En su primera visita a México, el ensamble italiano Il Rossignolo recreará todo el esplendor y la excentricidad de la música del barroco europeo a partir de un programa dedicado al repertorio de los castrati (castrados).

Händel y los castratos toscanos es el título de este concierto, que tendrá lugar el próximo jueves 31 de marzo a las 20 horas en el Palacio de Bellas Artes, en el que la agrupación estará acompañada por el contratenor italiano Antonio Giovannini.

El programa está integrado por obras que el insigne compositor inglés escribió para Farinelli (Carlo Broschi), Giovanni Battista Andreoni, Andrea Pacini, Senesino (Franceso Bernardi) y Gaetano Baerenstadt.

De acuerdo con el flautista y oboísta Martino Noferi, integrante del ensamble, ninguna otra música como la barroca llega de manera tan natural al alma humana, debido a que da la sensación de ser muy simple, pero también muy directa.

De allí que quien la escucha, sostiene, pueda sentirse plenamente identificado con los sonidos que genera e involucrarse de forma total con ellos. Son sonidos que cautivan, dulces y poderosos, fáciles de traspasar, asegura.

Algo muy importante en la música del barroco fue transmitir los sentimientos. La meta real de los compositores, especialmente los de este periodo, fue transmitir los afectos, en particular en Italia. La música de esta época es muy cercana a la retórica, en el sentido de la importancia que se le da, no a las palabras, sino a los sonidos.

En videoconferencia desde Florencia, Italia, Martino Noferi explica que su acercamiento a la música barroca, al igual que en los demás integrantes de Il Rossignolo, se dio por amor a ese periodo y lo que escribieron los autores de esa época.

Más que un reto, explica que una de las principales diferencias de usar instrumentos antiguos, y no modernos, como es el caso en el ensamble, está en la naturalidad del sonido y los timbres.

El sonido de un instrumento antiguo es más claro y cercano, más diáfano y natural para este tipo de música. El instrumento barroco es más fácil de sentir. Es un sonido que da otro tipo de confort; el instrumento te dice cómo tocarlo, señala.

Además, permiten comprender qué es lo que el compositor quería transmitir, el color exacto que buscó imprimir. Probablemente tocar música antigua en instrumentos modernos sea más fácil y cómodo, pero pierde un poco su naturaleza, su esencia.

De acuerdo con el intérprete, en el ensamble sólo el violín y el cello son originales de la época barroca. Los de aliento, en tanto, son réplicas, porque resultan más difíciles y hasta peligrosos de utilizar, por cuestiones de salud. Adelanta que un futuro cercano podrán incorporar un oboe y una flauta históricos.

Apreciados por su especialización en la música italiana antigua, para los integrantes de Il Rossignolo resulta central el trabajo musicológico y de investigación histórica.

“Es una tarea apasionante que nos ha permitido descubrir nuevo repertorio, pues, aunque se trata de música antigua, mucha de ella no se ha tocado. Por ejemplo, para nosotros fue muy emocionante encontrar, en la búsqueda de manuscritos de Vivaldi, una ópera atribuida a Händel, la cual grabamos en nuestro disco Germanico”, resalta el oboísta y flautista.

Otra vertiente de su labor de investigación tiene que ver con la interpretación, pues el ensamble busca que su quehacer esté lo más apegado posible a las formas, maneras y técnicas de tocar en el barroco, dice.

Para lograrlo, agrega, se apoyan mucho en tratados de época, además del estudio riguroso de esos años, tanto en lo que respecta al contexto histórico, como en lo que concierne a la música, los autores, las obras y los instrumentos.

De acuerdo con Martino Nocferi, uno de los grandes logros de Häendel fue su capacidad de tratar cosas antagónicas con gran homogeneidad.

Es decir, manejó muy bien y transmitió en su música vocal e instrumental caracteres y estados de ánimo muy diferentes con igual soltura. Logró abarcar estados de ánimo muy amplios y transmitir la estética de los afectos, finalizó.