esde que comencé la denuncia de los falsificadores de la historia, me han insistido que incluyera a Francisco Martín Moreno. No lo hice hasta hoy, pues supuestamente Moreno es novelista. Sin embargo, al escucharlo dar a conocer su más reciente libro en un programa de radio de muy alta audiencia, se presentó a sí mismo como revelador de la verdad
histórica que nos ocultan
(además de alardear de que es el autor más vendido
de México
). Busqué sus entrevistas y descubrí que, como todos los falsificadores, se asume como crítico valeroso y veraz de la historia oficial
(aquí espero, con el pecho abierto, los ataques de todos aquellos que se sientan furiosos
, México engañado, p. 31).
El objeto aparente del libro son los textos gratuitos de primaria. No los defenderé. Pertenezco a un colectivo que reflexiona críticamente sobre la enseñanza de la historia y sus vehículos, los libros de texto (http://elpresentedelpasado.com/?s=libros+de+texto). Por ahora solo señalaré que uno de los más graves problemas de los textos de marras es su enciclopedismo: pretenden abarcar enormes periodos, con escasa reflexión y menor relación de lo enseñado con la realidad. Y parece que Moreno querría agravar dicho problema
Permítanme dedicar el artículo de hoy a la relación de este escritor best-seller con mi gremio, los historiadores. De parte suya la relación es aparentemente ambigua porque suele decir que no es historiador, pero ya en confianza, ante entrevistadores a modo (jamás lo he visto debatir con un historiador o someterse a una entrevista complicada), dice cosas como que sus libros son 98 por ciento historia
o que 20 años de investigación
lo llevaron a descubrir documentos que habían sido ocultados dolosamente
, y que gracias a ellos dice la verdad. Pues bien, investigar con honradez en busca de verdades relativas es lo que hace a un historiador, no un título universitario. ¿Hace eso Moreno? No, no lo hace, por eso, para evitar el juicio crítico de quienes lo intentamos seriamente, niega pertenecer al gremio
para luego desafiarlo con falsa sutileza: Felicito a los historiadores que no alquilaron sus plumas ni enajenaron sus conocimientos a cualquier gobierno ni institución ni persona alguna a cambio de un puñado de pesos o de un puesto público o privado
(p. 11). ¿Qué quiere decir con eso?, ¿que trabajar para una institución
es alquilar
la pluma? Si no es así, ¿podría dar nombres? Esa idea, que repite, parece concretarse cuando afirma que debería escribir los libros de primaria un organismo autónomo integrado por historiadores de renombre que cuenten con una gran obra publicada y deslumbrantes títulos académicos
(p. 219). ¿Otro organismo autónomo?, ¿quiénes serían esos historiadores, quién definiría los deslumbrantes
títulos? ¿Valen los que cobran un salario en instituciones?, ¿sugerirá nombres el valeroso crítico?
¡Ah!, pero en las conclusiones
parece dejar de lado la ambigüedad: Que la Academia Mexicana de la Historia redacte unos nuevos libros sin dejar la tarea en manos de un aficionado que sólo busca la verdad con un genuino amor por México
(p. 558). Entendemos el fallido sarcasmo cuando sabemos que dos miembros de esa Academia han opinado públicamente sobre la obra de Moreno (varios más en privado, en términos impublicables): Manuel Olimón dice de México ante Dios: “Su pertinencia científica es cercana a la nulidad, pues ni el método histórico ha sido usado para su confección ni la estética literaria que sería propia de una buena novela aparece’; además, miente: con documentos inventados
(de los que Olimón aporta varios ejemplos), puede uno probar lo que se quiera
(http://www.zenit.org/es/articles/mexico-ante-dios-una-novela-sin-fundamento-historico ).
La admirada y admirable Josefina Zoraida Vázquez dice de México mutilado: Ese libro es una porquería
(http://www.youtube.com/watch?v=zMJ9sdqh-xM ). Y con tristeza, concluye una acertada reseña: Desasosiega la versión y el mensaje que trasmite este libro [
] Me queda el temor de que sirva para abonar el cinismo o la decepción. Esto es algo que quita el sueño a cualquier educador [
] que no se rinde a la moda de hablar mal de México
(http://www.letraslibres.com/revista/ convivio/verdades-y-mentiras-de-mexico-mutilado ).
Han hablado también de la frivolidad, la paranoia conspiratoria, la generalización descalificadora, y otras exageraciones y falsedades en que incurre Moreno, numerosos historiadores. Paco Ignacio Taibo II: es muy, muy, muy malo
: http://www.youtube.com/watch?v=KvHdPZFvHWM ); Arno Burkholder: no investiga con honestidad
, juega a su conveniencia con una serie de datos para producir la conclusión que a él le satisface
(http://www.arts-history.mx/blog/index.php/component/k2/ item/251-francisco-martin-moreno-y-la-taza-de-te-alrededor-del-planeta-venus ); Manuel Ramos: Moreno afirma que los historiadores son mojigatos, mercenarios e hipócritas. De acuerdo al Diccionario [
] ¿No se aplicarían estos términos en realidad al señor Moreno?
(http://contenido.com.mx/2011/03/ cuidado-con-martin-moreno-advierte-el-historiador-manuel-ramos/ ). Y Lorenzo Meyer, a quien el propio Moreno atribuye una frase aún más lapidaria (http://yucatan.com.mx/imagen/francisco-martin-moreno-y-su-mexico-y-vida-negra ). Con igual dureza o desdén se refieren a él en las redes sociales otros historiadores.
¿Por qué ésta unanimidad? Se los cuento pronto.
Twitter: @HistoriaPedro