Con baladas, rancheras y poperas El Potrillo provocó suspiros en el primero de sus tres shows
Sábado 10 de septiembre de 2016, p. 8
Un encore por Juan Gabriel dedicó Alejandro Fernández la noche del pasado jueves, en el primero de tres conciertos consecutivos en el Auditorio Nacional, con los que cierra su gira Confidencias, a su vez título de su más reciente disco, que lo ha llevado por casi todo México y Estados Unidos.
Imágenes de Juanga se proyectaron en las pantallas y los aplausos se sucedieron. El sexy para ellas se puso serio y lamentó la muerte del compositor y cantante, autor de Querida. No tengo palabras para describir todo el cariño que siento por el señor, por el maestro, por haber podido cantar estas dos canciones
. Alejandro interpretó éxitos juangabrielescos, que fueron coreados por casi 10 mil almas aún dolidas por el sorpresivo suceso fatal: Adiós, amor, La diferencia, y Te sigo amando.
Como nadie del público vio el cuerpo de Juan Gabriel ya muerto ha comenzado el mito: que está vivo en una isla. Que tiene una enfermedad y no quiso que se supiera. Que si se sintió mal en su último concierto, ¿por qué se fue a su casa y no a un hospital? Etcétera.
En las fotografias, Juanga ríe, canta, baila, hace ojitos; interpreta a dúo con El Potrillo, con un Fernández, pues sigue siendo un misterio por qué nunca quiso darle uno de sus temas a Vicente Fernández. Sus razones tuvo.
El público aplaudió esa imagen y canta Hasta que te conocí y la juangabrielmanía renace por unos minutos.
Fue un cierre apoteósico y pertinente, ahí, en el Auditorio Nacional, donde El Divo de Juárez en 2015 hizo una serie de presentaciones, cada una de cuatro horas, mínimo, y de cinco o un poco más en varios conciertos. Juan lo daba todo y decía: ¿Sigo? Se va a ir el Metro... total, ya se fue
, y seguía con su rosario de composiciones difundidas desde 1971, cuando triunfó con No tengo dinero.
El relincho y El Potrillo a todo galope para comenzar su concierto acompañado de un grupo que envolverá con su repertorio pop, iniciando con Cóncavo y convexo, en una versión especial del tema de Roberto Carlos. Mujeres de diferentes edades se rinden ante ese crooner mexicano metrosexual, en ese inicio perfectamente peinado. Noche híper, para ojos de borrego a medio morir con Cuando digo tu nombre. Dos damas de las primeras filas, al centro, hacen suya la noche y recurren a todo lo que se les ocurre para llamar la atención del cantante, quien ni en cuenta. La verdad.
“¡Buenas noches, México! Qué alegría poder estar aquí nuevamente con todos ustedes. Hace tres años comenzamos la gira Confidencias y ahora estamos aquí en el cierre, gracias a ustedes. Ha sido todo un éxito. Queremos invitarlos a que pasen una noche muy agradable, a que se olviden de todos sus problemas.”
Pasaron las baladas bravías rematadas en cada frase con ademanes, apóstrofes estudiados después de cientos de recitales.
¿Qué voy hacer sin mi amor?, una pregunta hecha canción, para quien acaba de ser mandado a volar. Hoy tengo ganas de ti, revisión casi mimética del éxito de Miguel Gallardo. Puro romanticismo, amor del bueno.
Las llegadoras
La noche es propicia para la nostalgia, para darse al recuerdo de quereres, de detalles, de aves de paso. En silencio. El riesgo es mucho. Te amaré, la dulce rola de Miguel Bosé. Para el desgañite. Me dediqué a perderte, un dolor canijo progresivo.
Tras una breve desaparición, en la que Álex se fue a cam-biar, entró el mariachi y llegó el momento patrio, septembrino, para los bien masiosare. Entra el baladista vestido de charro y es el acabóse. Las mujeres se levantan, sueñan despiertas. Es jalisquillo y se revienta Guadalajara, hueles a pura tierra mojada. Charros-charros. Así... hasta No, de Armando Manzanero, otrora éxito en la voz de Carlos Lico. Vino la ranchera flamanqueada Como quien pierde una estrella. Llegó el recuerdo a Juanga y la multitud se fue con lo bravío y baladesco a flor de pecho, espalda y alma. Puras confidencias poperas y rancheras, pues.