Obama y los Rolling Stones en Cuba
al vez los dos gestos más emblemáticos de la apertura cubana han sido la visita del presidente Barack Obama a Cuba y la presentación de los Rolling Stones en la isla. La jubilosa recepción que el pueblo dio a Obama y el concierto de los Stones ante medio millón de cubanos son muestra de ello.
Contra viento y marea, Obama ha seguido el propósito de rectificar la equivocada política de Estados Unidos. Por más de 50 años ha castigado a Cuba con un aislamiento por el delito de pretender una ruta soberana y rescatar la dignidad de un pueblo. La revolución ha visto coartada la pasión por la democracia y la libertad con la que Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos y docenas de líderes lucharon hace más de 50 años. Pero hacer un juicio sumario de ese desvío es también hacerlo parcial y, por tanto, fallido, de por qué esa aspiración se perdió.
Desde que se refugiaron en Miami los poseedores de tierras, ingenios, hospitales, hoteles y casinos, la isla ha sufrido el asedio constante de esos sui generis “ robber barons” tropicales. Con el tiempo lograron incrustarse en las altas esferas de la vida política estadunidense, particularmente en el Congreso, y desde ahí han impedido toda posibilidad de abrir una relación que buena parte de la sociedad de ese país ha apoyado por años. No han hecho otra cosa que vivir del poder que, a lo largo de más de cinco décadas, han detentado a costa de chantajear al gobierno y al pueblo con la supuesta amenaza del peligro que representa la isla en la propagación del comunismo.
La reapertura de la embajada en La Habana y la intención de romper con el embargo ha sido una y otra vez coartada por los cubanos que viven en la comodidad de Miami. Por eso no han sido extraños los gritos histéricos por éstos y sus adláteres en la prensa y el Congreso cuando Raúl Castro levantó el brazo a Obama, en señal de bienvenida y reconocimiento a sus esfuerzos por la reanudación de relaciones entre ambos países.
Vale parafrasear a Roger Cohen, editorialista de The New York Times. En pocos años Cuba pudiera sufrir la transformación que Vietnam ha tenido en los pasados 20 años, desde que se abrió a la aventura del libre mercado: centros comerciales llenos de McDonalds, Kentuckys, Marriots, Sheratons, y una industria cooptada por quienes perdieron sus privilegios con la revolución. Es muy probable que Cuba siga el camino de Vietnam, si los cubanos quieren o son obligados a pagar ese precio. Pero cualquier juicio de los errores cometidos por el liderazgo de la revolución cubana debe tomar en consideración por qué algunos de los objetivos que los revolucionarios trazaron originalmente para rescatar la soberanía de su país se extraviaron en el camino.