Recorrió el continente americano con el menor tiempo registrado: 117 días y cinco horas
Viajó sin patrocinadores, sólo con el apoyo de su familia y amigos
Las hazañas se pueden lograr si das un pasito y luego otro
Entrenó taekwondo con los medallistas Espinoza y Pérez
Sábado 23 de julio de 2016, p. a13
Recorrer el continente americano en bicicleta ha sido el reto de muchos, pocos han conseguido culminar el trayecto, pero sólo el potosino Carlos Santamaría ha logrado la proeza con el menor tiempo registrado: 117 días con cinco horas, crono con el que impuso un récord Guinness.
El pedalista de 24 años y estudiante de ingeniería física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, comenzó su viaje el 21 de agosto de 2015 en Prudhoe Bay, Alaska, para pedalear en una Felt V85 el continente a través de la carretera Panamericana, considerada la más larga del mundo con sus 25 mil 800 kilómetros, y terminó su travesía el 16 de diciembre en la ciudad de Ushuaia, Argentina.
Sin patrocinadores, con pocos recursos económicos provenientes del apoyo de su familia y amigos, Santamaría tuvo que improvisar en diversas ocasiones para gastar el mínimo en este proyecto, por lo que viajó en carro hasta Alaska, durmió en una casa de campaña y a veces en hostales. Se alimentaba en los restaurantes de las carreteras con comida para traileros, que es muy insípida
, dijo con poco agrado.
Han pasado siete meses desde que rompió el récord Guinness y ahora, con el certificado en mano y tras varias semanas de trámites para validar su logro, que le impedían difundir su hazaña, se presentó en la redacción de La Jornada para narrar su historia.
–¿Qué es lo que más te divirtió de este viaje?
–La gente piensa que disfruté, pero ¿cómo iba a hacerlo si diario tenía que pedalear 200 kilómetros? Es una prueba de dolor y resistencia. Quizás el momento no se pueda gozar, necesitaba concentración, no hay muchas sonrisas en el viaje. Lo que me alegra es hoy día, al final de todo.
Pedaleó 10 horas diarias
La prueba fue complicada. Santamaría tuvo que pedalear un promedio de 10 horas diarias para alcanzar la marca. Aunque esta acostumbrado al deporte de alto rendimiento, hubo momentos en los que su cuerpo pedía descanso y sufría calambres en el cuello y pies, pero en esos instantes recurría a la música para mitigar el dolor: Me ponía mis audífonos y me desconectaba de todo
.
El joven de tez morena, ojos claros, 1.83 metros de estatura y 78 kilogramos relató que su acercamiento al ciclismo se dio cuando tenía 19 años, pero no era un don nadie en el deporte. Antes entrenaba taekwondo con los mejores de México, con María del Rosario Espinoza y Guillermo Pérez (medallistas de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008). Aunque esa disciplina no me llenaba
.
Con seguridad, entre risas y elocuencia, explicó que un día tomó la bicicleta de su abuelo y nació esta idea. Me di cuenta de que me gustaba recorrer varios kilómetros y que no me cansaba. Cuando tienes esa habilidad es porque eres un fondista
.
Sin embargo, la otra aptitud que ahora lo caracteriza, la de socializar, no es un talento nato, fue una de las cualidades que desarrolló cuando comenzó en 2009 a viajar en bicicleta: Yo era una persona que vivía en mi cueva. ¿Y qué pasa cuando salí? Tuve que hablar al máximo
.
El primer reto fue viajar solo durante siete días desde su natal San Luis Potosí a Acapulco, Guerrero. En esa aventura conoció en la carretera a un rumano que más tarde se convertiría en su cuñado, pero que al mismo tiempo le sembró la idea de viajar en bicicleta hasta Argentina.
Después se atrevió a rodar desde Alaska hasta Chihuahua y más tarde hizo un recorrido de ida y vuelta San Luis Potosí-Guatemala-Belice. Fueron travesías que lo llevaron a buscar una meta más grande.
En el camino me topé con personas que hacen ciclo-turismo, pero a mí no me gusta turistear, lo mío es darle a la carretera. Me encanta la sensación de pensar que vas en un túnel infinito
, afirmó.
Entre las opciones que le permitían destacar su resistencia física encontró el récord Guinness de atravesar en bicicleta el continente en menor tiempo, marca que ostentaba el inglés Scott Napier con 125 días, tras recorrer en 2009 la misma ruta.
Con un clima gélido, Santamaría comenzó su viaje en Prudhoe Bay, en la costa norte de Alaska, donde un guardia hizo una nota en la que comprueba que salí tal día y sin edecanes ni nada
dio el silbatazo de salida con el clásico conteo “three, two, one”. En ese momento empecé a pedalear en solitario
.
En un principio, aunque estaba asustado, le gustó ver la nieve, era la primera vez que la admiraba, pero conforme avanzó el camino se hizo horrible
, sintió como si recorriera 400 kilómetros por el esfuerzo de pedalear y enfrentar el intenso frío sin ropa especial para ese clima.
En las dos primeras semanas bajé seis kilos, mis piernas estaban muy delgadas porque los muslos se compactan, es común en los fondistas. Sabía que pasaría eso, pero pensé que sería cuando estuviera en Colombia
, describió.
Su hermana y su cuñado Christian Harbuz, el rumano que hacía años conoció en su primer viaje ciclista, lo acompañaron en un automóvil en la primera parte del trayecto hasta Panamá. A partir de ese punto siguió solo debido a cuestiones económicas.
Aunque era consciente de los peligros que enfrentaría, como los osos en Canadá, así como la Mara Salvatrucha en Centroamérica, no desistió en el reto.
Nunca tuve un enfrentamiento. En México quizá veía las camionetas de los chicos malos y en Argentina intentaron robarme la bicicleta
, reseñó y agregó, en broma, que en caso de que hubiera estado en un escenario complicado habría puesto en práctica lo que aprendió durante años en el taekwondo.
Los paisajes de los 14 países que recorrió fueron visiones que le alegraban el alma, pero pedalear en medio del desierto de dunas, con las montañas de arena
, cuando atravesó Perú, fue el momento que más lo impactó de su travesía.
Había distancias de 200 kilómetros sin nada en el camino. Era sorprendente pararme en la carretera y ver el infinito, porque las vías peruanas son rectas y puedes ver muy lejos
, expresó todavía asombrado.
Cuando sólo le faltaban 800 metros para llegar al punto final su bicicleta tuvo una falla y debió llegar casi caminando. En ese momento sus pies estaban inflamados, un dedo se había deformado por los tenis que utilizaba, por lo que iba cojeando. Al concluir, simplemente estaba cansado
y ni siquiera celebró la hazaña por la que tanto esfuerzo había dado.
Sólo conozco las carreteras
La gente cree que soy un conocedor de ciudades, pero la verdad es que sólo conozco las carreteras. Cuando terminé y llegué a Ushuaia preferí no conocer la ciudad
debido al agotamiento y los dolores físicos.
Sabe que su hazaña fue impresionante, por lo cual considera que su siguiente desafío deberá ser algo grande: Pienso dar la vuelta al mundo como proyecto a largo plazo
.
El chico que antes de viajar kilómetros en bicicleta era tímido y retraído, ahora tiene planeado escribir un libro sobre su experiencia y dar pláticas de motivación para trazar objetivos extraordinarios.
El mundo que nos rodea nos dice que nos pongamos metitas pequeñas, pero a veces las hazañas se pueden lograr si das un pasito y luego otro, hasta que de pronto te das cuenta de todo lo que has avanzado
, afirmó con un rostro en el que se puede leer ánimo para seguir sorprendiendo.