A los 7 años, Stephanie Martínez pidió a los Reyes Magos asistir a un gimnasio
Miércoles 6 de enero de 2016, p. a36
Cualquiera podría imaginar que una niña de siete años pediría en su carta a los Reyes Magos una muñeca, ropa o hasta un videojuego, pero la solicitud de Stephanie Martínez Marczak fue algo extraordinario: ella deseaba ir a un gimnasio a practicar boxeo.
Fany, ahora de 10 años de edad, relata que su gusto por este deporte comenzó desde que era muy pequeña, cuando su papá, Emmanuel Martínez, la llevó a una pelea de Ana María La Guerrera Torres contra una japonesa, pues quedó impactada con la fortaleza que ambas mujeres mostraron sobre el encordado.
‘‘Al verlas, yo quería saber qué se sentía estar arriba del cuadrilátero y le dije a mi papá que tenía ganas de practicar boxeo, pero no me hizo caso. Después, cuando tenía siete años, le pedí a los Reyes Magos poder ir a un gimnasio y me lo cumplieron’’, comentó antes de esbozar una gran sonrisa.
No obstante, sus entrenadores quedaron sorprendidos cuando Fany demostró tener ciertos conocimientos pugilísticos, los cuales adquirió gracias a su abuelo, José Luis Martínez, quien fue boxeador y le enseñó a tirar sus primeros jabs.
‘‘En la casa teníamos un costal y una pera, y cada que pasaba frente a ellos los golpeaba. Me ponía los guantes que me compraba mi papá y comenzaba a pegarles.
‘‘Un día, mi abuelito, quien tenía sus recortes de periódicos y revistas de la época en la que boxeaba, me preguntó si me gustaba este deporte; le dije que sí y me empezó a enseñar cómo pararme y cómo tirar los golpes’’, dice en entrevista con La Jornada.
–¿Qué fue lo que más te gustó cuando finalmente lograste pelear sobre un cuadrilátero? –se le pregunta.
–Que la gente gritaba mi nombre; me decían ¡Fany! ¡Fany! Sentí mucha adrenalina; noqueé al niño con el que me enfrenté ese día; él ya tenía mucho tiempo en este deporte y yo era nueva, ¡y le gané!
–¿No te dio miedo subirte al cuadrilátero?
–No, al contrario, me dio mucha emoción. Cada que estoy arriba me dan nervios; es lo de siempre, a todas las boxeadoras profesionales les pasa, es normal, pero al momento de la pelea recuerdas a tus entrenadores cuando te dicen ‘‘tira los jabs, los rectos’’. Te acuerdas de todo lo que estuviste practicando y eso te da confianza.
Han pasado poco más de tres años de ese primer combate, y hasta el momento la llamada Niña de Oro posee un récord de 40 peleas, 34 de ellas ganadas, ocho por nocaut, así como tres empates y el mismo número de derrotas.
En 2014 Fany se coronó campeona de peso algodón en el torneo Guerreros Nacionales, que se efectuó en el Deportivo La Perla, ubicado en el municipio de Nezahualcóyotl, estado de México, donde actualmente vive.
Ahora esta pequeña tiene otro sueño por cumplir: poder representar a México en unos Juegos Olímpicos y luego ingresar al profesionalismo.
Sin embargo, sabe que para lograr sus objetivos aún queda mucho camino por recorrer, el cual no será nada sencillo.
‘‘Sé que será complicado, pero tengo que echarle muchas ganas, no rendirme nunca. Apenas estoy empezando y creo que voy bien. Quiero ir a las Olimpiadas, sé que los entrenamientos serán muy fuertes, muy pesados, pero valdrá la pena porque estaré en algo muy grande representando a mi país’’, señaló la joven pugilista, quien se expresa como si fuera una persona adulta.
Stephanie Martínez nació en la ciudad de Nueva York; su padre es mexicano y su madre, Dorota Marczak, es polaca. Esto le da la posibilidad de representar en una justa olímpica tanto a Estados Unidos como a Polonia, sin embargo, ella insiste en participar con el combinado tricolor a sabiendas de que en aquel país podría encontrar mayor apoyo de las autoridades deportivas.
‘‘Mi mamá –quien aún radica en Estados Unidos– me dice que me vaya con ella, pero no quiero; sé que allá tendría más oportunidades, o también en su país, pero prefiero quedarme en México, me gusta estar aquí con mi papá y mi abuelo’’, explicó sin titubear.
Incluso precisó que desea permanecer para concretar otro de sus objetivos a largo plazo: ser médico veterinario e instalar una clínica para mascotas.
‘‘En un futuro me gustaría combinar ambas profesiones, ser boxeadora y veterinaria, por eso le estoy echando muchas ganas a la escuela para alcanzar las dos cosas’’, comentó Fany, quien actualmente cursa el quinto año de primaria con promedio de 9.7 de calificación.
–¿Qué opinan tus compañeros del colegio acerca de que eres boxeadora?
–Me felicitan, me dicen que le eche ganas. Hay unos que han querido pelear conmigo, pero siempre los acuso con la maestra porque me da miedo que les vaya a dar un mal golpe, ¿y cómo voy a quedar yo? Van a decir que no soy deportista y que lo hago de mala fe –indicó la pequeña, quien orgullosa presume su cinturón verde, que hace referencia a los del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
Por ahora Stephanie no tiene ninguna pelea programada próximamente, pero eso es algo que no le preocupa, pues asegura que mientras aparezca una rival ella seguirá preparándose.
‘‘Debo mejorar mi técnica, la estrategia, los laterales y los cabeceos para que cuando llegue alguien esté lista para derrotarla’’, afirmó.