Opinión
Ver día anteriorSábado 23 de enero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

Vecinos

C

asi un cuarto de siglo después de la disolución de la Unión Soviética, que se cumplirá en diciembre de este año, Rusia sigue considerando el espacio postsoviético como zona exclusiva de sus intereses, lo cual ha generado no pocos desencuentros con sus vecinos.

Algunos distanciamientos parecen ruptura, al menos en tanto se mantengan las controversias territoriales, como son los casos de Ucrania, Georgia y Moldavia. Otros tienen profundas raíces históricas, como sucede con las tres repúblicas del Báltico, cuya tardía incorporación a la Unión Soviética fue producto de un pacto entre Stalin y Hitler y ahora, al recelar de las aspiraciones rusas de liderazgo en la región, se han convertido en punta de lanza de la OTAN. Y unos más obedecen a razones de coyuntura, como ejemplifican Turquía y Polonia, con los cuales el Kremlin ha congelado todo contacto mientras éstos tengan los actuales gobernantes.

Este año la lista de vecinos considerados hostiles por Rusia podría ampliarse, dependiendo de si adoptan o no decisiones que, según el Kremlin, no se correspondan con sus intereses económicos o afecten su seguridad nacional.

Por ejemplo, Azerbaiyán, de por sí alejado de Rusia por apoyar a Armenia en la disputa territorial de Nagorno-Karabaj, se identifica más con Turquía y promueve rutas alternativas, que eluden el territorio ruso, para el transporte de las exportaciones chinas a Europa a través de Kazajstán, Georgia, Ucrania y Turquía.

En Asia central, Kirguistán –que se declaró aliado de Rusia para tratar de reducir su dependencia del gas de Uzbekistán y de la energía eléctrica de Kazajstán y Tayikistán– acaba de cancelar, esta misma semana, el convenio en el que Moscú, a cambio de cerrar una base militar de Estados Unidos, se comprometía a construir una cascada de hidroeléctricas en la parte kirguisa de los ríos fronterizos y, decepcionado, anunció que busca atraer a otros inversionistas, China en primer término.

Bielorrusia y Kazajstán, que en teoría deberían ser muy cercanos a Rusia al formar parte de la Unión Económica Euroasiática impulsada por Moscú, se niegan a secundar el embargo ruso contra Ucrania, vigente desde el primero de enero anterior, y siguen comerciando con Kiev, al tiempo que otros dos miembros de esa Unión, Armenia y Kirguistán, se reservan el derecho de continuar importando productos agropecuarios de la Unión Europea, prohibidos por el Kremlin.

Con financiamiento chino, Mongolia se dispone a construir una presa y varias hidroeléctricas en el río Selengá, que desemboca en el Baikal, lo cual puede dañar severamente los niveles de agua del lago y la ecología de Buriatia. Montenegro, país surgido de la antigua Yugoslavia, solicitó su ingreso a la OTAN y con ello, desde la óptica del Kremlin, cometió una ofensa imperdonable.

En resumen, Rusia necesita solucionar conflictos que, lejos de propiciar reconocimiento a su pretendido liderazgo regional, encierran el riesgo de incrementar el número de vecinos hostiles.