Domingo 8 de mayo de 2016, p. 14
La Ciudad de México es la entidad del país con la población más envejecida. Actualmente, 13.36 por ciento de los residentes en la capital tienen 60 años o más y, en 2030, uno de cada 5 (20.5 por ciento) estará en esta condición, mientras en el resto de los estados el rango será de entre 10.6 y 16.4 por ciento.
En 2050, dos de cada 10 mexicanos tendrán menos de 15 años, mientras los adultos mayores representarán, en promedio, 21.5 por ciento de la población.
En un estudio difundido esta semana por el Consejo Nacional de Población (Conapo), se advierte acerca de la necesidad de tomar medidas para atender el envejecimiento.
Dentro de 15 años, poco más de 40 por ciento de los viejos vivirán en la CDMX, estado de México, Veracruz, Jalisco y Puebla.
México, país en plena transición demográfica, experimenta un intenso y acelerado
proceso de envejecimiento poblacional; sin embargo, este será desigual en las entidades federativas en cuanto a su magnitud y ritmo, debido a los cambios en la fecundidad y mortalidad y al efecto de la migración.
Las personas nacidas entre 1960 y 1980 comenzarán a cumplir 60 años a partir de 2020 y, con ello, crecerá el volumen de adultos mayores.
En nuestro país este proceso ocurre en un contexto socioeconómico menos favorable y en un lapso menor que en naciones desarrolladas
, se advierte en el capítulo Envejecimiento demográfico en México: análisis comparativo entre las entidades federativas
, de Karla Denisse González, incluido en la compilación La situación demográfica de México 2015.
El país tendrá menos tiempo y recursos para adaptarse a las consecuencias económicas, sociales y culturales del envejecimiento poblacional.
Entre ellas incluye la insuficiencia financiera, déficit en seguridad social y en sistemas de retiro y pensiones; desplazamiento hacia edades mayores en la composición de la fuerza de trabajo y su repercusión en los mercados laborales ante la globalización económica; fragilidad en las condiciones de salud de la población en edad avanzada; mayor incidencia de enfermedades crónicas e incapacidades.
Asimismo, cambio en las relaciones familiares por la composición de miembros de edad avanzada; fallas o inexistencia de sistemas públicos de apoyo a la población mayor, y feminización del envejecimiento debida no sólo a la mayor sobrevivencia de las mujeres, sino a la vulnerabilidad en aspectos físicos, sociales, éticos, legales y de derechos humanos.