Opinión
Ver día anteriorMiércoles 27 de julio de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La plaza de San Juan Chamula
Foto
La familia del alcalde Domingo López González, asesinado a balazos el sábado junto con cuatro personas más, entregó hoy el bastón de mando, símbolo del poder, a las autoridades tradicionales para que lo guarden y después a su vez lo depositen en manos del sucesorFoto Elio Henríquez
C

hiapas no puede ser juzgado por sus parcialidades. Ni tampoco por los sucesos de violencia que acontecieron recientemente en la zona de los Altos, porque es indiscutible la trascendencia e importancia del pueblo chamula. Encarna un componente fundamental de nuestra cultura, en virtud de su raíz maya. Raigambre e identidad para el pueblo chiapaneco y simboliza un testimonio vivo de lucha y dignidad. Ubicado en las zonas de los Altos de Chiapas, a diez kilómetros de San Cristóbal de las Casas y a 12 kilómetros de San Andrés Larráinzar, se localiza San Juan Chamula, cabecera del municipio de Chamula, una población habitada por un gran número de tzotziles.

El territorio ha sido escenario de acontecimientos singulares. En 1524, los conquistadores españoles, tutelados por Luis Marín, tomaron la plaza. El soldado e historiador Bernal Díaz del Castillo tuvo la encomienda de la región durante los años de 1524 a 1528. Luego de la dura y recia evangelización, mediada por fray Bartolomé de las Casas, la región heredó normas y reglas que se establecieron, sustentadas en la riqueza y beneficios, lo cual generó violencia.

Hacia el siglo XIX, la Guerra de Castas, encabezada por el chamula Pedro Díaz Cuscat en 1869, culminó con la población local enviada a trabajar por el gobernador Pantaleón Domínguez a las fincas del Soconusco, luego de la derrota militar. Esta insurrección fue novelada por Rosario Castellanos en Oficio de tinieblas (como aguda narradora supo abordar la realidad indígena con una pasión impecable, denunciando sus lacerantes condiciones sociales. De esta manera dio a conocer a México y al mundo el nombre de Chiapas, renovando la literatura indigenista y de nuestros indios). En 1912, durante el desarrollo de la Revolución mexicana, se presentó un nuevo levantamiento, encabezado por Jacinto Pérez Pajarito. El cronista chiapaneco Prudencio Moscoso escribió un libro memorable sobre estos sucesos.

La región de Chamula es de singular importancia para Chiapas. Aunque Chiapas se erija como la suma de muchas visiones y se le debe entender solamente en su conjunto, en el reconocimiento de su diversidad, de su gente, de sus regiones, de su vocación de nobleza (es la única entidad federativa que determinó incorporarse a la nación mexicana el 14 de septiembre de 1824). Además, recordemos que desde 1994, con la irrupción del EZLN, los mexicanos tomamos conciencia de que había una asignatura pendiente en la marcha de la nación: los derechos de las comunidades indígenas. Si es obligación del Estado asegurar la igualdad jurídica ante la ley; garantizar la jurisdicción imparcial para todos los mexicanos; así como evitar el retroceso a fueros especiales, privilegios y excepciones, también las comunidades indígenas tienen el derecho de hacer valer sus sistemas normativos que, sin atentar contra las garantías individuales y los derechos humanos, derivan de sus usos y costumbres, para resolver sus controversias internas. En pleno siglo XXI continúa conviviendo esa dupla de visiones reglamentarias, ese sincretismo reglamentado (de ahí la devolución del Bastón de Mando que acreditaba al presidente municipal de San Juan Chamula, para iniciar el proceso y nombrar a su sucesor. Por usos y costumbres la designación se dirime entre la misma comunidad; aunque por ley la síndica Cristina Lunes debería asumir el mando, pero ello no acontecerá).

En el municipio de Chamula, creado mediante decreto del gobernador Carlos A. Vidal, el 4 de julio de 1925, advertimos elementos vulnerables que impiden generar mecanismos de convivencia y desarrollo. Imposible imponer o improvisar la estructura de poder, de progreso, en un grupo étnico. Ni siquiera cabe la posibilidad de interrogarse si el municipio es la célula fundamental para enfrentar la realidad indígena. La importancia del municipio como pueblo mayoritario es capital por su cercanía con la gente.

Por ello conviene desarrollar la estructura municipal contemporánea, con capacidad de respuestas para la comunidad, soslayando esa brutal contradicción entre los usos y costumbres ancestrales que alimentan y enriquecen la vida comunitaria, las Leyes de Indias expedidas por los españoles para organizar el gobierno de sus colonias, con una doble regulación en el caso de las autoridades comunales, y la actual dependencia de los poderes federal y estatal.

En Chiapas debe privilegiarse en todo momento el interés supremo de la sociedad, reconstruir el tejido social con acciones apegadas a derecho y consolidar la paz donde sea, como condición permanente para el respeto a la vida y a las leyes, así como la igualdad de oportunidades para el progreso. Los ojos del mundo están en Chiapas y en México: demos una lección de civilidad y concordia. Dejemos atrás los simplismos, las etiquetas partidistas. Las rasgaduras de la vestimenta y condenas. Dejemos atrás la vejación infringida a la primera autoridad municipal. Dejemos atrás esa visión sangrienta de la plaza pública –centro y eje articulador de la comunidad– y construyamos los mecanismos necesarios para coadyuvar con el desarrollo y bienestar de la región. Chiapas, y el país, lo requieren con urgencia.

* Ex senador por el PRI y ex candidato a gobernador de Chiapas, también por el PRI