Se evita la disolución de la Rada y el llamado a elecciones anticipadas
Viernes 15 de abril de 2016, p. 25
Moscú.
En lo que adquiere rasgos de un serial interminable inspirado en El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa –en síntesis: que todo cambie para que todo siga igual
–, Ucrania tiene a partir de hoy nuevo gobierno y, en esencia, nada ha cambiado en el vecino país eslavo.
Vladimir Groisman, presidente de la Rada (Parlamento ucranio) hasta este jueves y hombre cercano al presidente Petro Poroshenko, obtuvo el apoyo de sus compañeros diputados –257 votos en favor, 50 en contra, 48 abstenciones, 38 no votaron– para encabezar, como primer ministro, el gobierno de Ucrania.
El acuerdo se hizo posible sólo cuando, frente a la inminente disolución de la Rada como última carta ante la tardanza para formar una coalición gobernante, los legisladores de la bancada presidencialista y sus colegas del frente popular del saliente premier, Arseni Yatseniuk, sumaron la mayoría de sus votos –sólo 206 de los 226 que tienen– para evitar la convocatoria de elecciones anticipadas y ratificar un gabinete que sacrifica la cabeza de su anterior titular a cambio de conservar los equilibrios de los clanes económicos que, en realidad, imponen la agenda política en Ucrania.
Las bancadas parlamentarias, al servicio de los grandes magnates que influyen de modo decisivo en el quehacer político de Ucrania, se repartieron las carteras ministeriales, dejando en manos de Poroshenko los ministerios claves: Interior, Defensa, Relaciones Exteriores, Justicia e Información.
Además, con tan sólo 17 votos más de los 226 requeridos y en una tercera ronda de votación tras el fracaso de las dos anteriores, se logró aprobar el programa de gobierno presentado por Groisman, lo que en realidad sólo otorga a su gabinete inmunidad durante un año, periodo en el cual no podrá ser cesado por la Rada.
Se llegó a este desenlace después de que Poroshenko y Yatseniuk, en febrero pasado, protagonizaron una farsa cuando la bancada presidencial retiró los votos necesarios para aprobar un voto de desconfianza al entonces primer ministro, lo cual debería garantizar su alianza hasta el próximo periodo ordinario de sesiones de la Rada.
Sin embargo, ello provocó la ruptura de la coalición gobernante, sumió a Ucrania en dos meses de profunda crisis política y forzó un periodo extraordinario de sesiones de la Rada, lo cual desembocó, como única opción, en la renuncia de Yatseniuk y su sustitución por Groisman.