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Texto que aborda la obra en papel de la escultora

La crítica de arte Ingrid Suckaer publica Maribel Portela: una naturaleza frágil
 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de febrero de 2016, p. a10

Hace muchos años, cuando la crítica de arte, investigadora y curadora Ingrid Suckaer se topó con un pequeño libro, el primero publicado sobre la obra de Rufino Tamayo, en el Centro de Documentación de Museo Tamayo, pensó que si algún día hiciera un libro sería de difusión sobre la escultora Maribel Portela, a quien conoce desde hace 29 años.

Ese día llegó. Maribel Portela: una naturaleza frágil (Samsara/Fonca, 2015), edición trilingüe (español/inglés/francés), de breve texto y 22 imágenes de obra de la artista en papel, fue presentado en la Casa Estudio Diego Rivera Frida Kahlo, acto moderado por su director, Luis Rius Caso.

Al conocer a Portela en el taller de Los Dinamos con Marco Kampfer, Suckaer se percató de un artista con una capacidad muy grande de trabajar en diversos lenguajes, sin la necesidad de quedarse largamente en un mismo proceso, sino siempre explorar.

El punto cardinal de la escultora ha sido estar cercana a la naturaleza de una u otra manera, ya sea al trabajar la figura humana en mundos idílicos, primitivos, o bien al crear flores de barro. Ahora se dio el salto para trabajar la escultura en papel y tela. Sigue explorando la delicadeza de la naturaleza.

Para la crítica de arte y promotora cultural Germaine Gómez Haro, fragilidad, elegancia, belleza, sutileza, evocación de lo etéreo son términos inmanentes en la obra en papel de Portela. La naturaleza que Maribel plasma en su trabajo se desvanece en sus manos y se recrea con una delicadeza extrema, como si se tratara de guiños al mundo vegetal que la artista abstrae y nos presenta en fragmentos que son pura poesía visual, expresó la colaboradora de La Jornada Semanal, quien no asistió a la presentación por motivos de salud, pero envió un texto.

Gómez Haro señaló que paralelamente a la escultura en barro Maribel comenzó a explorar otros materiales como el fieltro y el papel, con los que elaboró objetos a partir de guajes, y desarrolló una técnica magistral para confeccionar esculturas con finísimos papeles orientales cosidos a mano para crear metáforas poéticas de formas vegetales.

Las obras en papel de Portela son la síntesis de las formas geométricas que aparecen en la naturaleza hilvanadas con el hilo sutil de una mano artesanal que sabe conjugar la delicadeza y la fragilidad inherentes a una semilla de polen, a los pétalos de las flores, las hojas de las plantas, a los tentáculos de los corales. Sus dibujos y esculturas parecerán no figurativas, porque son evocaciones sutiles y veladas de las formas orgánicas, pero en todo caso se palpan vivas como la naturaleza que emulan.

Para la crítica, el trabajo en papel de Portela tiene un carácter plenamente personal y original, sin parangón en el arte contemporáneo mexicano actual.

Para Juan Coronel Rivera, curador de la actual exposición en la Casa Estudio dedicada al surrealista José García Narezo, la gran pregunta que hace Maribel y, por ende, el libro, es por qué no nos gusta la naturaleza, por qué no nos hemos podido integrar y por qué cada vez nos estamos alejando más de ella.