En América Latina hay una ofensiva neoliberal en materia política, social y económica contra los gobiernos progresistas, como los de Brasil y Venezuela, la cual se da por la complicidad de la derecha más recalcitrante de la región con el gobierno de Estados Unidos, señaló Dagoberto Rodríguez, embajador de Cuba en México.

El diplomático coincidió con la embajadora de Venezuela en México, María Lourdes Urbaneja Durant, en que el golpe de Estado a la ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff forma parte de esta ofensiva derechista, ya que el parlamento de ese país recurrió a medidas ilegítimas para llevar a juicio a la mandataria y violentar la democracia de ese país.

En el foro que tuvo lugar en Casa Lamm: La contraofensiva de Estados Unidos y las derechas locales para derribar los gobiernos populares de América Latina, el embajador de Ecuador, Leonardo Arizaga, habló de los avances sociales y económicos que han tenido diversas naciones, y sostuvo que para los gobiernos con orientación social, hay ataques en lo interno y externo.

A su vez, la secretaria general de Morena, Yeidckol Polevnsky, expuso que se han tratado de sepultar todos los logros en educación, vivienda, salud y otros rubros que han tenido los gobiernos progresistas, en un mar de desinformación y manipulación mediática, ya que es extrema la embestida derechista en los medios de comunicación, por ejemplo, contra los gobiernos de Venezuela y Brasil.

El embajador cubano explicó que en la década pasada, en diversos países de la región, partidos y movimientos de izquierda llegaron al gobierno por medios electorales, esto abrió un escenario de nuevas oportunidades políticas y socioeconómicas de carácter popular, ya que dichos gobiernos progresistas restablecieron la responsabilidad del Estado frente a la economía, el mercado y la distribución del ingreso, crearon programas contra la pobreza y el hambre. Esto era demasiado para el imperio. Lo que ha sucedido en los recientes procesos electorales en Argentina y Venezuela, el golpe de Estado en curso en Brasil, la guerra mediática contra Ecuador y Bolivia, son parte de una gran conspiración para tratar de sepultar el progresismo en la región, indicó.