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Los de abajo

El concertador del PRI

L

uis H. Álvarez falleció esta semana a los 96 años. Los periódicos se llenaron de esquelas para el mago de las concertacesiones, artífice del matrimonio político del PAN con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Luis H. Álvarez fue también el encargado de la contrainsurgencia en Chiapas, el repartidor de pollos, mangueras y láminas en las comunidades indígenas, zapatistas y no el operador de una estrategia para intentar asfixiar a los pueblos que no se entregaron al neoliberalismo.

Parte de su legado tuvo a bien dejarlo por escrito. Un libro casi biográfico: Corazón indígena: lucha y esperanza de los pueblos originarios de México, texto racista que retrata el desprecio oficial a las tribus, pueblos, barrios y naciones indígenas que el autor insiste en llamar etnias.

No sabremos si Luis H. Álvarez murió pensando que realmente se entrevistó en múltiples ocasiones con los representantes de los pueblos rebeldes y con altos mandos del EZLN, cuando fue mediador, como escribe en su libro. Lo que sí es que uno de sus interlocutores fue Carmelino Rodríguez Jiménez, uno de los asesinos del maestro José Luis Solís López, alias Galeano, en La Realidad, donde llegó años antes como parte de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa). Esta comunidad tojolabal se convirtió en su obsesión. Quería una foto ahí, algo con que pudiera justificar un cargo inútil al frente de un organismo igualmente inútil: la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indios.

Como los propios zapatistas lo aclararon una y otra vez, jamás tuvieron contacto con él ni con ningún otro enviado de los presidentes panistas, a quienes, literalmente, expulsaron de su territorio. Pero Luis H. Álvarez, sin pudor alguno, se jactaba de que negociaba con los verdaderos zapatistas y/o con zapatistas arrepentidos.

En tierras zapatistas podría ser recordado como parte de un gobierno más que trató de rendirnos (o comprarnos) y, como ha sido evidente por el estruendoso silencio de San Cristóbal de Las Casas, Altamirano, Las Margaritas, Palenque y Ocosingo, uno más que fracasó, le escribieron los zapatistas en diciembre de 2012.

Luis H. Álvarez no será recordado por el innegable legado para los demócratas en México, como dijo el líder del PAN, Ricardo Anaya, sino como el concertador con el PRI y administrador de las limosnas que siguen ofreciendo los gobiernos de cualquier color a los indígenas de México.

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