En la obra Remedios para Leonora la dramaturga plasma cómo hechizaron su pluma
La amistad es el hilo conductor, al igual que la búsqueda de la realización personal de ambas artistas, afirma
Después de este montaje en el que me metí al mundo onírico quiero retomar mi búsqueda del teatro social, con una visión contemporánea
El estreno será el día 20
Sábado 16 de abril de 2016, p. 2
Más que una biografía, la obra de teatro Remedios para Leonora, escrita por Estela Leñero (CDMX, 1960) se adentra en el mundo onírico de Varo y Carrington, dos extraordinarias pintoras que además de desarrollar en México su propio lenguaje dentro del surrealismo, se forjaron una vida libre e independiente; un ejemplo muy valioso para su tiempo
.
Así explica la dramaturga el hechizo que ambas artistas ejercieron en su pluma y que la llevó a investigar durante un par de años su producción pictórica, además de practicar la escritura automática, proceso que André Breton, considerado el padre del surrealismo, proponía para obtener del inconsciente textos poéticos más allá de las reglas estéticas, sociales o morales.
La autora vagó por los sueños y pesadillas de Remedios Varo (1908-1963) y Leonora Carrington (1917-2011), entrelazando los suyos, con la finalidad de construir la puesta en escena que tiene a la amistad como hilo conductor, para no extraviarse en los recovecos de la fantasía.
Recreación del mundo surrealista
En entrevista con La Jornada, Estela Leñero señala que el espacio escénico donde sucede Remedios para Leonora es el mismo que ellas plasmaron en sus cuadros, “pero más que utilizar las imágenes visuales, el reto fue recrear el mundo surrealista en la experiencia de los dos personajes. La amistad es el elemento motor, al igual que la búsqueda de su realización personal, su pulsión por crear y vivir al máximo y que las llevó a tocar muchos límites.
En un espacio abstracto, ellas viven situaciones arrancadas de su mundo imaginario. Más que una historia lineal, el montaje es un intento por inmiscuirse y ubicarlas en un sueño, y de ahí saltar a otro y a otro. Experimentar y confirmar su amistad, y los problemas existenciales que afrontaron.
Leñero dice que no se rindió al deseo de escribir una historia lineal y anecdótica. “Me costó mucho trabajo, pero lo logré al experimentar la escritura automática, la superposición, el collage. Traté de hablar de ellas, pero desde sus mundos. Los puntos de partida de la escritura fueron algunos sueños y experiencias personales que después se transformaban en ellas. Fue andar saltando, también, de cuadro en cuadro, pero sin el ánimo de tratar de entenderlas, sino de conocer su experiencia como mujeres que buscaban expresarse creativamente.
“Sobre todo, me gustó descubrir el vínculo de amistad que había entre ellas, el cual hacía que se apoyaran y se divirtieran mucho juntas; jugaban a la alquimia, hacían conjuros, imaginaban cosas y creían que lo que imaginaban era real.
Nunca se dieron por vencidas. Siempre estuvieron comprometidas con lo que hacían a costa de lo que fuera. La creatividad, escribir, pintar o hacer esculturas fue su gran pulsión de vida, la cual construyeron de una manera natural.
Escribir es un juego de pasiones
Antropóloga de profesión, periodista teatral, maestra de dramaturgia, Estela Leñero lleva muchos años, toda la vida
, dedicada al teatro. “Desde que descubrí que la escena era mi lenguaje expresivo, no he podido salirme de aquí. A veces lucho y me cuesta trabajo mantenerme, porque hacer teatro es muy difícil, requiere de mucho esfuerzo y una se agota. Aunque muchas veces despotrico y me desespero, es irremediablemente mi medio de expresión y al final es muy gratificante.
Después de este montaje en el que me metí al mundo onírico quiero retomar mi búsqueda del teatro social, con una visión contemporánea, no como cuando empecé a hacer teatro, pero sí con toda la experiencia lograda, con la misma necesidad de expresar los problemas sociales.
La escritora bebe un poco de té, se le iluminan los ojos al continuar su explicación de por qué seguir haciendo teatro: Es el universo que amo, que me conecta con muchas posibilidades creativas, no sólo como dramaturga sino como espectadora. Escribir es un juego de pasiones y una vivencia donde hay una cercanía con mi padre (el periodista y dramaturgo Vicente Leñero, fallecido en 2014), herencia que guardo como un tesoro. Es lo que me dio la vida y lo tomo
.
Dirigida por Gema Aparicio y con las actrices Gabriela Betancourt y Bertha Vega, Remedios para Leonora se estrenará el 20 de abril en el teatro El Milagro (Milán 24, entre Lucerna y General Prim, colonia Juárez). Funciones martes y miércoles a las 20:30 horas; concluye el 25 de mayo.