Lunes 1º de febrero de 2016, p. a11
Copenhague.
Tras presenciar la muerte de Hamlet, rey de Dinamarca, en un centenar de ocasiones, el Teatro Real de Copenhague acoge una tragedia muy actual interpretada por migrantes, que interpretan el papel de su propia vida.
En Uropa, seis exiliados rodeados de bailarines del Ballet Real declaman en inglés su dramático destino, con la esperanza de desmontar las ideas preconcebidas sobre la práctica religiosa, el lugar de las mujeres en el islam y la educación de los hijos.
Lo más duro durante los ensayos fue hablar de mis problemas personales (...) sin develar mis emociones
, explica Salam Susu, doctoranda en musicología de 32 años y oriunda de Homs, ciudad devastada por la guerra en Siria.
Funk y ballet arabesque se mezclan con relatos de persecuciones y violaciones en este espectáculo, cuyo estreno tuvo lugar el 29 de enero, días después del voto de una controvertida reforma sobre el derecho de asilo de los extranjeros en Dinamarca.
En virtud de estos textos, criticados por Naciones Unidas y la Unión Europea, el reino podrido
de Shakespeare restringió la aplicación de la reagrupación familiar y confirió a la policía el poder de incautar bienes de los migrantes para financiar su asistencia.
Aunque el libreto de la pieza se inspira en su experiencia personal, Salam y su compañero, profesor de música, explican que subirse a las tablas les hace olvidar durante unos instantes el recuerdo de la guerra.