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Polución en la megalópolis

Nos decían que no nos pasaba nada, que todo era sicológico, narran afectados

Daños colaterales, drama central de la explosión de químicos en Atitalaquia

Los 26 mil habitantes, expuestos a 104 sustancias tóxicas del corredor Tula-Tepeji

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La situación es tremenda, a grado tal que estamos al doble de la media nacional de enfermedades como el cáncer, afirma el sacerdote Carlos Amador Cano CedilloFoto María Meléndrez Parada
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El río Salado, que cruza Atitalaquia, es ahora sólo un caudal de aguas negrasFoto María Meléndrez Parada
Enviada
Periódico La Jornada
Domingo 5 de junio de 2016, p. 5

Atitalaquia, Hgo.

Justo un año después de la explosión en una empresa de agroquímicos, David, de seis años, comenzó a sentir los primeros síntomas: dolor de huesos, inflamación de los ganglios y una palidez en el rostro que alertó a su familia.

Después de estudios de sangre y de médula ósea, el diagnóstico fue contundente: leucemia mieloide, que después de un fallido tratamiento de quimioterapia, le provocó la muerte el 2 de marzo de 2015.

David nació en este municipio, enclavado al sur del valle del Mezquital, en el que sus 26 mil habitantes están expuestos diariamente a la emisión de un millón 868 mil 197 toneladas métricas de 104 sustancias tóxicas procedentes del corredor industrial Tula-Tepeji –según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)–, que incluso llegan hasta la zona metropolitana del valle de México.

Monumentales silos y enormes naves industriales –rodeadas en algunos casos de altos muros que las convierten en fortalezas–, donde se manufacturan alimentos, químicos, medicamentos, plásticos, asfalto y casas prefabricadas, entre otros productos, confluyen con las chimeneas siempre humeantes de la refinería Miguel Hidalgo, la termoeléctrica Francisco Pérez Ríos y la carbonera Clarimex.

La peor calidad el aire

Una nube gris sobre los poblados de este municipio y los de Tula de Allende, Atotonilco de Tula y Tepeji del Río, es la imagen cotidiana de la zona, por las emisiones del Parque Industrial Atitalaquia y el Parque Industrial Tula, y provoca, a decir de los habitantes del lugar, la aparición de varios males, entre ellos cáncer de hígado y garganta, padecimientos gastrointestinales y enfermedades respiratorias.

El informe nacional de calidad del aire 2014, elaborado por la Semarnat, ubica el municipio de Atitalaquia como el sitio de la región centro con las peores condiciones de calidad del aire, tanto por los niveles de concentración de partículas finas PM 2.5, como por el incumplimiento de la norma de calidad del aire para bióxido de azufre SO2.

Carlos Amador Cano Cedillo, párroco de la iglesia de la cabecera municipal, sostuvo que la mala calidad del aire y sus efectos en la salud es una problemática añeja y compleja, pues se trata de una zona altamente contaminada por aire, tierra y agua.

La situación es tremenda, a grado tal que estamos al doble de la media nacional de enfermedades como el cáncer. Desde que llegué hace 10 años, la gente me lo decía, y pensé que era sólo una percepción, pero la realidad me lo ha confirmado, porque yo oficio las misas, la gente adulta se está muriendo de cáncer y los niños de leucemia, expresó.

En este escenario, cuentan los pobladores, se registró hace tres años, el 7 de abril de 2013, la explosión de la fábrica de agroquímicos ATC, que generó una nube tóxica que se esparció por la región y que llegó a otros municipios como Atotonilco, Tlaxcoapan y Tepegango, entre otros, y afectó a más de 6 mil personas que resultaron intoxicadas y con daños en piel y ojos.

A mi hija le escurría sangre de la nariz y mi nieta tenía las manos moradas e hinchadas; las llevé hasta Querétaro, porque nos concentraron en el centro de salud que no tiene ni gasas. Nos decían que no nos pasaba nada, que todo era sicológico, que las sustancias eran biodegradables y que no eran nocivas, relató Isabel Reyes Melgarejo, habitante de Tlamaco, el poblado más cercano al corredor, ubicado a menos de un kilómetro.

Avecindada en esta misma comunidad, Olga Lidia Medina García, madre de David, indicó que después del diagnóstico del doctor que atendió a su hijo, está convencida de que su enfermedad está relacionada con la exposición a las sustancias emitidas por la empresa. Mi hijo absorbió un químico por los poros de la piel, me lo dijo el oncólogo y hay el estudio que lo avala, sostuvo, al señalar que desde hace un año está luchando para que le entreguen el expediente clínico para denunciar formalmente a la compañía.

María Eugenia Hernández, de la asociación civil Caminando por la Justicia, que se formó a raíz de la explosión, indicó que lamentablemente la población sólo toma conciencia del impacto de la contaminación ambiental cuando suceden este tipo de eventos, pero después la mayoría prefiere no hablar por miedo a perder el apoyo de las autoridades o a no tener trabajo.

El auge industrial que se inició desde mediadπos de la década de los 70 del siglo pasado trajo para las comunidades de esta región de tierras áridas y extrema pobreza la oportunidad de contar con fuentes de empleo adicionales al campo.

Datos del plan municipal de desarrollo 2012-2016 de Atitalaquia precisan que las 30 empresas que integran el corredor industrial Tula-Tepeji emplean a 9 mil 491 personas, la mayoría en la refinería, la termoeléctrica y una empresa de alimentos.

Fidel Willibaldo Pérez, ex trabajador de la termoeléctrica, precisó que se trata de empleos mal remunerados. Pagan entre 500 y 700 pesos a la semana, en algunos tienen comedor y de ahí les descuentan. Los contratos son por seis meses, para que no hagan antigüedad o son subcontratados por otras empresas, pero la gente se conforma, aunque se dé cuenta de las enfermedades.

El especialista en toxicología de la UNAM Arturo de León Rodríguez, quien después de la explosión documentó las afectaciones en mujeres embarazadas y en niños, indicó que no se requieren de grandes metodologías para atribuir la mortalidad por cáncer a las emisiones tóxicas del lugar.

Se cuenta con registros de las muertes, pero por negligencia o por así convenir a las autoridades, en lugar de cáncer se habla de insuficiencias renales o paros cardiacos, refirió.

Desde 2013, con el respaldo de la Red Solidaria Década contra la Impunidad, la asociación civil Caminando por la Justicia presentó una queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que documentara las graves afectaciones a la salud a la que está expuesta la población de estas comunidades.

Hasta ahora, lo único que han logrado los pobladores es la construcción de un área especial de oncología dentro del hospital de Tula, que fue inaugurada a mediados del año pasado, pero a la fecha no cuenta ni con personal ni equipo.