sido un disidente tal y como lo ha tratado Louis Panabiere. No hay escritor o intelectual que conociendo la obra de Cuesta no la admire. Su persona está tratada simbióticamente con dos relatos literarios de Jorge Volpi en A pesar del oscuro silencio. Su segunda narración es una corta novela biográfica que tiene como personaje principal a Cuesta en una sorprendente analogía con una cellista amada simultáneamente por un director de orquesta archiconocido y notable y por un escritor. Tanto la narración de Poniatowska, como las de Volpi, están publicadas por Biblioteca Breve de Seix Barral. Buen momento ahora para leerlas ambas sin pasar por alto que contienen insights y analogías luminosas sin dejar por eso de ser literatura.