as cabezas de una gran mayoría de diarios, en Francia y en Europa, dieron primacía al arresto de Joaquín Guzmán, alias El Chapo. El evento tomó una dimensión mundial y esto significa necesariamente algo.
Los comentarios no se hicieron esperar. ¿Por qué? Acaso porque no se trata sólo de una cuestión policiaca o del arresto de un criminal, sino de una cuestión más grave: ¿quién ejerce el poder en México: el Presidente constitucional o el patrón de los narcos?
Recibo telefonazos de diversos lados. Amigos franceses y de Europa, escritores, artistas, intelectuales. En la calle, comerciantes que me conocen y me hablan, vecinos, porteras, los vendedores de periódicos, me hablan y me plantean las mismas preguntas. Escucho antes de responder. Obedezco la regla de Svetlana Alexievitch, quien tiene el mérito de escuchar a los otros y transcribir sus palabras a la manera de un periodista, lo cual no le impidió ganar el premio Nobel de Literatura.
¿Qué me dicen quienes me hablan y oigo? Desde luego, se refieren a El Chapo. El hombre se ha convertido en una star. Y es, por otro lado, precisamente eso lo que lo perdió. Celoso de Escobar, deseaba ser para el cine de Hollywood la más grande vedette del gansterismo. Fatal vanidad, la cual tiene al menos el mérito de mostrar que un gánster no es sino un hombre que anhela la notoriedad de manera enfermiza. Ver su foto en los periódicos: ¿cuántos jóvenes o ancianos indefensos serían capaces de asesinar para obtener su foto en la primera página de un diario? Recuerdo un asesino de viejas damas –a quienes robaba antes de matar para pagarse sus salidas en discotecas–, el cual coleccionaba sus fotos aparecidas en la prensa, sorprendido, sin embargo, de que hablasen mal de él…
Las voces que escucho dicen más o menos lo mismo, intelectuales o analfabetas –siendo las observaciones de estos últimos a menudo las más inteligentes. Al corriente de la captura de El Chapo y de la demanda de extradición de Estados Unidos: es imperioso para México salvar su honor y, sobre todo, su independencia
¿Qué honor, qué independencia? “Simple y claro. Ese señor Guzmán, El Chapo, ¿no es un ciudadano mexicano? Los crímenes que cometió, ¿no los cometió en México? Debe ser juzgado en México, digo, sin querer dar lecciones a nadie ni pasar por intervencionistas, es sólo una opinión. Cada quien tiene derecho a dar la suya. Yo creo que debe ser juzgado en México y no en otro país.” ¿Qué significa esa demanda de extradición? ¿Qué quiere decir?
Significa que nuestros dizque amigos estadunidenses siguen creyéndose superiores al resto del mundo, que franceses, rusos, chinos o mexicanos son subdesarrollados, salvajes, analfabetas, antropófagos, totalmente incapaces de juzgar a un criminal según las leyes de cada país, porque desde luego en nuestros países no existen leyes, y que sólo ellos, los norteamericanos, tienen leyes, jueces y prisiones.
Si México quiere mostrar que no es un país colonizado por su poderoso vecino, que es una nación independiente y libre, no debe aceptar la extradición
. “Y no por obediencia a los intereses del tal Guzmán, sino porque México es una nación soberana dirigida por el presidente electo, y no por el jefe de narcos o por Estados Unidos”.
Voces, comentarios, las mismas ideas expresadas con palabras distintas: si la extradición de El Chapo es obtenida, lo cual es verosímil dado el poder de dólar, sería para México más humillante que su fuga, pues significaría que México se confiesa incapaz de ejercer la ley, y acepta que Estados Unidos ejerza la ley en su lugar.
Octavio Paz se interrogó durante todas su vida sobre esta cuestión: ¿qué significa ser mexicano? ¿Qué es la identidad mexicana? El tristemente horrible teatro de Guzmán, tan lejos de la poesía de Paz, lanza en el vacío, el desierto, lo desconocido, la soledad, un grito que no puede dejar de escucharse. Es el grito de aquellos que viven sin saber por qué. Igual da morir o matar. Doble oficio de El Chapo.