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Fuente y caudal
C

arlos Pellicer representa lo mejor de Tabasco. Compromiso con las letras y la poesía, compromiso con el arte y la cultura, compromiso social. Sí, los tabasqueños somos un pueblo interesado por nuestra historia. En todos lo parajes de nuestra geografía, a veces más agua que tierra, todo hecho, todo objeto, todo rito, lo convertimos en relatos de versiones infinitas. Los convertimos en historias.

Es así como hemos creado un conjunto de valores, de creencias, que en el quehacer cotidiano nos identifica y define nuestros actos, nuestro lenguaje, nuestra alma. Ellos son la urdimbre de nuestro patrimonio cultural. Al leer en sus manifestaciones nos miramos en la memoria de nuestras identidades. Ese es el espejo de la vida de Tabasco, es el lugar donde el sueño tabasqueño encuentra su hogar. Es allí donde se despliegan los gestos, los colores, la esperanza, los ideales en los que se ha modelado el rostro de los hombres y mujeres de nuestra tierra.

Eso aprendió desde muy tierna edad Carlos Pellicer y, con ese bagaje, supo volcar esos sentidos hacia el mundo y hacerlos universales a través del impulso a la educación y a la cultura de México.

Compartir esta trascendente labor del poeta es una de las razones que hacen vivir la exposición Carlos Pellicer y el arte mexicano del siglo XX, que se exhibe en el Centro Cultural Villahermosa de su estado natal. Con ella queda claro que con la fuerza de la sociedad, en México podemos hacer que en la vida pública el yo se convierta en nosotros. Es un hecho que se engrandece en esa tierra donde se sabe que es fundamental acrecentar nuestra confianza en la participación de los ciudadanos en la vida pública para humanizar y hacer honesta la política.

Carlos Pellicer comprendió que en Tabasco lo sencillo es lujo cotidiano. Que los suntuosos colores que emergen de la conjunción del agua con la tierra y el sol, son el triunfo de una sensualidad irrevocable que planta su raíz en la barroca desmesura del paisaje. Son lujo de vida. Él nos hace comprender que en esa tierra de agua acompañar las múltiples maneras de pensar y de vivir, con el trabajo desde la cultura se puede mostrar, a un tiempo, la naturaleza de los hechos de nuestra vida social y la naturaleza de su significación.

Porque la cultura es el ámbito donde se fomenta la comprensión, el compromiso y el diálogo con los otros y con la realidad para transformarla. Es también un instrumento poderoso para restablecer el tejido comunitario. Es un ámbito privilegiado de pluralidad, de inclusión y formación de valores. Es clave para la democracia, la cohesión social y la construcción de una ciudadanía responsable, solidaria y participativa.

Caminando por esa exposición vemos que Carlos Pellicer tuvo claro, en cada uno de sus días, su compromiso con la creación escrita y con la lectura, su compromiso con el arte, su compromiso con la educación, su compromiso con la cultura. Ese es uno de los más grandes legados del poeta. Ese es el compromiso que hoy, con la exposición, se refrenda en Tabasco.

Por ello, cuando lo leemos podemos sentir que en cada palabra suya se condensa nuestra historia y nuestra cultura. Toda su obra nos invita al diálogo: con la naturaleza y con nosotros mismos. Ese diálogo permanente nos ofrece las bases para construir un futuro común que responda a las aspiraciones de las nuevas generaciones. Ese diálogo es el espacio de identidad y construcción de comunidad entre los tabasqueños del siglo XXI, del fortalecimiento del amor por la historia compartida para fomentar los valores de la libertad, la equidad y la convivencia responsable y tolerante.

En la exposición resulta emblemática la actitud de sus protagonistas hacia la universalidad y, sobre todo, hacia la construcción de lazos de colaboración para compartir retos y para sembrar un futuro de prosperidad para todos. Porque ella, la prosperidad, es lo que puede permitir a los ciudadanos elegir, optar entre alternativas para ser más libres y más iguales. Porque como en su tiempo lo hizo Carlos Pellicer, hoy queremos que en nuestra tierra común siga floreciendo el humanismo del que nuestros grandes hombres han sido garantes para participar de la sabiduría de todos los pueblos.

Carlos Pellicer es fuente y caudal de la cultura. Al visitar la exposición que desentraña sus vínculos con el arte mexicano del siglo XX los invito a abrir sus sentidos y su pensamiento para conocer cómo José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Joaquín Clausell, David Alfaro Siqueiros, Fermín Revueltas, Rufino Tamayo, Juan José Arreola, el Dr. Atl, Elvira Gascón, Roberto Montenegro, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Chucho Reyes, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Jorge Cuesta, y sus paisanos Celestino y José Gorostiza se reúnen en torno a Carlos Pellicer para mostrarnos que la educación, la palabra, el arte y la cultura son llaves de libertad.

Twitter: @cesar_moheno