Opinión
Ver día anteriorMiércoles 16 de marzo de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Harakiri económico
E

n un espot difundido hasta la fatiga, el gobierno de Peña Nieto nos confía una buena noticia: la inversión extranjera se vuelca en México porque la comunidad internacional tiene confianza en nosotros.

Mensaje modesto. No sólo somos merecedores de tal confianza, sino de un afecto verdadero. La razón política y técnica de este cariño está cifrada en algo tan elemental como el refrán: ¿A quién le dan pan que llore?

Si el gobierno mexicano regala tierras, agua y otros recursos naturales a los inversionistas del exterior; si también echa mano del erario para crear infraestructura y hacer que dispongan de numerosos servicios; si contribuye a su asentamiento, desarrollo y utilidades con subsidios y mano de obra barata y hasta esclava, México, su territorio, su población y sus instituciones se tornan objeto de confianza y gran afecto declarativo. Si a esto agregamos un gran pago extra por atraer la inversión de empresas trasnacionales, estas empresas y los países de donde provienen nos verán con ojos de deseo.

Entre los efectos sumamente visibles de esta política económica en beneficio del crecimiento ajeno se halla la armadora sudcoreana Kia, cuyos vehículos ya ruedan por las calles y carreteras del país. Esta empresa es un signo inequívoco de la nueva política en materia de maquiladoras aparatosas y medidas neoporfirianas. Los terrenos donde se asienta, antes propiedad de un compadre de Rodrigo Medina de la Cruz, el anterior gobernador de Nuevo León, fueron comprados por su gobierno y donados a la armadora. El gobierno de Jaime Rodríguez Calderón le está cobrando mil 700 millones de pesos, que debió pagar al fisco, por la nivelación del terreno. En el contrato firmado por Medina con la automotriz hay abiertas ilegalidades. La exención de impuestos sobre nómina a 20 años, una de ellas, cuando la ley limita este beneficio a cinco.

La gran parte de los insumos de Kia son sudcoreanos. Un proveedor mexicano de autopartes se ha quejado de que su propuesta, ventajosa en calidad y precio, fue rechazada por la empresa. Kia reviró argumentando que las gestiones del gobierno estatal para aminorar los daños causados por el que lo antecedió se deben a una revancha del empresario Fernando Turner, secretario de Economía –el conflicto de intereses limita a cualquier gobierno–, por no haberle aceptado su oferta de autopartes.

En todos los niveles de decisión y operación técnica de Kia no hay otros directivos y técnicos que los sudcoreanos. El trato a los trabajadores de base llega a extremos de esclavitud. Para que aceptara Kia los privilegios ofrecidos por el gobierno medinista, éste contrató con la empresa un subsidio por mil 600 millones de pesos mediante un pago mensual de 106 millones de pesos. Gregorio Canales, secretario técnico de Desarrollo Económico, ha calculado que el total de los incentivos pactados por el gobierno de Medina a Kia representan 28 por ciento de su inversión (2 mil 300 millones de dólares a precios de 2014), casi seis veces más de lo que la Ley de Fomento a la Inversión y el Empleo Estatal permite apoyar a una empresa: el máximo es cinco por ciento del monto total. Así, la suma de los incentivos contratados con Kia significan 11 mil 600 millones de pesos, que equivalen a 11 por ciento de la deuda estatal: más de 100 mil millones de pesos.

Aunque la ley prohíbe ciertas operaciones como las muy diversas que llevó a cabo el ex gobernador Medina con Kia, nada ha impedido que tengan efectos prácticos. Con ellos lidia ahora el gobierno de Rodríguez Calderón. De pronto parece no saber qué hacer, si proceder en contra de la armadora, o darle consejos para que la maniobra de su antecesor no afecte su mercado en Estados Unidos por la percepción que puede haber en este país de que sus unidades han sido subsidiadas.

¿Medina se blindó a tal grado que los abogados del gobierno de Rodríguez están padeciendo por no encontrar las rendijas adecuadas para proceder penalmente en su contra, o los obstáculos políticos y económicos que le impone el gobierno federal le eliminan la independencia para actuar, según lo prometido a la ciudadanía?

Kia ha respondido a las iniciativas del gobierno de Rodríguez con un chantaje típico dirigido a su gobierno y al gobierno federal: se va no sólo de Nuevo León, sino del país, y despide a mil 300 trabajadores de los 40 mil potenciales, contando los indirectos, que su operación representaría.

¿Las grandes maquiladoras como Kia o Audi le son necesarias al país para generar empleos? No aportan ni ciencia ni tecnología y su presencia nos empobrece. Las pymes, se sabe, son las empresas que generan mayor empleo. Pero el apoyo a su actividad es irrisorio. En el verano de 2014 se anunció un nuevo programa con toda la orquesta: la Alianza Pymes, a través de Nacional Financiera y el Banco de Comercio Exterior (Bancomext), con la participación crediticia del Banco Santander. En los siguientes tres años el crédito a las pymes ascendería a 120 mil millones de pesos. Un apoyo para 100 mil empresas. A una sola se le apoya con casi 10 por ciento de la suma prometida a 99 mil 999 empresas más. Si de eso se trata, ¿cuántos empleos generarían esas pymes y sin tantos problemas?

El significado de eso que nos agrede está en el libro reciente de Adolfo Gilly, en coautoría con Rhina Roux: El tiempo del despojo: siete ensayos sobre un cambio de época. En su presentación, Gilly señaló una vía para impedir el ataque de que somos objeto: encontrarnos con fuerzas que busquen superar esta época.