Sábado 9 de enero de 2016, p. a12
He aquí una novedad discográfica espectacular, conmovedora y magistral por distintos sentidos: Shostakovich: cantatas (Warner Classics) reúne tres partituras que lastiman a muchas personas descendientes de víctimas del estalinismo en Rusia, al mismo tiempo que se trata de una grabación muy valiente, honesta y cuya finalidad última está cumplida: son tres obras maestras que narran en música el horror de esa era, dibujan las pesadillas que aún persiguen a ese pueblo y pintan a manera de grandes murales la capacidad de resistencia y lucha, el indomable espíritu de un pueblo expresado por un autor que no sólo es uno de los grandes compositores de la historia, sino un héroe que venció al demonio, pues Stalin, que buscó aniquilar a Shostakovich, murió antes que él y con el tiempo se acrecienta algo que atormentó al dictador, que torturaba cada vez más al músico al ver que éste era amado y él solamente temido.
Con este disco amamos más a Shostakovich.
Lastima a muchas personas porque dos de las tres cantatas aquí reunidas fueron escritas por Shostakovich bajo amenaza de muerte y son una alabanza a Stalin y su régimen de terror.
De hecho, el artífice de este gran disco, el director de orquesta estoniano Paavo Järvi, recibió amenazas de muerte luego del estreno de estas versiones en Tallin, Estonia, una de las repúblicas que más sufrieron la locura estalinista.
Hay que decir de inmediato que Järvi tuvo que huir del comunismo cuando niño, junto con su padre, el también director de orquesta Neeme Jarvi y de un personaje también amado por el Disquero: el compositor estoniano Arvo Pärt, de acuerdo con el relato que nos compartió Arvo durante su visita a México hace un par de años.
De manera que las acusaciones que ha recibido Paavo Järvi de rendir homenaje a Stalin
son infundadas. Su intención es la contraria, según ha explicado.
En primer lugar, las cantatas El sol brilla sobre nuestra patria
y La canción del bosque
(o bien: El canto del bosque) son representativas del arte dictado como realismo socialista, que reza así:
La atención del compositor soviético debe dirigirse hacia los principios progresivos y victoriosos de la realidad, hacia todo aquello que es heroico, brillante y bello. Esto es lo que distingue al hombre soviético y debe ser encarnado en imágenes musicales de belleza y fuerza.
Como las casualidades no existen, la aparición de este gran disco con las cantatas de Shostakovich coincide con la aparición de los libros de Svetlana Aleksievich, ganadora del Premio Nobel de Literatura reciente a pesar de las críticas, también infundadas, de muchas personas a quienes les molesta que una periodista reciba el máximo galardón mundial de las letras. Debido a que solamente existía un libro de Svetlana en español cuando recibió el Nobel, es obvio que esas personas no la han leído siquiera.
La Jornada publicó hace poco un adelanto del libro El fin del Homo Sovieticus (he aquí el link: http://goo.gl/EVn3XH ), donde se pueden notar los puntos de contacto con este disco: Paavo Järvi realiza un trabajo similar al de Svetlana: pone frente a nosotros la realidad, enfrenta el miedo y lo desecha. Es mejor enfrentar la realidad, dice, no ocultarla para no estar condenados a repetirla, como él dice observar está sucediendo con Vladimir Putin. Temas candentes los que ventilan el disco de Järvi y el libro de Svetlana.
Al morir Stalin, los textos de las dos cantatas pro soviéticas de Shostakovich fueron modificados, eliminando las loas al loco y desde entonces así son interpretadas en las salas de concierto y en las grabaciones discográficas disponibles.
Paavo Järvi las grabó en sus versiones originales, y eso levantó ámpulas. Muchas.
Tenemos frente a nosotros, entonces, una oportunidad única: escuchar sin juzgar. Es así como logramos escuchar la verdad, porque la verdad vive en la música, si se escucha con serenidad y desapasionamiento. Y la verdad consiste aquí y es evidente: Shostakovich jamás alabó ni rindió homenaje a Stalin, su verdugo.
Ya sabíamos de obras como la Novena Sinfonía y muchas otras que están llenas de ironías, sarcasmos, francas burlas. El humor lo mantuvo con vida frente a Stalin.
Y en estas cantatas no hay humor, sino todo lo contrario a la sumisión, es decir: palpitan, vibran, aúllan. Se escucha la ansiedad, el desasosiego, el dolor, el sufrimiento, todo esto entrelineado con los lineamientos dictados por el loco. Una manera genial de vencer a la censura. Una vida de héroe, la de Dmitri Shostakovich. Victorioso.
La cantata que abre el disco, The execution of Stepan Razin
, fue escrita cuando ya había muerto Stalin y contiene textos del poeta Yevgeny Yevtushenko. Es una obra maestra, profundamente conmovedora. Un hallazgo en la batuta de Järvi.
Un disco espectacular, conmovedor, valiosísimo por distintas causas y razones, Shostakovich: cantatas.
Una obra maestra.