A
mar. Ser amado. Nunca olvidar nuestra propia insignificancia. No acostumbrarse jamás a la violencia indescriptible y a las groseras disparidades de la vida que nos rodean. Buscar alegría hasta en los lugares más tristes. Perseguir la belleza hasta su guarida. Nunca simplificar lo complicado ni complicar lo sencillo. Respetar la fuerza, nunca el poder. Sobre todo, observar. Intentar y entender. Nunca ver a otro lado. Y nunca, nunca olvidar.
Arundhati Roy.
Quizás la más grave ceguera de las clases políticas que padecemos sea la incapacidad de reconocernos, de ver la clase de sociedad que están enfrentando. Como han logrado hasta ahora salirse con la suya, creen que pueden seguirlo haciendo sin consecuencias y que la impunidad de que gozan será permanente. Cuando se libra una guerra, sin embargo, como la que tienen entablada contra nosotros, es fundamental conocer bien al enemigo. Es grave que no sepan con quién tratan hoy.
Somos una sociedad alerta y decidida, con inmensa capacidad de resistencia. Nosotros sí sabemos quiénes son ellos y actuamos en consecuencia. Y no olvidamos jamás.
Los personeros del Partido Verde deberían haber sabido que los Guardianes del Manglar no permitirían su presencia oportunista e hipócrita en Tajamar ni se quedarían cruzados de brazos ante un crimen que involucró a todos los niveles de gobierno, cuyas reacciones mostraron tanta ceguera como irresponsabilidad y corrupción.
El gobierno ha otorgado al capital concesiones mineras en todo el país, pero no ha podido entregar los territorios concesionados por la resistencia que encuentra en todas partes. Ilustra bien el estado de ánimo que cunde por el país el Encuentro Estatal de Comunidades y Organizaciones contra la Minería que este fin de semana tuvo lugar en Ejutla de Crespo, Oaxaca.
Desde el 8 de noviembre un grupo de comunidades y organizaciones de Oaxaca declararon que el suyo era territorio prohibido para la minería
. Ahora el Colectivo Oaxaqueño de Defensa del Territorio convocó al encuentro, organizado con el lema Aquí decimos sí a la vida
. Un nutrido grupo de asistentes, con cabal representación, analizaron las principales afectaciones de concesiones y proyectos mineros en Oaxaca, intercambiaron experiencias sobre las estrategia de defensa y desafíos de las comunidades y organizaciones contra la minería y compartieron y construyeron herramientas y estrategias de defensa del territorio.
El encuentro mostró una sociedad alerta y articulada, decidida a luchar para proteger lo suyo. No se intimida por los policías militarizados que siguen en Oaxaca. No la detendrán.
Es esa sociedad la que se ha estado expresando valientemente en Morelos, donde el horror tiene otro aspecto. La violencia que sufre el estado es verdaderamente indescriptible, como dice Arundhati Roy. No hay palabras para contarla. No las hay tampoco para compartir la historia de agresiones que el gobierno estatal ha estado cometiendo contra la población y sus infinitas corruptelas.
Desde 2012, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos se ha guiado por un proyecto político académico aprobado por el Consejo Universitario, conforme al cual ha dado pasos decisivos para cumplir sus responsabilidades con la sociedad. Su capacidad técnica, humana y científica se ha dedicado a conocer la realidad, a revelarla, a hacerla pública y a contribuir directamente a la solución de los problemas sociales identificados y a la transformación de esa realidad dramática.
La UAEM no olvida a las innumerables víctimas y contribuye directamente a apoyarlas. Asimismo, amplía continuamente sus actividades en las comunidades y pueblos de Morelos. Este activismo, claramente encuadrado en el marco de la ley y en la vocación universitaria de compromiso social, ha despertado encono en el gobierno y los grupos de poder, que la hostilizan y agreden cada vez más.
La UAEM no está inerme. Desde el 27 de enero circula un pronunciamiento que no tiene desperdicio. Suscrito por todos los componentes de la comunidad universitaria –los estudiantes, el sindicato, los profesores y departamentos, la administración–, enumera con precisión las agresiones del gobierno que ha sufrido la universidad y anuncia las dignas respuestas de la comunidad, que cuenta ya con una base social creciente en la sociedad morelense. Los universitarios observan, intentan, entienden. No ven para otro lado. Nunca olvidan.
No nos acostumbraremos jamás al horror. No somos indiferentes. Haremos lo que sea preciso. No olvidamos lo que estableció el Tribunal de Guerra de Nuremberg en 1950: “Los individuos tienen deberes que trascienden las obligaciones nacionales de obediencia… Por tanto, tienen el deber de violar las leyes internas para evitar que ocurran crímenes contra la paz y la humanidad”.