La última depresión de Iggy Pop
ras semanas de grabar en algún punto de la segunda mitad de 2015 en el Rancho de la Luna, a medio desierto de California, el guitarrista, cantante y líder de Queens of the Stone Age (QOTSA) Josh Homme, el multinstrumentista Dean Fertita (integrante de QOTSA, The Dead Weather, The Raconteurs) y el baterista de Arctic Monkeys, Matt Helders, comenzaron a extrañar tremendamente a quien le dio vida a este nuevo proyecto: el jefe Iggy Pop, icono precursor del punk, personaje maldito e irrepetible, fundamental en la historia del rocanrol. De ahí que nombraron a la banda y al disco Post Pop Depression (tal y como existe la depresión pos parto
), amén de haber también parido un disco extraordinario, considerado en realidad un álbum personal de Pop, por encima de quienes lo acompañan.
Y curiosamente, por su sonido intenso, el tipo de melodías e inflexiones vocales, no se sabe si de forma deliberada o inconsciente, el álbum es un tremendo e indudable homenaje a David Bowie, si bien fue grabado meses antes de su deceso. Aunque Iggy no ha declarado nada al respecto, es posible creer que, por su amistad entrañable, éste ya supiera del estado de salud de su otrora productor. Mas, sea o no un hecho consciente, tampoco es una imitación, sino una retribución e incluso una continuación de los álbumes que Bowie le apadrinó en 1977 (The Idiot y Lust for Life), en aquellos gloriosos días en Berlín, donde el entonces Delgado duque blanco creó
prácticamente a Iggy Pop (o le dio continuidad tras la inminente ruptura de The Stooges, banda con la que se dio a conocer y estuvo activa en su primera etapa, de 1967 a 1974) como el personaje salvaje que ya había empezado a dibujar.
Con la muerte de los hermanos Ron y Scott Asheton (fallecidos en 2009 y 2014, respectivamente), integrantes de The Stooges, con quienes volvió a los escenarios a partir de 2003, Pop regresó a la soledad en la que estuvo alguna vez, antes de aquellos atardeceres germanos. Y a la vez dio un giro inusitado al trabajar con Homme, músico con quien nadie lo habría imaginado. El resultado, además de la influencia citada, es un disco crudo, oscuro, sucio, en efecto depresivo, con letras obsesionadas con la muerte y el sexo. Nueve tracks llenos de pensamientos introspectivos y guitarras que a pesar de estar llenas de distorsión generan más texturas tristes, áridas, polvorientas, que escándalos punketos: riffs contenidos, austeros, bien diseñados, sobre una base robusta vía Fertita-Helders.
Se trata de un trabajo agudo, inteligente, sin llegar a ser pretencioso. Pop lo ha vivido todo y sabe del poder de la mesura, pero también de la generosidad: permite que algo del sonido de Homme invada sus canciones, sin que por ello suene a QOTSA. Y seguramente se lo permite, pues virtud crucial de la producción del alto y fornido pelirrojo en este disco es saber llevar a Pop por caminos que lo retaron, con un nivel de calidad que poco se había exigido en álbumes recientes, bastante flojos y casi autoparódicos. En Post Pop Depression, el cantante de la columna desviada y el torso permanentemente desnudo se adentra en bancos de arena antes no explorados y eso es de celebrarse, pues dota de gran dignidad al que podría ser su último álbum, a decir de él mismo a diferentes medios, sin que tampoco le creamos mucho –se le ve tan en forma, que cabe perfectamente la duda. De ser así (ojalá no lo sea), estaría cerrando su carrera con un sonido atípico, lleno de vida, en el que la búsqueda sonora, la inquietud permanente, el corazón en llamas, permanecen intactos a sus casi 69 años.
Homenaje sonoro a Bucky Fuller
La espléndida banda estadunidense, que ha sabido combinar con dulzura y fiereza cúmulos de noise con dream-pop y demás ruidismos cósmicos, musicalizará hoy viernes 15, en vivo, el documental The Love Song of Buckminster Fuller, que narra la historia del arquitecto, ingeniero, inventor y autor futurista Richard Bucky Fuller (Estados Unidos, 1895-1983). El filme es del director Sam Green, presentado por el Museo Tamayo, Ambulante, gira de documentales y Proyecta. Prometedora experien- cia. Teatro de la Ciudad (Donce- les 36, Centro). 20 horas, $280 a $750 (muchos más conciertos).
Twitter: patipenaloza